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LA MÁRTIR MEXICANA DE COYOACÁN: MARÍA DE LA LUZ CAMACHO

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María de la Luz, catequista asesinada
El domingo 30 de diciembre de 1934 murió María de la Luz Camacho en el atrio de la parroquia de san Juan Bautista, en la villa de Coyoacán de la ciudad de México. Murió mártir, al defender la Iglesia y la Fe, balaceada por sus verdugos. Murió con los brazos abiertos en cruz al tiempo que gritaba, con inusitado valor en una señorita de 27 años de edad que se enfrenta a furibundos verdugos anticlericales, las últimas palabras que pronunciaron sus labios: ¡Viva Cristo Rey!

María de la Luz Cirenia Camacho González nació el 17 de mayo de 1907 en Tacubaya. Su papá se llamaba Manuel; su mamá, de nombre María Teresa, murió cuando ella tenía apenas 7 meses de edad. De niña estudió en un colegio de religiosas en la ciudad de Puebla de los ángeles. En 1918 regresó a México para estudiar con las monjas dominicas y después en el Instituto Católico para niñas. Lucha era de carácter alegre y equilibrado, era emprendedora, modesta y mantenía un gran dominio de sí misma. En 1921 la familia Camacho se trasladó a Coyoacán, donde ella vivió los últimos 13 años de su vida hasta que salió de su casa para defender la parroquia que pretendían incendiar los Camisas Rojas, el grupo de choque formado por Tomás Garrido Canabal y comandado por Carlos Madrazo*.

Su sepulcro
En 1923 Garrido Canabal había sido gobernador de Tabasco con el apoyo de los presidentes Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. Allí inició una campaña anticlerical que se derivó en toda una persecución religiosa, cerró las iglesias de Tabasco, prohibió las cruces en los cementerios, mandó asesinar sacerdotes y obligaba a los niños de las escuelas a presenciar la destrucción de imágenes sagradas y el incendio de iglesias. Se autonombraba «Enemigo personal de Dios y de la Iglesia» y a sus tres hijos les puso por nombres Zoila Libertad, Lenin y Lucifer. Es considerado como uno de los persecutores más hostiles de la Iglesia y del Pueblo católico de México. Formó varios grupos de sicarios para aplastar a campesinos y grupos disidentes; entre estos grupos se destaca el llamado «Los Camisas Rojas», una furibunda pandilla de adoctrinamiento socialista y anticlerical, cuya misión principal consistía en incendiar iglesias y balacear a los católicos que manifestaban su fe. En diciembre de 1934 el presidente Lázaro Cárdenas lo nombró Secretario de Agricultura con la encomienda de perseguir a la Iglesia al igual que lo hizo en Tabasco.

María de la Luz era catequista, integrante de la Tercera Orden franciscana y de la Acción Católica Femenina de México. El día de su martirio su papá había ido a Misa a las 10 de la mañana con su hermanito Rafael, de 10 años de edad. Allí el sacerdote pidió que se corriera la voz de ayuda porque los Camisas Rojas habían llegado a atacar e incendiar la parroquia. De regreso en casa, su papá platicó el peligro; María de la Luz se levantó de la cama, con fiebre por una faringitis, y se puso su mejor vestido, el de seda color verde con amplio cuello de color blanco. –Por qué te pones tan elegante?- le preguntó su hermana Lupita. Ella le respondió: –Cuando hay que defender a Cristo Rey, hay que ir elegante para el combate-. Luego salió de su casa y no detuvo su marcha hasta llegar al atrio, donde esperó el momento heroico hasta que vio a los Camisas Rojas acercarse a la iglesia con tambos de gasolina. Mientras tanto, trepado en la cruz atrial, Carlos Madrazo, gritaba consignas contra la Iglesia y blasfemias irrepetibles.

Lugar del martirio
Ella se paró frente a la puerta de la iglesia, abrió sus brazos en cruz y comenzó a gritar con grande fuerza: ¡Viva la Iglesia! ¡Viva el Papa! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Viva Cristo Rey! hasta que las balas ahogaron su voz mientras en el Cielo se le concedía la palma del martirio. Nota: Junto con ella murieron cuatro católicos más.

Mientras agonizaba recibió el último sacramento. Su sepelio fue el primer día del año 1935. Una multitud acompañó su cortejo fúnebre hasta el panteón de Xoco para sepultarla, luego siguió hasta el zócalo, en marcha por avenida Reforma, para exigir justicia. El presidente Lázaro Cárdenas, totalmente atemorizado, pidió la renuncia de Garrido Canabal y pactó la paz.

La sangre de mártir que derramó María de la Luz logró el cese de la persecución religiosa en México al tiempo que teñía su mejor vestido, el de seda, con los colores de la bandera mexicana.

Ahora sus restos reposan en una urna, en el interior de la iglesia que defendió en Coyoacán, en espera de su beatificación.



*Carlos Madrazo Becerra fue diputado y gobernador del estado de Tabasco, así como presidente de su partido el PRI. Murió en un accidente aéro que se especuló fue un asesinato político. Su hijo, Roberto Madrazo Pintado, fue también gobernador de Tabasco y presidente del PRI. Se le nombró candidato a la presidencia de México en el año 2006, pero perdió ante el panista Felipe Calderón, quedando en tercer lugar.

Autor: Roberto O´Farrill. Fuente: Conoze.  TEMA RELACIONADO (haz click): 



LO QUE ENSEÑA EL CATECISMO ROMANO DEL CONCILIO DE TRENTO SOBRE EL BAUTISMO DE DESEO

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SAN PÍO V

En virtud de los errores propalados por algunas personas legas, pero aficionadas a la teología, que han hecho subjetivamente sus propias interpretaciones personales sobre la doctrina de la Iglesia sobre este tema, hemos ya publicado un post sobre lo que dice en realidad la Iglesia en relación con el Bautismo de agua, de deseo y sangre. Estos dos últimos aunque no son un sacramento -como el Bautismo de agua- llegan -en determinadas circunstancias (creer en un Dios remunerador y trino, contrición de los propios pecados, etc.)- a conseguir el efecto de borrar el pecado original y alcanzar la justificación.

Esas personas legas -probablemente de buena fe, pero empecinadas en sus errores- lamentablemente han inundado con ellos diversos sitios de internet y han convencido a unos cuantos más legos que ellos con sus negaciones de la doctrina de la Iglesia sobre la ignorancia invencible, el bautismo de deseo y el bautismo de sangre. Aunque no pasan de ser un número verdaderamente insignificante, su intensa labor en la blogósfera los hace parecer como si fuesen muchos. Lo lamentable resulta que han convencido de esos errores a unas cuantas personas buenas y de excelente intención. Por lo anterior, nos pareció fundamental mostrar lo que enseña verdaderamente la Iglesia para poder seguir a ésta, y no a las falsas tesis que sostienen los inventores de errores, quienes -además- anatematizan y llaman "hereje" a todo aquel que no los siga en sus personalísimas interpretaciones. La mejor vacuna contra sus desvaríos doctrinales es leer directamente lo que enseña la Iglesia sin recurrir a subjetivas interpretaciones y valoraciones falsas, como las que ellos realizan tergiversando el claro sentido de los textos, recurriendo -para ello- a mil galimatías y malabarismos para reinterpretar los textos del Magisterio de la Iglesia que les son adversos, pues parten de un principio erróneo preconcebido y tratan de adecuar todo al mismo, sin querer reconocer el genuino significado de los textos que los contradicen. De ahí la conveniencia de ni leer ni discutir con quienes parten de ese sistema de pensamiento preconcebido y prejuicioso, pues de antemano resulta estéril todo intento, ya que no se abren a lo que dice literal y realmente la Iglesia.

Catecismo Romano compuesto por
decreto del Concilio de Trento, ordenado
por el papa San Pío V para los párrocos
de toda la Iglesia Católica.
Por todo ello, nos pareció fundamental reproducir en ese post lo que VERDADERAMENTE ha dicho el Magisterio en este tema. Los comentarios al mismo, también lo enriquecieron mucho pues muestran múltiples citas más de las enseñanzas de la Iglesia. Seguramente todas éstas serán de gran utilidad para los lectores. Quienes no lo hayan leído pueden verlo en el enlace siguiente (no dejen de leer también los comentarios): SOBRE LA IGNORANCIA INVENCIBLE Y LA NECESIDAD DEL BAUTISMO

Posteriormente, leyendo el Catecismo Romano del Concilio de Trento publicado por orden de S.S. San Pío V, encontramos otro excelente texto que habla de la conveniencia de no bautizar de inmediato a las personas adultas sino hasta comprobar que no hay una disposición fingida y están verdaderamente preparadas para el sacramento. Esto está estrechamente relacionado con el bautismo de deseo, como a continuación lo puede advertir por sí mismo cualquier lector, pues este Catecismo señala que si alguien, poseyendo uso de razón, tuviese el DESEO y propósito de bautizarse (lo que implica tener la fe de la Iglesia) y el arrepentimiento de su mala vida, si no alcanzara a ser bautizado con el agua del sacramento, le basta lo anterior para obtener la gracia y la justificación. A continuación transcribimos el texto íntegro.

Dice el CATECISMO ROMANO DEL CONCILIO DE TRENTO publicado por orden de S.S. San Pío V, Parte Segunda, Capítulo II, No. 36:

36. Demuéstrase que a los adultos se ha de diferir el Bautismo
"Pero, aunque sea así, nunca, sin embargo, acostumbró la Iglesia a administrar inmediatamente el sacramento del Bautismo a esta clase de personas (N. de la R: se refiere a los adultos), sino que dispuso que se debe diferir por algún tiempo. PORQUE TAMPOCO LLEVA ESTA DILACIÓN EL PELIGRO QUE ANTES SE HA DICHO AMENAZA CIERTAMENTE A LOS NIÑOS; PUES A LOS QUE ESTÁN DOTADOS DEL USO DE LA RAZÓN, EL DESEO Y EL PROPÓSITO DE RECIBIR EL BAUTISMO Y EL ARREPENTIMIENTO DE LA MALA VIDA ANTERIOR LES BASTARÁ PARA OBTENER LA GRACIA Y LA JUSTIFICACIÓN, SI ALGÚN CASO REPENTINO LES IMPIDE PODER SER LAVADOS CON LA SALUDABLE AGUA. Y por el contrario, parece que esta dilación produce algunas utilidades. Pues, primeramente, como la Iglesia debe procurar con solicitud que nadie se acerque a este sacramento con disposición fingida y simulada, se manifiesta y da a conocer más la voluntad de los que piden el Bautismo; por cuya razón vemos que en concilios antiguos se decretó que los que vienen del judaísmo a la fe católica, pasen meses entre los catecúmenos, antes de administrarles el Bautismo. Se instruyen, por otra parte, con más perfección en la doctrina de la fe que deben profesar, y en las costumbres de la vida cristiana. Por último se da al sacramento mayor culto religioso cuando reciben el Bautismo con toda solemnidad únicamente en los días determinados de Pascua y de Pentecostés".
Tema relacionado: SOBRE LA IGNORANCIA INVENCIBLE Y LA NECESIDAD DEL BAUTISMO

«TURBAS ORGANIZADAS» IMPIDEN INGRESO DE DAMAS DE BLANCO A MISAS EN CUBA

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La Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), denunció que «desde hace tres domingos turbas organizadas por la policía política con palos, piedras y otros objetos contundentes vienen apostándose a las salidas de la Iglesia católicas de los municipios de Cárdenas y Colón», en Cuba, para impedir que las Damas de Blanco puedan participar en la Misa dominical. En un comunicado firmado por el Secretario General de la UNPACU, Félix Navarro Rodríguez, se denunció que durante los últimos domingos las Damas de Blanco «han sido víctimas de maltratos físicos y de brutalidad policial».
06/08/13 
(ACI/InfoCatólica) Indicó que el Gobierno emplea «militares vestidas de civil para acometer tales abusos».
«Si tenemos en cuenta que estas están entrenadas y preparadas para matar si es necesario; en anteriores capítulos le ocasionaron una fractura en el brazo izquierdo a la Dama de Blanco Sonia Álvarez Campillo , tomaron por el cuello utilizando una llave de estrangulamiento a la Dama de Blanco Lázara Rodríguez, entre otros desmanes sinónimo de barbarie», señaló el texto firmado por el también miembro de la UNPACU, Ángel Moya Acosta; y por el sindicalista independiente Iván Hernández Carrillo.
Por ello, los tres exprisioneros de la Primavera Negra de 2003 llamaron a la comunidad internacional a tomar atención «ante lo que está ocurriendo y les pedimos solidaridad con las Damas de Blanco este domingo, quienes hasta hoy han recibido unas decenas de amenazas de la policía y anónimos si no desisten de asistir a la Iglesia».
«La valiente actitud de estas mujeres merecen el respaldo mundial y de nuestros amigos en estos momentos difíciles de acoso y alta represión», expresaron.

Más de 30 presos políticos

Asimismo, en un correo enviado a ACI Prensa, la UNPACU denunció que en lo que va del año, más de 30 de sus miembros han sido encarcelados por oponerse pacíficamente al Gobierno cubano.
«Añadida a esta situación tristemente real y las declaraciones de prisioneros de conciencia, la Federación Internacional de los Derechos Humanos (FIDH), además, en fecha 3 de junio de 2013 emitía una Resolución de Urgencia sobre Cuba en la que manifestaba que ‘en lo que respecta a los derechos civiles y políticos el panorama no ha mejorado y Cuba pudiera presentar la peor situación a ese respecto en toda América Latina debido a la vulneración de todos y cada uno de los derechos civiles y políticos.’», señaló la UNPACU, que exigió la liberación de los presos de conciencia.

AMOR DE DIOS

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Cristo nos repite, casi nos grita en medio del silencio: Te amo con un amor eterno.


No es fácil responder en pocas palabras a quien pregunta: ¿cuál es la esencia del cristianismo? La riqueza del Evangelio y de la Tradición de la Iglesia es tan grande que dar una respuesta breve significa muchas veces no decir casi nada.

De todos modos, podemos empezar a responder con dos ideas centrales de nuestra fe. La primera: Dios nos ama. La segunda: vivimos todos los días una lucha continua contra las fuerzas del mal.

Dios nos ama. Esta verdad no es sólo una bella poesía o una frase hermosa que dicen, de vez en cuando, los sacerdotes en la misa, o los padres cuando enseñan la fe a sus hijos pequeños. El amor de Dios es una realidad profunda, vital, una experiencia que todo cristiano puede y debe descubrir en el fondo de su corazón. Nos invade siempre un cariño eterno. Dios no puede dejar de mirarnos con amor: nos quiere “demasiado”.

El amor de Dios se concretiza en la cruz y en la Resurrección de Cristo. Cada vez que el sacerdote toma el pan y el vino y pronuncia las palabras de consagración, Cristo está allí, misteriosa pero realmente, y nos repite, casi nos grita en medio del silencio: “Te amo con un amor eterno”. 

Esta verdad es capaz de cambiar cualquier vida. A nivel humano nos alegra, nos provoca un cosquilleo especial en el corazón el sentir que alguien nos mira con cariño. Pero es mucho más grande y profunda la paz que nace cuando damos vida, por el recuerdo, a esa gran certeza: “el Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2, 20).

La segunda verdad puede resultar extraña, pero también es una experiencia de todos los días. La lucha contra el mal es tan real que nos toca a la hora de levantarnos, o cuando hay que llevar a los niños a la escuela, o cuando se insinúa la posibilidad de una pequeña trampa en el trabajo, o cuando nace en el corazón un molesto sentimiento de envidia. Esa lucha llena las páginas de los periódicos, los minutos de los noticieros, la conversación cuando encontramos a los amigos.

Existe una tentación muy fuerte de creer que el mal es más fuerte que el bien, que el cristianismo es un sueño para pocos, que la vida normal no es la de los santos, que podemos pactar “un poco” con la traición, la cobardía, la dejadez, la borrachera y alguna que otra infidelidad a la esposa o al esposo. Parece que el mal triunfa y gobierna los corazones y los pueblos.

Pero esta tentación no tiene sentido en quien cree de verdad en Dios, en quien conoce a Jesucristo. Con el bautismo fuimos acogidos por el amor infinito del Padre, y quedamos liberados de las cadenas del demonio. Desde entonces es posible vencer el mal con el bien, la injusticia con la honradez, el desamor con el perdón, la pereza con el espíritu de servicio a los demás, la infidelidad matrimonial con la alegría de quienes saben rezar juntos, como esposos y como padres, en los momentos más importantes de la vida familiar.

Esto no quita, sin embargo, que todos los días tengamos que luchar. Las malas tendencias tienen raíces profundas, y brotan con energía si nos descuidamos medio minuto. Pero siempre existe la posibilidad de limpiar y de sanar las heridas, incluso las más profundas. En cada buena confesión triunfa el amor sobre el pecado, y el mal retrocede un poco para que crezca y venga en el mundo el Reino de Cristo.

Dicen que cada acto de amor hace brillar de un modo nuevo las estrellas. Si no es verdad, al menos hará un poco mejor y más hermosa la vida sobre la tierra. Será un paso, pequeño o grande, hacia el encuentro con el Amor de Dios. Sólo en el cielo sabremos lo mucho que nos amó. Ahora nos toca, todos los días, con las lámparas encedidas y con las armas de la fe y del amor, luchar contra el mal. Y la cruz, estamos seguros, vencerá.

Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net 

DEL VICIO DE HABLAR DESHONESTAMENTE por San Alfonso María de Ligorio

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 “La boca lúbrica y deshonesta es causa de ruina de muchos”. (Prov. XIII, 28)


En el Evangelio refiere San Marcos, el milagro que hizo nuestro divino Salvador, curando a un hombre sordo y mudo con solo tocarle la lengua. Pero, de estas últimas palabras no se deduce que aquel hombre fuese mudo en efecto, sino que tenía la lengua impedida, y no podía hablar expeditamente: por lo cual añade San Marcos, que después del milagro hablaba bien: Loquebatur recte. Fue, pues, necesario un milagro para desatar la lengua de ese hombre, y soltarle el impedimento que tenía. ¿A cuantos empero, haría un favor, si les atase la lengua para que no pudiesen hablar deshonestamente?

Puesto que quien adolece este vicio:

Hace gran daño a otros. Este será mi primer punto.
Y se hace gran daño a sí mismo. Aquí tenéis el segundo punto.

Punto 1

EL QUE HABLA DESHONESTAMENTE HACE GRAN DAÑO A LOS QUE LE OYEN

1. San Agustín (in Psal. 160), llama Satanœ mediatores, “medianeros de Satanás” , a los que hablan deshonestamente; porque, donde no puede llegar Satanás con las sugestiones, llegan estos con las palabras obscenas que pronuncian. De estas lenguas malditas dice Santiago: Et lingua ignis est… inflammata a gehenna: “En su lengua un fuego inflamado por el Infierno, con el cual abrasa el obsceno a cuantos le escuchan”. (Jc. III, 6).

Esta puede decirse, que es la tercera lengua de que habla el Eclesiástico: Lingua tertia multos commovit et dispersit illos. (Eccl. XVIII, 16). “La lengua espiritual es aquella que habla a Dios; la lengua civil es la que habla de los negocios del mundo; hay, pues, una tercera lengua, que es la del Infierno, que habla de las obscenidades carnales, y ésta es la que pervierte a muchos cristianos y hace que se pierdan”.

2. El real Profeta, hablando de la vida de los hombres sobre la tierra, dice: Su camino es tinieblas y lubricidad. Como si dijéramos: El hombre mientras vive, camina entre tinieblas por un camino resbaladizo; por lo cual está en peligro de caer a cada paso: si no tiene toda la cautela, y no mira donde asienta los pies, con el fin de evitar los pasos peligrosos, es decir, las ocasiones de pecar. Si en este camino, pues, tan resbaladizo, hubiese alguno que le empujase para hacerle caer, sería un milagro que no cayere en el precipicio. Pues esto cabalmente practican los satélites del demonio que hablan obscenidades: inducen a otros al pecado, mientras están en éste mundo, habitando en las tinieblas, y cercados de una carne tan propensa a este vicio. De tales hombres se dijo con razón: “Su garganta es un sepulcro abierto”: Sepulchrum patens est guttur eorum (Psal. V, 11). Las bocas de esos, que no saben sino hablar obscenidades, son otros tantos sepulcros abiertos que exhalan putrefacción, dice San Juan Crisóstomo: Talia sunt ora hominum; qui turpia proferunt (Hom. 2 de Proph. Obs.). “Su hálito, como el que sale de la podredumbre de los cuerpos amontonados en una fosa, infesta y trastorna a todos cuantos perciben la hediondez”.

3. Léese en el Eclesiástico, que el golpe del azote deja un cardenal; más, que el golpe de la lengua desmenuza los huesos. Quiere esto decir, que las heridas que causan las lenguas deshonestas penetran hasta los huesos de cuantos las oyen, por el escándalo que les causan, especialmente cuando se profieren en presencia de personas inocentes y timoratas. Refiere San Bernardino de Sena, que una doncella que vivía santamente, al oír a un joven una palabra obscena, cayó en malos pensamientos, y luego se abandonó de tal suerte a la impureza, dice el Santo, que aunque el demonio hubiese tomado carne humana, no hubiera podido cometer tantos pecados impuros como ella cometió.

4. Lo peor es, que estas bocas infernales que pronuncian palabras deshonestas, tienen este vicio por una bagatela; y pocos se confiesan de él, pues suelen responder, cuando el confesor les reprende: Yo lo digo por chanza y sin malicia. ¿Con que lo dices por chanza? ¡Desdichado! Esas chanzas hacen reír al demonio, y te harán llorar a ti eternamente en el Infierno. Porque no sirve decir que tu lo dices por chanza y sin malicia; pues por lo mismo que profieres esas palabrotas escandalosas y obscenas, es muy difícil que no peques por obra también; porque, como observa San Jerónimo: el que se deleita con las palabras, no está lejos de las obras: Non longe est a facto, qui delectatur in verbo. Además de que cuando se habla tan escandalosamente delante de personas de ambos sexos, siempre hay en ellas delectación peligrosa. ¿Y no es pecado también el escándalo público? Una sola palabra deshonesta que se pronuncie, es capaz de hacer caer en pecado a cuantos la oyen. Por esto dice San Bernardo: Unus loquitur et unum tantum verbum profet, et tamen multitudinis audientium animis interficit. “Aunque hable uno solo, y no profiera más que una palabra, mata, sin embargo, con el escándalo las almas de cuantos le oyen”. (Serm. 24 in Cant.) Y este pecado es peor que si uno matase a muchas personas disparando aun arcabuz; porque así mataría a los cuerpos, y con las palabras obscenas mata a las almas: Animus interficit.

5. En fin, esos hombres, cuya lengua no tiene freno, son la ruina del mundo. Más daño hace uno sólo de ellos que cien demonios del Infierno, siendo así la ruina de muchas almas. Y no soy yo quien os lo digo, sino el Espíritu Santo, que dice: Os lubricum operatur ruinas: “La boca lúbrica y deshonesta es causa de ruina de muchos”. (Prov. XIII, 28) Y ¿cuándo principalmente se causan estos males y estas ruinas? Cabalmente cuando Dios nos dispensa más bienes. Hablo de los bienes temporales que nos dispensa su mano bienhechora en el estío, proveyéndonos para todo el año, de grano, de vino, de aceite, de legumbres y de los demás frutos que hace producir la tierra para nuestro alimento. Pues ¿cuando se cometen más pecados en el campo? Cuando se hace la siega, la trilla y la vendimia; cuando se hace la recolección de las castañas, de las aceitunas, del maíz y de otras cosas semejantes. Entonces, repito, se cometen más pecados que en otros tiempos, por medio de esas palabras deshonestas, que abundan en la boca de los hombres escandalosos más que en los campos los granos de trigo y de uva.

¿Y es este el modo de manifestar la gratitud al Señor por la prodigalidad con que os suministra sustento para el invierno?

Más ¿quién tiene la culpa de éstos pecados, sino las bocas desenfrenadas de los hombres escandalosos, cuyas lenguas están llenas de veneno, como la de la víbora? Ellos, pues, darán cuenta a Dios del pecado que cometen hablando mal, y de los que hacen cometer a los que escuchan. Si tuviesen presente cuando hablan de este modo, la amenaza que les hace Dios por Ezequiel, de que les pedirá cuenta de su perdición: Sanguinem ejus de manutua requiram (Ezech. III, 18), seguramente que refrenarían la lengua y no causarían la muerte del alma a tantos inocentes.

Punto 2

EL QUE HABLA PALABRAS DESHONESTAS SE CAUSA GRAN DAÑO A SÍ MISMO

6. Dicen algunos: “Pero yo hablo sin malicia”. A esta excusa frívola y necia he contestado ya en el punto primero, que es muy difícil que uno hable palabras deshonestas sin complicarse con las ideas que ellas suscitan en la imaginación; especialmente, cuando se profieren delante de muchachas y casadas jóvenes; porque, regularmente, resulta de ellas una secreta complacencia, que suele ser semejante a una chispa eléctrica que abrasa cuando toca. Si el fuego prende en la estopa, la abrasa; pues del mismo modo, si un mal pensamiento se ceba en nuestra imaginación, abrasa nuestra alma inclinada al pecado: porque el cuerpo y el alma de todos los hombres, como dice la Santa Escritura, están inclinados al mal: Sensus et cogitatio humani cordis pronua sunt in malum. (Gen VIII, 21) Sobre todo, el hombre siéntese inclinado al vicio deshonesto por la misma naturaleza. Y por eso dice San Agustín, que en esta especie de combate, si no somos muy cautos y prudentes, todos nos hallamos enredados, y pocos salimos vencedores. Al que dice libremente palabras obscenas, siempre se le presentan a la imaginación aquellas mismas ideas impuras y deshonestas que nombra; y éstas suscitan la complacencia en su alma , y le hacen caer, primeramente, en torpes deseos, y luego en las obras: y esta es la consecuencia de hablar obscenidades, aunque sea sin malicia, como suelen decir los que acostumbran a divertir a los demás con torpezas. ¿conque habláis mal sin malicia? ¿Y no hay malicia en obrar mal? ¿Y no es obrar mal hablar de los que Dios prohíbe? ¿Y no prohíbe Dios los actos, las alusiones, y hasta los pensamientos impuros? ¿Cómo, pues, osáis decir, que habláis sin malicia? Decid que despreciáis la salvación de vuestra alma, y los preceptos de vuestro Dios, y que obedecéis al demonio.


INFESTA A TODOS LOS DEMÁS

Hace gran daño a terceros
7. Dice el Espíritu Santo: “Ten cuidado de no labrarte con tu lengua una cadena que te conduzca y arrastre a los Infiernos”; porque, dice Santiago: Que “la lengua contamina toda el cuerpo e inflama la rueda o toda la carrera de nuestra vida”. La lengua es uno de los miembros del cuerpo que cuando habla mal infesta a todos los demás e inflama y corrompe toda nuestra vida, desde la niñez hasta la senectud; y de ahí resulta, que los que hablan obscenidades, no saben abstenerse de semejantes conversaciones, aun cuando son ancianos. Escribe Surio en la vida de San Valerio, que viajando el Santo entró en una casa para calentarse, donde aplicando el oído a lo que decía el dueño de ella al juez de la ciudad, oyó que hablaban de cosas obscenas, siendo ya ambos de edad avanzada. Les respondió el Santo severamente; más ellos no hicieron caso de su reprensión; y Dios los castigó a entreambos dejando ciego a uno, y causando al otro una llaga que le hacía sentir dolores mortales. Cuéntase, además, que uno de estos habladores obscenos murió de repente sin haberse siquiera querido confesar, y que fue visto después en los Infiernos, haciéndose pedazos la lengua, que al instante se renovaba para ser otra vez destrozada.

8. Más ¿como ha de querer Dios compadecerse de aquellos que no se compadecen de las almas de sus prójimos? Por esto dice Santiago: “Aguarda un juicio sin misericordia al que no usó de misericordia”. (Jac. II, 13) ¡Que compasión causa a las veces ver a estos habladores obscenos, hablar delante de jóvenes casadas y muchachas! Y cuando mayor es la concurrencia de los oyentes, con tanto más calor y desenfreno suelen hablar, sin contemplar el mal que hacen, ni el escándalo que dan a tantos inocentes. Porque muchas veces se hallan presentes niños y niñas de poca edad, a quienes escandalizan sin reflexión ni miramiento. Refiere un autor, que educado por los monjes de Cluny el hijo de cierto noble de la Borgoña, era puro como un ángel. Este, pues, entró un día en la tienda de un carpintero, y movido de las palabras obscenas de la mujer del carpintero, cometió un pecado, y perdió las gracia y la amistad de Dios. De otro cuenta Sabatino, en su obra titulada Luz Evangélica, que habiendo oído una palabra deshonesta, y pensando en ella por la noche, consintió un mal pensamiento, y murió repentinamente aquella noche. Sabedor de su muerte su confesor, quería celebrar por él una misa; pero el alma de aquel desgraciado joven se le apareció, y le dijo: que no celebrase por él, porque se había condenado por causa de aquella palabra obscena, y que celebrando por él aumentaría sus penas. ¡Oh Dios mío! ¡Cómo llorarían los ángeles custodios, si pudiesen llorar, de aquellos desgraciados muchachos que se condenan por el escándalo que les causaron las palabras deshonestas, que pronuncian en su presencia algunos hombres impuros y desalmados! Pero pedirán contra ellos terrible venganza delante de Dios. Y esto es lo que significan aquellas palabras de Jesucristo: “Mirad que no despreciéis a alguno de estos pequeñitos, porque os hago saber, que sus ángeles custodios en los Cielos están siempre viendo continuamente la cara de mi Padre”.

9. Cuidad, por tanto, hermanos míos, de guardaros más que de la misma muerte, de hablar palabras deshonestas. Oid la exhortación que os hace el Espíritu Santo por estas palabras: “Haz una balanza para tus palabras, y un freno bien ajustado para tu boca, y mira no resbales en tu hablar y sea incurable y mortal tu caída”. (Eccl. XXVIII, 29). Con las palabras: haz una balanza, se nos exhorta a pesar bien las palabras antes de proferirlas; y con la expresión: haz un freno bien ajustado, para tu boca, se nos intima que cerremos la boca cuantas veces nos sentamos tentados a pronunciar palabras deshonestas. Dios nos ha dado la lengua, no para ofenderle, sino para alabarle y bendecirle. Y por eso dice San Pablo: que la fornicación, y toda especie de impureza, ni aún se nombre entre nosotros, como corresponde a quienes Dios ha hecho Santos. De manera, que no solamente debemos evitar las palabras obscenas y las palabras equívocas, teniendo presente, que los equívocos deshonestos tal vez causan más daño que las palabras impuras; sino también las palabras picantes o que son ajenas de las personas santas, esto es, de los cristianos, de quienes habla San Pablo.

10. Reflexionad, dice San Agustín, que vuestras bocas son bocas de cristianos, en las que tantas veces ha entrado Jesucristo por medio de la Santa Comunión, y por esto debéis de absteneros de proferir palabras que son un veneno infernal. San Pablo escribe: “vuestra conversación sea siempre con agrado sazonada con la sal”, es decir, mezclad en la conversación algunas palabras santas que muevan a los que escuchan a amar a Dios, y retraerlos de ofenderle. ¡Feliz la lengua -dice San Bernardo-, que no sabe hablar sino de las cosas de Dios! Debéis, pues, guardaros, amados cristianos, no sólo de las palabras impuras, sino también del trato de los que las profieren. Y así, cuando oigáis hablar mal y deshonestamente, circunvalad vuestros oídos de espinas, como dice el Espíritu Santo, y no deis oídos a tales conversaciones. Que quiere decir, que os revistáis de severidad, y reprendáis con calor y celo a los que hablen de este modo: o, al menos, les manifestéis en el semblante que os disgusta la conversación. No nos avergoncemos de parecer discípulos de Jesucristo, sino queremos que Jesucristo se avergüence de recibirlos después en el Paraíso. Manifestemos a los malos, que seguimos la doctrina y los preceptos de Jesucristo; confesemos que somos sus discípulos, para que Él también declare que es Nuestro Maestro en la otra vida, como nos lo promete en el Evangelio con estas palabras: “Todo aquél que me reconozca delante de los hombres, Yo también lo reconoceré delante de mi Padre, que está en los Cielos”. (Matth. X, 32).

De esta suerte cumpliremos con su santa ley, y después de ésta vida mereceremos disfrutar de su compañía en la eterna.

Temas relacionados (haz click): 1) LAS MALAS CONVERSACIONES 2) BENEDICENCIA VS. MALEDICENCIA

¡¡¡ESTO SÍ ES CARIÑO!!!

VIDA INTERIOR. Santa Teresa de Jesús (audio)

12 de agosto de 2013 se cumplen 100 años de la fundación de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM).

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12 de agosto de 2013 se cumplen 100 años de la fundación de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM).

EVENTO PRO GAY CANCELADO EN UNIVERSIDAD DE JESUITAS COLOMBIANOS GRACIAS A PRESIÓN DE LAICOS INDIGNADOS, INFORMÓ MONS. FALLA

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Mons. Falla

El Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), Mons. José Daniel Falla, informó que gracias a la intervención del Presidente de la CEC y Arzobispo de Bogotá, Cardenal Salazar, y del Nuncio Apostólico en el país, Mons. Balestrero, la Pontificia Universidad Javeriana frenó la realización del evento pro gay «Ciclo Rosa Académico». «Me parece que en este momento fue más importante la presión que hizo el común de los fieles», señaló el prelado, destacando la recolección de firmas iniciada por la plataforma Voto Católico Colombia.

13/08/13 


(ACI/InfoCatólica) Mons. Falla confirmó que el Nuncio Apostólico «estuvo hablando con el provincial de los jesuitas aquí en Colombia» y que el Cardenal tiene en agenda para el 13 de agosto una reunión «con el General de los Jesuitas (Padre Adolfo Nicolás) que está aquí y el Provincial (Padre Francisco De Roux). Y van a tocar ese punto». El Secretario General de la CEC destacó el rol que ha jugado en detener el evento pro gay «la presión sobre todo del laicado. Me parece muy importante resaltar eso, porque hay muchos laicos comprometidos».
Consultado si se han tratado otros polémicos temas en los que se ha visto envuelta la Pontificia Universidad Javeriana, como su apoyo a las adopciones por parte de parejas homosexuales, el respaldo del Padre Carlos Novoa -docente de ese centro de estudios católico- al aborto, y los textos heréticos publicados por el Padre Alfonso Llano, ex director del Instituto de Bioética de la Javeriana, Mons. Falla señaló que «tengo entendido que el Nuncio está al tanto de esto». «No sabemos si el Nuncio puso sobre la mesa todo lo que ha venido siendo la trayectoria de la Javeriana en todos estos aspectos, que él ya los conoce», indicó.
El Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia indicó que estaba pensado presentar un comunicado tras la reunión de mañana entre el Presidente de la CEC y el General de los Jesuitas, «pero vemos que si ya se canceló (el Ciclo Rosa Académico) no sería necesario».

NOTA DE LA REDACCIÓN:

La Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, dirigida por la Compañía de Jesús (jesuitas), pretendía organizar para fines de agosto de este año el llamado «Ciclo Rosa Académico», un evento pro gay que reuniría a importantes promotores del lobby homosexual en Colombia y Ecuador. Este evento, que promueve abiertamente el estilo de vida homosexual, se realiza desde el 2001. Este año iba ser acogido en la mencionada universidad católica colombiana entre el 28 y 30 de agosto. Gracias a la intervención de un grupo de laicos que protestaron, las autoridades eclesiásticas del país intervinieron para su cancelación.

El evento finalmente se realizará en una sede que no sea católica.

Como puede verse, cuando el laicado se organiza por una buena causa pueden lograrse muchos bienes. Lo lamentable es que existan jesuitas que promuevan esto. ¡Qué lejos andan estos modernistas del verdadero espíritu de San Ignacio!


ORACIÓN DE ENTREGA de San Ignacio de Loyola

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Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad;
todo mi haber y mi poseer.
Vos me disteis,
a Vos, Señor, lo torno.
Todo es Vuestro:
disponed de ello
según Vuestra Voluntad.
Dadme Vuestro Amor y Gracia,
que esto me basta.

Tema relacionado (haz click):San Ignacio de Loyola, el filme

ASUNCIÓN DE LA DULCÍSIMA VIRGEN MARÍA (15 DE AGOSTO)

LOBBY GAY ORGANIZA "HOGUERA SACRÍLEGA" POR CANCELACIÓN DE CICLO ROSA EN LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

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Mientras el jesuita Joaquín Emilio Sánchez García (en la foto),
rector de la Universidad Javeriana defendió el evento
pro gay,  los obispos colombianos se congratularon 
por la participación de los laicos que llevaron a 
suspenderlo en esa Universidad.


BOGOTÁ, 15 Ago. 13 / 12:39 pm (ACI).-Bajo el lema "la única Iglesia que ilumina es la que arde", el lobby gay en Colombia ha organizado una "hoguera sacrílega" para quemar imágenes religiosas, rosarios, crucifijos, entre otros, este viernes 16 de agosto, en el marco de una manifestación en el frontis de la Pontificia Universidad Javeriana por la cancelación del Ciclo Rosa Académico, en el que se promovía el estilo de vida homosexual.

El Ciclo Rosa ha sido organizado durante 12 años por el Instituto de Estudios Sociales y Culturales PENSAR de la Pontificia Universidad Javeriana, y se iba a realizar a fines de agosto en el campus del centro de estudios católico.

El evento se canceló tras la presión de miles de laicos y la intervención del Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) y Arzobispo de Bogotá, Cardenal Rubén Salazar, y del Nuncio Apostólico en el país, Mons. Ettore Balestrero.

El rector de la Pontificia Universidad Javeriana, Padre Joaquín Emilio Sánchez García, el director del Instituto PENSAR, Padre Alberto Múnera, y el docente de la Javeriana y promotor del aborto en Colombia, Padre Carlos Novoa -los tres sacerdotes jesuitas-, han defendido el evento y criticado su cancelación.

El Padre Sánchez García, quien llegó a manipular una frase del Papa Francisco para justificar el Ciclo Rosa, aseguró que al organizar este evento la Pontificia Universidad Javeriana "de ninguna manera ha hecho algo inconveniente para la fe cristiana".

En un evento difundido inicialmente en la red social Facebook, y luego eliminado de esta, el lobby gay escribió "que quede claro: ¡La única Iglesia que ilumina es la que arde! Cualquier tipo de fundamentalismo es peligroso y perjudicial para la libertad de pensamiento, para la autonomía y la capacidad crítica que debe tener una sociedad que está dispuesta a cuestionar los dogmas, instituciones e imaginarios de todo tipo, que perpetúan idearios de exclusión y marginación".

Los "ideólogos del género", dijeron los organizadores de este evento anti católico, "son aquellos que propenden por la naturalización del odio y la justificación de las opresiones y lxs (sic) que nos dedicamos a trabajar por una sociedad libre de binarismos, patriarcado y heterosexismo".

El lobby gay se manifestó indignado por "saber que persista la censura y la persecución al conocimiento laico".

"Justamente por esto, como propuesta colectiva, para iluminar esos espacios que propenden por suprimir una historia de más de diez años de constancia y esfuerzo académico plural, convocamos a una gran hoguera hereje, en la que seremos ahora las brujas, las mariconas, escatofílicas (sic), machorras, putas, deslenguadas… las que echemos al fuego todo símbolo religioso que ha sido y sigue siendo causa de opresiones, violencias, injusticias, criminalizaciones, culpas, segregación, temores y asesinatos".

La "hoguera hereje" se realizará, indicaron, "durante la ola rosa convocada para el viernes 16 de agosto, frente a la Universidad Javeriana, al mediodía".

El lobby gay culminó la invitación a su evento pidiendo que "no se quede sin llevar su rosario, crucifijo, estampita, etc." (N. de la R: para ser arrojado a la hoguera).


VIDEO HISTÓRICO: DECLARACIÓN EX CATHEDRA DEL DOGMA DE LA ASUNCIÓN POR PARTE DE S.S. PÍO XII

"ES PRECISO QUE HAYA HEREJÍAS; A FIN QUE SE DESTAQUEN LOS DE PROBADA VIRTUD": SAN PABLO

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San Pablo
Nos ha escrito un lector preocupado por un amigo suyo que se ha alejado de la Iglesia y de los sacramentos por causa de los escándalos de algunos sacerdotes modernistas. Su amigo le decía -entre otras cosas- que no volvería a confesarse, pues podría resultar que lo hiciera con un "homosexual". Este pobre hombre ha caído en la tentación del maligno que no le permite distinguir ni discernir correctamente. El demonio ataca a las personas de virtud moral por medio de trampas intelectuales como ésta. No pudiendo corromper su moral y una vida virtuosa, lanza la trampa por donde es más factible: las propias virtudes de la persona las convierte en un obstáculo para discernir. Les oscurece el juicio de tal modo que generalizan los defectos y pecados de unos a todos. No les permite distinguir muchos otros aspectos. Se atreven a juzgar la Religión (o a la Iglesia) por los malos clérigos, sin embargo nunca condenarían la Medicina por culpa de los malos médicos. Y ni siquiera se dan cuenta de esa paradójica incongruencia. Olvidan que un árbol al caer hace mucho ruido, pero que miles de árboles creciendo son silenciosos. Tampoco distinguen que hasta el peor pecador siendo sacerdote, no pierde por ello el carácter sacerdotal y todo lo que esto significa, aunque sea indigno de ello.

Ciertamente es lógico y recomendable alejarse de aquellos sacerdotes infieles a la moral católica, pero sin ignorar que conservan su poder sacerdotal. Más recomendable aún es apartarse de aquellos eclesiásticos (sacerdotes, obispos y cardenales) que se encuentren contaminados de herejías modernistas, pues nos pueden hacer perder la fe y arrastrarnos a sus gravísimos errores (doctrinales o morales). Todo ello está muy bien, pero nada tiene que ver con alejarse de la Iglesia Católica ni de la práctica de los sacramentos y de la oración.

Generalmente, en la diferentes épocas de la historia de la Iglesia, los clérigos inmorales o los heréticos han sido una minoría. Aunque es verdad que ha habido crisis como la provocada por la herejía arriana que parecía iba a contaminar a todos, al grado que San Jerónimo expresó que el mundo gimió al sentirse arriano. Así que la Iglesia está conformada no necesariamente por la mayoría sino por quienes conservan íntegra la fe de Cristo y de su Iglesia, por lo que San Atanasio señaló que era más importante conservar la fe que tener los templos (ver AQUÍ). Tan es así, que está profetizada en la Biblia que habrá una apostasía general, lo que implica que entonces pocos serán quienes conserven la verdadera fe. "¿Cuando vuelva encontraré fe en la tierra?", dijo Cristo. San Lucas xviii,8.

Es tan grave la actual crisis de la Iglesia que muchos opinan que esos tiempos ya se han iniciado. Sea esto como sea, las herejías de muchos no deben ser causa de detrimento en la fe del verdadero católico. Cristo ya nos advirtió que vendrían falsos pastores disfrazados con piel de oveja. Y nos lo advirtió precisamente para que no los sigamos y, también, para que no nos descontrole esto ni afecte nuestra fe ni nuestra esperanza. Dios no falla ni fracasa. Él estará con nosotros hasta la consumación de los siglos.

Don Félix Sardà
Dice el Padre Félix Sardà*: "El clérigo apóstata es el primer factor que busca el diablo para esta su obra de rebelión. Necesita presentarla en algún modo autorizada a los ojos de los incautos, y para eso nada le sirve tanto como el refrendo de algún ministro de la Iglesia. Y como, por desgracia, nunca faltan en ella clérigos corrompidos en sus costumbres, camino el más común de la herejía; o ciegos de soberbia, causa también muy usual de todo error; de ahí que nunca le han faltado a éste apóstoles y fautores eclesiásticos, cualquiera que haya sido la forma con que se ha presentado en la sociedad cristiana".

Esto no debe escandalizar a nadie. Recuérdese la sentencia del Apóstol Pablo, que no se olvidó de prevenirnos: "Es preciso que haya herejías, a fin de que se destaquen los de probada virtud entre ustedes" (1 Cor xi, 18-19). Es inevitable que en la lucha haya facciones, porque Jesús anunció que traería división (Mat. x, 34). La separación de unos y otros será sólo definitiva hasta el final (Mat xiii, 47-49). En tanto, en la lucha se corrobora y se manifiesta la fe de quienes de veras son de Cristo.

No hay, pues, motivo para perder la fe ni para alejarse de los sacramentos ni de la oración. Satanás sabe cómo tentar a cada quien. A unos los ataca por las pasiones, a los más virtuosos o sabios por el intelecto o por la soberbia. El objetivo es llevar al hombre al desánimo y a la desesperanza, y de ahí a la traición y abandono de su fe. Cada quien tiene un punto débil y por ahí ataca. De nuestra parte está conservar íntegra nuestra fe y nuestra catolicidad, y luchar para ser de los de probada virtud que no caen ni en la herejía ni abandonan su lucha por mantener esa fe católica íntegra. Esto es, ser de aquellos que los vendavales del error no los mueve, pues tienen fe en Cristo y en su Palabra que conocen, pues saben que los cielos y la tierra pasarán pero esa Palabra divina nunca pasará (Mt. xxiv, 35). 

A continuación transcribimos un texto del reconocido sacerdote don Félix Sardà y Salvany* (de su obra "El liberalismo es pecado"), donde se detalla todo esto:


MINISTROS CONTAGIADOS
"No está exento el ministro de Dios de pagar miserable tributo a las humanas flaquezas, y de consiguiente lo ha pagado también repetidas veces el error contra la fe.
¿Y qué tiene esto de particular, cuando no ha habido apenas herejía alguna en la Iglesia de Dios que no haya sido elevada o propagada por algún clérigo? Más aún: es históricamente cierto, que no han dado qué hacer ni han medrado en siglo alguno las herejías que no han empezado por tener clérigos a su devoción.
El clérigo apóstata es el primer factor que busca el diablo para esta su obra de rebelión. Necesita presentarla en algún modo autorizada a los ojos de los incautos, y para eso nada le sirve tanto como el refrendo de algún ministro de la Iglesia. Y como, por desgracia, nunca faltan en ella clérigos corrompidos en sus costumbres, camino el más común de la herejía; o ciegos de soberbia, causa también muy usual de todo error; de ahí que nunca le han faltado a éste apóstoles y fautores eclesiásticos, cualquiera que haya sido la forma con que se ha presentado en la sociedad cristiana.
Judas, que empezó en el propio apostolado a murmurar y a sembrar recelos contra el Salvador, y acabó por venderle a sus enemigos, es el primer tipo del sacerdote apóstata y sembrador de cizaña entre sus hermanos; y Judas, adviértase, fue uno de los doce primeros sacerdotes ordenados por el mismo Redentor.
La secta de los Nicolaítas tomó origen del diácono Nicolás, uno de los siete primeros diáconos ordenados por los Apóstoles para el servicio de la Iglesia, y compañero de San Esteban, protomártir.
Paulo de Samosata, gran heresiarca del siglo III, era obispo de Antioquía.
De los Novacianos, que tanto perturbaron con su cisma a la Iglesia universal, fue padre y autor el presbítero de Roma, Novaciano.
Melecio, obispo de la Tebaida, fue autor y jefe del misma de los Melecianos.
Tertuliano, asimismo sacerdote y elocuente apologista, cae y muere en la herejía de los Montanistas.
Entre los Priscilianistas españoles, que tanto escándalo causaron en nuestra patria en el siglo IV, figuran los nombres de Instancio y Salviano, dos obispos, a quienes desenmascaró y combatió Higinio; fueron condenados en un concilio reunido en Zaragoza.
El principal heresiarca que ha tenido tal vez la Iglesia fue Arrio, autor del Arrianismo, que llegó a arrastrar en pos de sí tantos reinos como el Luteranismo de hoy. Arrio fue un sacerdote de Alejandría, despechado por no haber alcanzado la dignidad episcopal. Y clero arriano lo hubo en esta secta, hasta el punto de que gran parte del mundo no tuvo otros obispos ni sacerdotes durante mucho tiempo.
Nestorio, otro de los famosísimos herejes de los primeros siglos, fue monje, sacerdote, obispo de Constantinopla y gran predicador. De él procedió el Nestorianismo.
Eutiques, autor del Eutiquismo, era presbítero y abad de un monasterio de Constantinopla.
Vigilancio, el hereje tabernero tan donosamente satirizado por San Jerónimo, había sido ordenado sacerdote en Barcelona.
Pelagio, autor del Pelagianismo, que fue objeto de casi todas las polémicas de San Agustín, era monje, adoctrinado en sus errores sobre la gracia por Teodoro, obispo de Mopsuesta.
El gran cisma de los Donatistas llegó a contar gran número de clérigos y obispos.
De éstos dice un moderno historiador (Amat, Hist. de la Iglesia de J. C.): "Todos imitaron luego la altivez de su jefe Donato, y poseídos de una especie de fanatismo de amor propio, no hubo evidencia, ni obsequio, ni amenaza que pudiese apartarlos de su dictamen. Los obispos se creían infalibles e impecables; los particulares en estas ideas se imaginaban seguros siguiendo a sus obispos, aun contra la evidencia".
De los herejes Monotelistas fue padre y doctor Sergio, patriarca de Costantinopla.
De los herejes Adopcianos, Felix, obispo de Urgel.
En la secta Iconoclasta cayeron Constantino, obispo de Natolia; Tomás, obispo de Claudiópolis, y otros Prelados, a los cuales combatió Sari (lerman, patriarca de Constantinopla.
Del gran cisma de Oriente no hay que decir quiénes fueron los autores, pues sabido es lo fueron Focio, patriarca de Constantinopla, y sus obispos sufragáneos.
Berengario, el perverso impugnador de la Sagrada Eucaristía, fue arcediano de la catedral de Angers.
Wycleff, uno de los precursores de Lutero, era párroco de Inglaterra; Juan Huss, su compañero de herejía, era también párroco de Bohemia. Fueron ambos ajusticiados como jefes de los Wiclefitas y Husitas.
Lutero
De Lutero sólo necesitamos recordar que fue monje agustino de Witemberg.
Zuinglio era párroco de Zurich.
De Jansenio, autor del maldito Jansenismo, ¿quién no sabe que era obispo de Iprés?
El cisma anglicano, promovido por la lujuria de Enrique VIII, fue principalmente apoyado por su favorito el arzobispo Crammer.
En la revolución francesa, los más graves escándalos en la iglesia de Dios los dieron los curas y obispos revolucionarios. Horror y espanto causan las apóstasías que afligieron a los buenos en aquellos tristísimos tiempos. La Asamblea francesa presenció con este motivo escenas que puede leer el curioso en Henrion o en cualquier otro historiador .
Lo mismo sucedió después en Italia. Conocidas son las apostasías públicas de Gioberti y fray Pantaleone, de Passaglia, del cardenal Andrea.
En España hubo clérigos en los clubs de la primera época constitucional, clérigos en los incendios de los conventos, clérigos impíos en las Cortes, clérigos en las barricadas, clérigos en los primeros introductores del Protestantismo después de 1869. Obispos jansenistas los hubo en abundancia en el reinado de Carlos III. (Véase sobre esto el tomo III de los Heterodoxos, por Menéndez Pelayo.)
Varios de éstos pidieron, y muchos aplaudieron en sendas pastorales, la inicua expulsión de la Compañía de Jesús. Hoy mismo en varias diócesis españolas son conocidos públicamente algunos clérigos apostatas, y casados inmediatamente, como es lógico y natural.
JUDAS
Conste, pues, que desde Judas hasta el ex-Padre Jacinto la raza de los ministros de la Iglesia traidores a su Jefe y vendidos a la herejía, se sucede sin interrupción. Que al lado y enfrente de la tradición de la verdad, hay también en la sociedad cristiana la tradición del error; en contraste con la sucesión apostólica de los ministros buenos, tiene el infierno la sucesión diabólica de los ministros pervertidos. Lo cual no debe escandalizar a nadie. Recuérdese a propósito de esto la sentencia del Apóstol, que no se olvidó de prevenirnos: Es preciso que haya herejías, para que se manifieste quiénes son entre vosotros los verdaderamente probados".

¿QUÉ CONDUCTA DEBE OBSERVAR EL BUEN CATÓLICO CON ESTOS MINISTROS? 
"Está bien, dirá alguno al llegar aquí. Todo esto es facilísimo de comprender, y basta haber medianamente hojeado la historia para tenerlo por averiguado. Mas lo delicado y espinoso es exponer cuál debe ser la conducta que con tales ministros de la Iglesia extraviados debe observar el fiel seglar, santamente celoso de la pureza de su fe así como de los legítimos fueros de la autoridad.
Don Félix Sardà y Salvany
Es indispensable establecer aquí varias distinciones y clasificaciones, y responder diferentemente a cada una de ellas.
1.º Puede darse el caso de un ministro de la Iglesia públicamente condenado como liberal por ella. En este caso bastará recordar que deja de ser católico (en cuanto a merecer la consideración de tal) todo fiel, eclesiástico o seglar, a quien la Iglesia separa de su seno, mientras por una verdadera retractación y formal arrepentimiento no sea otra vez admitido a la comunión de los fieles. Cuando así suceda con un ministro de la Iglesia, es lobo el tal; no es pastor, ni siquiera oveja. Evitarle conviene, y sobre todo rogar por él.
2.º Puede darse el caso de un ministro de la Iglesia caído en la herejía, pero sin haber sido aún oficialmente declarado culpable por la referida Iglesia. En este caso es preciso obrar con mayor circunspección. Un ministro de la Iglesia caído en error contra la fe, no puede ser oficialmente desautorizado más que por quien tenga sobre él Jerárquica jurisdicción. Puede, sin embargo, en el terreno de la polémica meramente científica, ser combatido por sus errores y convicto de ellos, dejando siempre la última palabra, o sea el fallo de la polémica, a la autoridad, única infalible, del Maestro universal. Gran regla, estamos por decir única regla en todo, es la práctica constante de la Iglesia de Dios, según aquello de un Santo Padre Quod semper quad ubique, quad ad omnibus. Pues bien. Así se ha procedido siempre en la Iglesia de Dios. Los particulares han visto en un eclesiástico doctrinas opuestas a las que se han enseñado comúnmente únicas sanas. Han dado el grito sobre ellas, se han lanzado a combatirlas en el libro, en el folleto, de viva voz, y han pedido de esta suerte al magisterio infalible de Roma el fallo decisivo. Son los ladridos del perro que advierten al pastor. Apenas hubo herejía alguna en el Catolicismo que no se empezase a confundir y desenmascarar de esta manera.
3.º Puede darse el caso de que el infeliz extraviado sea un ministro de la Iglesia, al cual debamos estar particularmente subordinados. Es preciso entonces proceder todavía con más mesura y mayor discreción. Hay que respetar siempre en él la autoridad de Dios, hasta que la Iglesia lo declare desposeído de ella. Si el error es dudoso, hay que llamar sobre él la atención de sus superiores inmediatos para que le pidan sobre ello clara explicación. Si el error es evidente, no por esto es lícito constituirse en inmediata rebeldía, sino que es preciso contentarse con la resistencia pasiva a aquella autoridad, en lo que aparezca evidentemente en contradicción con las doctrinas reconocidas por sanas en la Iglesia. Guardarle se debe empero todo respeto exterior, obedecerle en lo que no aparezca dañada ni dañosa su enseñanza, resistirle pacífica y respetuosamente en lo que se aparte de la común sentencia católica.
4.º Puede darse el caso (y es el más general) de que el extravío de un ministro de la Iglesia no verse sobre puntos concretos de doctrina católica, sino sobre ciertas apreciaciones de hechos o personas, ligadas más o menos con ella. En este caso aconseja la prudencia cristiana mirar con prevención al tal sacerdote resabiado, preferir a los suyos los consejos de quien no tenga tales resabios recordar a propósito de esto la máxima del Salvador: "Un poco de levadura hace fermentar toda la masa." De consiguiente, una prudente desconfianza es aquí la regla de mayor seguridad. Y en esto, como en todo, pedir luz a Dios, consejo a personas dignas e íntegras, procediendo siempre con gran recelo tocante a quien no juegue muy limpio o no hable muy claro sobre los errores de actualidad.
Y he aquí lo único que podemos decir sobre este punto, erizado de infinitas dificultades, y que es imposible resolver en tesis general. No olvidemos una observación que arroja torrentes de luz. Más se conoce al hombre por sus aficiones personales que por sus palabras y por sus libros. Sacerdote amigo de liberales, mendigo de sus favores y alabanzas, y ordinariamente favorecido con ellas, trae consigo, por lo regular, muy sospechosa recomendación de ortodoxia doctrinal.
Párense nuestros amigos en este fenómeno, y verán cuan segura norma y cuán atinado criterio les da".
*Félix Sardà y Salvany (Sabadell, 21 de mayo de 1841 –- ibídem 2 de enero de 1916) fue un sacerdote, apologista, polemista y escritor español. En tres ocasiones fue incluido en la terna para ser elegido obispo, sin que Sardá aceptara el nombramiento. Defendió el Syllabus y emprendió campañas contra la masonería, el espiritismo, el protestantismo, el anarquismo, el naturalismo, el liberalismo y otras corrientes ideológicas afines. Fue elogiado por dicasterios de la Santa Sede como la Sagrada Congregación del Índice. 

LAS DEFORMACIONES EN EL CULTO A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA por San Luis María Grignion de Montfort

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Características de los devotos críticos, escrupulosos, exteriores, presuntuosos, inconstantes, hipócritas, interesados...

90. ...Es preciso, ahora más que nunca, hacer una buena elección de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. En efecto, hoy más que nunca, nos encontramos con falsas devociones que fácilmente podrían tomarse por verdaderas. El demonio, como falso acuñador de moneda y ladrón astuto y experimentado, ha engañado y hecho caer ya a muchas almas por medio de falsas devociones a la Santísima Virgen y cada día utiliza su experiencia diabólica para engañar a muchas otras, entreteniéndolas y adormeciéndolas en el pecado, so pretexto de algunas oraciones mal recitadas y de algunas prácticas exteriores inspiradas por él. Como un falsificador de moneda no falsifica ordinariamente sino el oro y la plata y muy rara vez los otros metales, porque no valen la pena, así el espíritu maligno no falsifica las otras devociones tanto como las de Jesús y María la devoción a la Sagrada. Comunión y la devoción a la Virgen porque son entre las devociones, lo que el oro y la plata entre los metales. 

91. Es, por ello, importantísimo:

conocer las falsas devociones para evitarlas y las verdaderas para abrazarlas,

conocer cuál es, entre las diferentes formas de devoción verdadera a la Santísima Virgen, la más perfecta, la más agradable María, la más gloriosa para el Señor y la más eficaz para nuestra santificación, a fin de optar por ella. 

92. Hay, a mi parecer, siete clases de falsos devotos y falsas devociones a la Santísima Virgen, a saber:
1° los devotos críticos;2° los devotos escrupulosos;3° los devotos exteriores;4° los devotos presuntuosos;5° los devotos inconstantes;6° los devotos hipócritas;7° los devotos interesados. 

a. Los devotos críticos.93. Los devotos críticos son, por lo común, sabios orgullosos, engreídos y pagados de sí mismos, que en el fondo tienen alguna devoción a la Santísima Virgen, pero critican casi todas las formas de piedad con las que las gentes sencillas honran ingenua y santamente a esta buena Madre, sólo porque no se acomodan a sus fantasías. Ponen en duda todos los milagros e historias referidas por autores fidedignos o extraídas de las crónicas de las Ordenes religiosas, que atestiguan la misericordia y poder de la Santísima Virgen. Se irritan al ver a las gentes sencillas y humildes arrodilladas para rogar a Dios ante un altar o imagen de María o en la esquina de una calle... Llegan hasta a acusarlas de idolatría, como si adorarán la madera o la piedra. En cuanto a ellos así dicen no gustan de tales devociones exteriores ¡ni son tan cándidos para creer a tantos cuentos e historietas como corren acerca de la Santísima Virgen! Si se les recuerdan las admirables alabanzas que los Santos Padres tributan a María, responden que hablaban como oradores, en forma hiperbólica, o dan una falsa explicación de sus palabras. Esta clase de falsos devotos y gente orgullosa y mundana es mucho de temer: hace un daño incalculable a la devoción a la Santísima Virgen, alejado de Ella definitivamente a los pueblos so pretexto de desterrar abusos. 

b. Los devotos escrupulosos.94. Los devotos escrupulosos son personas que temen deshonrar al Hijo al honrar a la Madre, rebajar al Uno al honrar a la Otra. No pueden tolerar que se tributen a la Santísima Virgen las justísimas alabanzas que le prodigaron los Santos Padres. Toleran penosamente que haya más personas arrodilladas ante un altar de María que delante del Santísimo Sacramento, ¡como si esto fuera contrario a aquello o si los que oran a la Santísima Virgen, no orasen a Jesucristo por medio de Ella! No quieren que se hable con tanta frecuencia de la Madre de Dios ni que los fieles acudan a Ella tantas veces.

Oigamos algunas de sus expresiones más frecuentes: "¿De qué sirven tantos Rosarios? ¿Tantas congregaciones y devociones exteriores a la Santísima Virgen? ¡Cuánta ignorancia hay en tales prácticas! ¡Esto es poner en ridículo nuestra religión! ¡Hábleme más bien de los devotos de Jesucristo! Y, al pronunciar frecuentemente este nombre, lo digo entre paréntesis, no se descubren. Hay que recurrir solamente a Jesucristo. El es nuestro único mediador. Hay que predicar a Jesucristo: ¡esto es lo sólido!" 

Y lo que dicen es verdad en cierto sentido. Pero, la aplicación que hacen de ello para combatir la devoción a la Santísima Virgen es muy peligrosa, es un lazo sutil del espíritu maligno, so pretexto de un bien mayor. Porque ¡nunca se honra tanto a Jesucristo como cuando se honra a la Santísima Virgen! Efectivamente, si se la honra, es para honrar más perfectamente a Jesucristo y si vamos a Ella, es para encontrar el camino que nos lleve a la meta, que es Jesucristo.

95. La iglesia, con el Espíritu Santo, bendice primero a la Santísima Virgen y después a Jesucristo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús". Y esto, no porque la Virgen María sea mayor que Jesucristo o igual a El lo cual sería intolerable herejía sino porque para bendecir más perfectamente a Jesucristo hay que bendecir primero a María. Digamos, pues, con todos los verdaderos devotos de la Santísima Virgen y contra sus falsos devotos escrupulosos. "María, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús". 

c. Los devotos exteriores.96. Los devotos exteriores son personas que cifran toda su devoción a María en prácticas externas. Solo gustan de lo exterior de esta devoción, porque carecen de espíritu interior. Rezan muchos Rosarios, pero atropelladamente. Participan en muchas Misas, pero sin atención. Se inscriben en todas las cofradías marianas, pero sin enmendar su vida, sin vencer sus pasiones, ni imitar las virtudes de la Santísima Virgen. Sólo gustan de lo sensible de la devoción, no buscan lo sólido. De suerte que si no experimentan algo sensible en sus prácticas piadosas, creen que no hacen nada, se desalientan y lo abandonan todo o lo hacen por rutina. 

El mundo está lleno de esta clase de devotos exteriores. No hay gente que más critique a las personas de oración, que se empeñan en lo interior como lo esencial, aunque sin menospreciar la modestia exterior, que acompaña siempre a la devoción verdadera.

d. Los devotos presuntuosos.97. Los devotos presuntuosos son pecadores aletargados en sus pasiones o amigos de lo mundano.

Bajo el hermoso nombre de cristianos y devotos de la Santísima Virgen, esconden el orgullo, la avaricia, la lujuria, la embriaguez, el perjurio, la maledicencia o la injusticia, etc.; duermen en sus costumbres perversas, sin hacerse mucha violencia para corregirse, confiados en que son devotos de la Santísima Virgen; se prometen a sí mismos que Dios les perdonará, que no morirán sin confesión ni se condenarán, porque rezan el Rosario, ayunan los sábados, pertenecen a la cofradía del Santo Rosario, a la del escapulario y otras congregaciones, llevan el hábito o la cadenilla de la Santísima Virgen, etc.

Cuando se les dice que su devoción no es sino ilusión diabólica y perniciosa presunción, capaz de llevarlos a la ruina, se resisten a creerlo. Responden que Dios es bondad y misericordia; que no nos ha creado para perdición; que no hay hombre que no peque, que basta un buen "¡Señor, pequé!" a la hora de la muerte. Y añaden que son devotos de la Santísima Virgen; que llevan el escapulario, que todos los días rezan puntualmente siete Padrenuestros y Avemarías en su honor y, algunas veces, el Rosario o el Oficio de Nuestra Señora, que ayunan, etc.


Para confirmar sus palabras y cegarse aún más, alegan algunos hechos verdaderos o falsos -poco importa- que han oído o leído, en los que se asegura que personas muertas en pecado mortal y sin confesión, gracias a que durante su vida hablan rezado algunas oraciones o ejercitado algunas prácticas de devoción en honor de la Virgen resucitaron para confesarse o su alma permaneció milagrosamente en el cuerpo hasta que lograron confesarse o, a la hora de la muerte, obtuvieron del Señor, por la misericordia de María, el perdón y la salvación. ¡Ellos esperan correr la misma suerte!

98. Nada, en el cristianismo, es tan perjudicial a las gentes como esta presunción diabólica. Porque, ¿Cómo puede alguien decir con verdad que ama y honra a la Santísima Virgen, mientras con sus pecados hiere, traspasa, crucifica y ultraja despiadadamente a Jesucristo, su Hijo? Si María se obligara a salvar por su misericordia a esta clase de personas, ¡Autorizaría el pecado y ayudaría a crucificar a su Hijo! Y esto, ¿quién osaría siquiera pensarlo?

99. Protesto que abusar así de la devoción a la Santísima Virgen devoción que después de la que se tiene al Señor en el Santísimo Sacramento es la más santa y sólida de todas constituye un horrible sacrilegio, el mayor y menos digno de perdón después de la comunión sacrílega. Confieso que, para ser verdadero devoto de la Santísima Virgen, no es absolutamente necesario que seas tan santo, que llegues a evitar todo pecado aunque esto sería lo más deseable. Pero es preciso, al menos (¡nota bien lo que digo!):

mantenerse sinceramente resuelto a evitar, por lo menos, todo pecado mortal, que ultraja tanto a la Madre como al Hijo;
violentarse para evitar el pecado;
inscribirse en las cofradías, rezar los cinco o quince misterios del Rosario u otras oraciones, ayunar los sábados, etc.

100. Todas estas buenas obras son maravillosamente útiles para lograr la conversión de los pecadores por endurecidos que estén. Y si tú, lector, fueras uno de ellos, aunque ya tuvieras un pie en el abismo... te las aconsejo, a condición de que las realices con la única intención de alcanzar de Dios por intercesión de la Santísima Virgen la gracia de la contrición y perdón de tus pecados y vencer tus hábitos malos y no para permanecer tranquilamente en estado de pecado, no obstante los remordimientos de la conciencia, el ejemplo de Jesucristo y de los santos y las máximas del Santo Evangelio.

e. Los devotos inconstantes.101. Los devotos inconstantes son los que honran a la Santísima Virgen a intervalos y como a saltos. Ahora fervorosos, ahora tibios... En un momento parecen dispuestos a emprenderlo todo por su servicio, poco después ya no son los mismos. Abrazan de momento todas las devociones a la Santísima Virgen y se inscriben en todas sus cofradías, pero luego no cumplen sus normas con fidelidad. Cambian como la luna. Y María los coloca debajo de sus pies junto a la medialuna, porque son volubles e indignos de ser contados entre los servidores de esta Virgen fiel, que se distinguen por la fidelidad y la constancia. Mas vale no recargarse con tantas oraciones y prácticas devotas y hacer menos pero con amor y fidelidad a pesar del mundo, del demonio y de la carne.

f. Los devotos hipócritas.102. Hay todavía otros falsos devotos de la Santísima Virgen: los devotos hipócritas. Encubren sus pecados y costumbres pecaminosas bajo el manto de esta Virgen fiel, a fin de pasar a los ojos de los demás por lo que no son.

g. Los devotos interesados.103. Existen, finalmente, los devotos interesados. Son aquellos que sólo acuden a María para ganar algún pleito, evitar un peligro, curar de una enfermedad o por necesidades semejantes... sin las cuales no se acordarían de Ella.Unos y otros son falsos devotos, en nada aceptos a Dios ni a su Santísima Madre. 

104. Pongamos, pues, suma atención a fin de no ser del número...

  • de los devotos críticos, que no creen en nada pero todo lo critican;

  • de los devotos escrupulosos, que temen ser demasiado devotos de la Santísima. Virgen por respeto a Jesucristo;

  • de los devotos exteriores, que hacen consistir toda su devoción en prácticas exteriores;

  • de los devotos presuntuosos, que bajo el oropel de una falsa devoción a la Santísima Virgen, viven encenagados en el pecado;

  • de los devotos inconstantes, que por ligereza cambian sus prácticas de devoción o las abandonan a la menor tentación.

  • de los devotos hipócritas, que entran en las cofradías y visten la librea de la Santisima Virgen para hacerse pasar por santos.

  • y finalmente de los devotos interesados, que sólo recurren a la Virgen para librarse de males corporales o alcanzar bienes de este mundo.


  • LA CHICA DEL AEROPUERTO (cuento)

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    Una chica muy arrogante y estirada, estaba esperando su vuelo en una sala de espera de un gran aeropuerto.

    Como debía esperar un largo rato, decidió comprar un libro y también un paquete con galletas.

    Se sentó, para poder descansar y leer en paz.

    En el Asiento de a lado se sentó una señora ya de edad poco avanzada, que abrió una revista y empezó a leer.

    Entre ellas quedaron las galletas. Cuando la chica tomó la primera, la señora también tomó una.

    La chica se sintió indignada, pero no dijo nada. Sólo pensó: "¡Qué descarada esta vieja; si yo fuera más valiente, le diría un par de cosas y le insultaría".

    Cada vez que ella cogía una galleta, la señora también tomaba una. Aquello indignaba a la chica, tanto que no conseguía concentrarse ni reaccionar.

    Cuando quedaba una sola galleta, pensó: "¿Qué hará ahora esta vieja aprovechada?".

    Entonces, la señora partió la última galleta y con una media sonrisa en su rostro, sin decirle nada a la chica, dejó media galleta para ella.

    ¡Ah no! ¡Aquello le pareció demasiado!. La chica se enfureció y se molestó mucho. Muy indignada con tal situación, tomó la media galleta, no aguantó más y se la tiró a los pies de aquella señora. De inmediato le dijo: "Vieja descarada tráguesela, se ve que tiene hambre, eso es lo que es usted ¡UNA DESCARADA!".

    La señora sólo agachó la cabeza y no respondió nada.

    Se levantaron las dos y cada quien se dirigió a su propio sector de embarque, ya que tenían distintos vuelos y se dirigían a diferentes destinos.

    La chica mientras caminaba a su sector de embarque, resoplaba de la enorme rabia que llevaba. Cerró su libro y sus cosas y se dirigió a abordar.

    Cuando se sentó en el interior del avión, miró dentro del bolso y para su sorpresa allí estaba su paquete de galletas... ¡intacto y cerrado!.

    ¡Sintió tanta vergüenza que se le caía la cara! y le dio tanto sentimiento con aquella señora que hasta lloró. Sólo entonces se dio cuenta de lo equivocada que estaba. ¡Había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolso!.

    Se había alterado mucho mientras que la buena señora generosamente había compartido todas sus galletitas con ella, y sin sentirse indignada, nerviosa, consternada o alterada.

    Y ya no estaba a tiempo ni tenía posibilidades para dar explicaciones y ofrecer disculpas.

    Entonces razonó: ¿Cuántas veces en nuestra vida sacamos conclusiones precipitadas cuando debiéramos observar mejor? ¿Cuántas cosas no son exactamente como pensamos acerca de las personas?.

    Y recordó que existen cuatro cosas en la vida que no se recuperan:
    • Una piedra, después de haber sido lanzada;
    • Una palabra, después de haberla dicho;
    • Una oportunidad, después de haberla perdido;
    • El tiempo, después de haber pasado.


    MORALEJA:

    No actuemos apresuradamente. Muchas veces por no dominar nuestros impulsos, ofendemos sin darnos cuenta que las cosas  en realidad son de un modo diferente al que pensamos. Medita antes de actuar y ofender. Asegúrate bien antes de formar un juicio. No dañes injustamente ni quedes en ridículo. En ocasiones será irremediable, pues aunque te arrepientas quizá será demasiado tarde.

    "SI ME AMÁIS, GUARDARÉIS MIS MANDAMIENTOS" (Jn 14, 15).

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    "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos" (Jn 14, 15), ha dicho Cristo.

    Cierto que no es lo mismo pecar por debilidad ocasionalmente y levantarse por la Confesión, que pecar habitualmente sin escrúpulo alguno.

    Quien peca habitualmente y no lucha por evitar la ofensa a Dios no ama a Cristo, aunque lo diga con la boca.

    Así.....

    • Si habitualmente tienes relaciones fuera del matrimonio, no le amas.
    • Si empleas métodos microabortivos o artificiales para evitar los hijos, no le amas.
    • Si evitas -sin causa seria ni necesidad- los hijos por medios naturales, aunque el método no sea malo, al no cumplir con el deber de fecundidad no le amas.
    • Si no luchas contra las tentaciones y realizas actos sexuales contra natura, no le amas.
    • Si constantemente pecas de pensamiento o deseo, no le amas.
    • Si vives en concubinato, no le amas.
    • Si no cumples con tus deberes de padre o madre, no le amas.
    • Si no instruyes a tus hijos en el amor y conocimiento de Dios, no le amas.
    • Si constantemente no asistes a Misa los domingos ni acudes a los sacramentos, ni oras, no le amas.
    • Si descuidas instruirte en tu religión, no le amas.
    • Si no te importan los dolores y necesidades de tu prójimo, no le amas. 
    • Si no respetas a tus padres y superiores, no le amas.
    • Si acostumbras acudir a espectáculos o proyecciones inmorales, no lo amas.
    • Si robas o sustraes lo que no es tuyo, no lo amas. 
    • Si ofendes, insultas, hieres o dañas a otros, no le amas.
    • Si difamas o calumnias a tu prójimo, no lo amas.
    • Si te duele el bien ajeno o deseas el mal a otro, no le amas.
    • Si no crees TODA la doctrina que Él enseñó, no le amas.
    • Si la moral cristiana la haces relativa y la adecuas a tus gustos y pasiones, no le amas.

    ¡Cuántos "si...." podríamos enlistar y añadir a lo anterior! Pero no se trata de hacer una lista exhaustiva, sino de hacer un acto SINCERO de reflexión y conciencia para analizar si de veras amamos a Cristo de corazón y no sólo con la boca.

    Nuestro Señor Jesucristo dijo: "No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: ¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad! Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina" (Mateo 7, 21-27).


    LA AMOROSA PERMANENCIA DE CRISTO EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR por San Alfonso Mª de Ligorio

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    Venid a Mí todos los que
    estáis trabajados y abrumados,
    que Yo os aliviaré.
    (Mt. 11, 28)



    PUNTO 1

    Nuestro amantísimo Salvador, al partir de este mundo después de haber dado cima a la obra de nuestra redención, no quiso dejarnos solos en este valle de lágrimas. “No hay lengua que pueda declarar –decía San Pedro de Alcántara– la grandeza del amor que tiene Jesús a las almas; y así, queriendo este divino Esposo dejar esta vida para que su ausencia no les fuese ocasión de olvido, les dio en recuerdo este Sacramento Santísimo, en el cual Él mismo permanece; y no quiso que entre Él y nosotros hubiera otra prenda para mantener despierta la memoria”.

    Este precioso beneficio de nuestro Señor Jesucristo merece todo el amor de nuestros corazones, y por esa causa en estos últimos tiempos dispuso que se instituyese la fiesta de su Sagrado Corazón, como reveló a su sierva Santa Margarita de Alacoque, a fin de que le rindiésemos con nuestros obsequios de amor algún homenaje por su adorable presencia en el altar, y reparásemos, además, los desprecios e injurias que en este Sacramento de la Eucaristía ha recibido y recibe aún de los herejes y malos cristianos.

    Se quedo Jesús en el Santísimo Sacramento: primero, para que todos le hallemos sin dificultad; segundo, para darnos audiencia, y tercero, para dispensarnos sus gracias. Y en primer lugar, permanece en tantos diversos altares con el fin de que le hallen siempre cuantos lo deseen.

    En aquella noche en que el Redentor se despedía de sus discípulos para morir, lloraban éstos, transidos de dolor, porque les era forzoso separarse de su amado Maestro. Mas Jesús los consoló diciéndoles, no sólo a ellos, sino también a nosotros mismos: “Voy, hijos míos, a morir por vosotros para mostraros el amor que os tengo; pero ni aun después de mi muerte quiero privaros de mi presencia. Mientras estéis en este mundo, con vosotros estaré en el Santísimo Sacramento del Altar. Os dejo mi Cuerpo, mi Alma, mi Divinidad y, en suma, a Mí mismo. No me separaré de vuestro lado”. Estad ciertos de que Yo mismo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos (Mt. 28, 20).

    “Quería el Esposo –dice San Pedro de Alcántara– dejar a la Esposa compañía, para que en tan largo apartamiento no quedara sola, y por ello le dejó este Sacramento, en el cual Él mismo reside, que era la mejor compañía que podía darle”.

    Los gentiles, que se forjaban tantos dioses, no acertaron a imaginar ninguno tan amoroso como nuestro verdadero Dios, que está tan cerca de nosotros y con tanto amor nos asiste. “No hay otra nación tan grande que tenga a sus (falsos) dioses tan cerca de ella como el (verdadero) Dios nuestro está presente a todos nosotros” (Dt. 4, 7). La santa Iglesia aplica con razón el anterior texto del Deuteronomio a la fiesta del Santísimo Sacramento.

    Ved, pues, a Jesucristo que vive en los altares como encerrado en prisiones de amor. Le toman del Sagrario los sacerdotes para exponerle ante los fieles o para la santa Comunión, y luego le guardan nuevamente. Y el Señor se complace en estar allí de día y de noche...

    ¿Y para qué, Redentor mío, queréis permanecer en tantas iglesias, aun cuando los hombres cierran las puertas del templo y os dejan solo? ¿No bastaba que habitaseis allí con nosotros en las horas del día?... ¡Ah, no! Quiere el Señor morar en el Sagrario aun en las tinieblas de la noche, y a pesar de que nadie entonces le acompaña, esperando paciente para que al rayar el alba le halle en seguida quien desee estar a su lado.

    Iba la Esposa buscando a su Amado, y preguntaba a los que al paso veía (Cant. 3, 3): ¿Visteis por ventura al que ama mi alma? Y no hallándole, alzaba la voz diciendo (Cant. 1, 6): “Esposo mío, ¿dónde estás?... Muéstrame Tú... dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía”. La Esposa no le hallaba porque aún no existía el Santísimo Sacramento; pero ahora, si un alma desea unirse a Jesucristo, en muchos templos está esperándola su Amado.

    No hay aldea, por muy pobre que fuere; no hay convento de religiosos que no tenga el Sacramento Santísimo. En todos esos lugares el Rey del Cielo se regocija permaneciendo aprisionado en pobre morada de piedra o de madera, donde a menudo se ve sin tener quien le sirva y apenas iluminado por una lámpara de aceite...

    “¡Oh Señor! –exclama San Bernardo–, no conviene esto a vuestra infinita Majestad...” “Nada importa –responde Jesucristo–; si no a mi Majestad, conviene a mi amor”.

    ¡Oh, con qué tiernos afectos visitan los peregrinos la santa iglesia de Loreto, o los lugares de Tierra Santa, el establo de Belén, el Calvario, el Santo Sepulcro, donde Cristo nació, murió y fue sepultado!... Pues ¡cuánto más grande debiera ser nuestro amor al vernos en el templo en presencia del mismo Jesucristo, que está en el Santísimo Sacramento! Decía el Beato P. Juan de Ávila que no había para él santuario de mayor devoción y consuelo que una iglesia en que estuviese Jesús Sacramentado.

    Y el P. Baltasar Álvarez se lamentaba al ver llenos de gente los palacios reales, y los templos, donde Cristo mora, solos y abandonados... ¡Oh Dios mío! Si el Señor no estuviese más que en una iglesia, la de San Pedro de Roma, por ejemplo, y allí se dejase ver únicamente en un día del año, ¡cuántos peregrinos, cuántos nobles y monarcas procurarían tener la dicha de estar en aquel templo en ese día para reverenciar al Rey del Cielo, de nuevo descendido a la tierra! ¡Qué rico sagrario de oro y piedras preciosas se le tendría preparado! ¡Con cuánta luz se iluminaría la iglesia para solemnizar la presencia de Cristo!...

    “Mas no –dice el Redentor–, no quiero morar en un solo templo, ni por un día solo, ni busco ostentación ni riquezas, sino que deseo vivir continua, diariamente, allí donde mis fieles estén, para que todos me encuentren fácilmente, siempre y a todas horas”.

    ¡Ah! Si Jesucristo no hubiese pensado en este inefable obsequio de amor, ¿quién hubiera sido capaz de discurrirlo? Si al acercarse la hora de su ascensión al Cielo le hubiesen dicho: Señor, para mostrarnos vuestro afecto, quedaos con nosotros en los altares bajo las especies de pan, con el fin de que os hallemos cuando queramos, ¡cuán temeraria hubiera parecido tal petición!

    Mas esto, que ningún hombre supiera imaginar, lo pensó e hizo nuestro Salvador amantísimo... ¿Y dónde está, Señor, nuestra gratitud por tan excelsa merced? ... Si un poderoso príncipe llegase de lejana tierra con el único fin de que un villano le visitase, ¿no sería éste en extremo ingrato si no quisiera ver al príncipe, o sólo de paso le viera?

    AFECTOS Y SÚPLICAS

    ¡Oh Jesús, Redentor mío y amor de mi alma! ¡A cuán alto precio pagasteis vuestra morada en la Eucaristía! Sufristeis primero dolorosa muerte, antes de vivir en nuestros altares, y luego innumerables injurias en el sacramento por asistirnos y regalarnos con vuestra real presencia. Y, en cambio, nosotros nos descuidamos y olvidamos de ir a visitaros, aunque sabemos que os complace nuestra visita y que nos colmáis de bienes cuando ante Vos permanecemos. Perdonadme, Señor, que yo también me cuento en el número de esos ingratos...

    Mas desde ahora, Jesús mío, os visitaré a menudo, me detendré cuanto pueda en vuestra presencia para daros gracias, amaros, y pediros mercedes, que tal es el fin que os movió a quedaros en la tierra, acogido a los sagrarios y prisionero nuestro por amor. Os amo, Bondad infinita; os amo, amantísimo Dios; os amo, Sumo Bien, más amable que los bienes todos.

    Haced que me olvide de mí mismo y de todas las cosas, y que sólo de vuestro amor me acuerde, para vivir el resto de mis días únicamente ocupado en serviros. Haced que desde hoy sea mi delicia mayor permanecer postrado a vuestros pies, e inflamadme en vuestro santo amor...

    ¡María, Madre nuestra, alcanzadme gran amor al Santísimo Sacramento, y cuando veáis que me olvido, recordadme la promesa que ahora hago de visitarle diariamente!



    PUNTO 2

    Consideremos, en segundo lugar, cómo Jesucristo en la Eucaristía a todos nos da audiencia. Decía Santa Teresa que no a todos los hombres les es dado hablar con los reyes de este mundo. La gente pobre apenas si logra, cuando lo necesita, comunicarse con el soberano por medio de tercera persona. Pero el Rey de la gloria no ha menester de intermediarios.

    Todos, nobles o plebeyos, pueden hablarle cara a cara en el Santísimo Sacramento. No en vano se llama Jesús a Sí mismo “flor de los campos” (Cant. 2, 1): Yo soy flor del campo y lirio de los valles; pues así como las flores de jardín están y viven reservadas y ocultas para muchos, las del campo se ofrecen generosas a la vista de todos. Soy flor del campo porque me dejo ver de cuantos me buscan, dice, comentando el texto, el cardenal Hugo.

    Con Jesucristo en el Santísimo Sacramento podemos hablar todos en cualquier hora del día. San Pedro Crisólogo, tratando del nacimiento de Cristo en el portal de Belén, observa que no siempre los reyes dan audiencia a los súbditos; antes acaece a menudo que cuando alguno quiere hablar con el soberano, se le despide diciéndole que no es hora de audiencia y que vuelva después. Mas el Redentor quiso nacer en un establo abierto, sin puerta ni guardia, a fin de recibir en cualquier instante al que quiere verle. No hay sirvientes que digan: aún no es hora.

    Lo mismo sucede con el Santísimo Sacramento. Abiertas están las puertas de la iglesia, y a todos nos es dado hablar con el Rey del Cielo siempre que nos plazca. Y Jesucristo se complace en que le hablemos allí con ilimitada confianza, para lo cual se oculta bajo las especies de pan, porque si Cristo apareciese sobre el altar en resplandeciente trono de gloria, como ha de presentársenos en el día del juicio final, ¿quién osaría acercarse a Él?

    Mas porque el Señor –dice Santa Teresa– desea que le hablemos y pidamos mercedes con suma confianza y sin temor alguno, encubrió su Majestad divina con las especies de pan. Quiere, según dice Tomás de Kempis, que le tratemos como se trata a un fraternal amigo.

    Cuando el alma tiene al pie del altar amorosos coloquios con Cristo, parece que el Señor le dice aquellas palabras del Cantar de los Cantares (2, 10): “Levántate, apresúrate, amiga mía, hermosa mía, y ven”. Surge, levántate, alma, le dice, y nada temas. Próspera, apresúrate, acércate a Mí. Amiga mía, ya no eres mi enemiga, ni lo serás mientras me ames y te arrepientas de haberme ofendido. Formosa mea, no eres ya deforme, sino bella, porque mi gracia te ha hermoseado. Et veni, ven y pídeme lo que desees, que para oírte estoy en este altar...

    Qué gozo tendrías, lector amado, si el rey te llamase a su alcázar y te dijese: ¿Qué deseas, qué necesitas? Te aprecio en mucho, y sólo deseo favorecerte... Pues eso mismo dice Cristo, Rey del Cielo, a todos los que le visitan (Mt. 11, 28): Venid a Mí todos los que estáis trabajados y abrumados, que Yo os aliviaré. Venid, pobres, enfermos, afligidos, que yo puedo y quiero enriqueceros, sanaros y consolaros, pues con este fin resido en el altar (Is. 58, 9).

    AFECTOS Y SÚPLICAS

    Puesto que residís en los altares, ¡oh Jesús mío!, para oír las súplicas que os dirigen los desventurados que recurren a Vos, oíd, Señor, lo que os ruega este pecador miserable...

    ¡Oh Cordero de Dios, sacrificado y muerto en la cruz! Mi alma fue redimida con vuestra Sangre; perdonadme las ofensas que os he hecho, y socorredme con vuestra gracia para que no vuelva a perderos jamás. Hacedme partícipe, Jesús mío, de aquel dolor profundo de los pecados que tuviste en el huerto de Getsemaní...

    ¡Oh Dios, si yo hubiese muerto en pecado, no podría amaros nunca; mas vuestra clemencia me esperó a fin de que os amase! Gracias os doy por ese tiempo que me habéis concedido, y puesto que me es dado amaros, os consagro mi amor. Otorgadme la gracia de vuestro amor divino en tal manera, que de todo me olvide y me ocupe no más que en servir y complacer a vuestro sagrado Corazón.

    ¡Oh Jesús mío! Me dedicasteis a mí vuestra vida entera; concededme que a Vos consagre el resto de la mía. Atraedme a vuestro amor, y hacedme vuestro del todo antes que llegue la hora de mi muerte. Así lo espero por los méritos de vuestra sagrada Pasión, y también, ¡oh María Santísima!, por vuestra intercesión poderosa. Bien sabéis que os amo; tened misericordia de mí.


    PUNTO 3

    Jesús, en el Santísimo Sacramento, a todos nos oye y recibe para comunicarnos su gracia, pues más desea el Señor favorecernos con sus dones que nosotros recibirlos. Dios, que es la infinita Bondad, generosa y difusiva por su propia naturaleza, se complace en comunicar sus bienes a todo el mundo y se lamenta si las almas no acuden a pedirle mercedes. ¿Por qué, dice el Señor, no venís a Mí? ¿Acaso he sido para vosotros como tierra tardía o estéril cuando me habéis pedido beneficios?...

    Vio el Apóstol san Juan (Ap. 1, 13) que el pecho del Señor resplandecía ceñido y adornado con una cinta de oro, símbolo de la misericordia de Cristo y de la amorosa solicitud con que desea dispensaros su gracia.

    Siempre está el Señor pronto a auxiliarnos; pero en el Santísimo Sacramento, como afirma el discípulo, concede y reparte especialmente abundantísimos dones. El Beato Enrique Susón decía que Jesús en la Eucaristía atiende con mayor complacencia nuestras peticiones y súplicas.

    Así como algunas madres hallan consuelo y alivio dando el pecho generosamente, no sólo a su propio hijo, sino también a otros pequeñuelos, el Señor en este Sacramento a todos nos invita y nos dice (Is. 66, 13): Como la madre acaricia a su hijo, así Yo os consolaré. Al Padre Baltasar Álvarez se le apareció visiblemente Cristo en el Santísimo Sacramento, mostrándole las innumerables gracias que tenía dispuestas para darlas a los hombres; mas no había quien se las pidiese.

    ¡Bienaventurada el alma que al pie del altar se detiene para solicitar la gracia del Señor! La condesa de Feria, que fue después religiosa de Santa Clara, permanecía ante el Santísimo Sacramento todo el tiempo de que podía disponer, por lo cual la llamaban la esposa del Sacramento, y allí recibía continuamente tesoros de riquísimos bienes.

    Le preguntaron una vez qué hacía tantas horas postrada ante el Señor Sacramentado, y ella respondió: “Me estaría allí por toda la eternidad... Preguntáis qué se hace en presencia del Santísimo sacramento... ¿Y qué es lo que se deja de hacer? ¿Qué hace un pobre en presencia de un rico? ¿Qué un enfermo ante el médico?... Se dan gracias, se ama y se ruega”.

    Se lamentaba el Señor con su amada sierva Santa Margarita de Alacoque de la ingratitud con que los hombres le trataban en este Sacramento de amor; y mostrándole su sagrado Corazón en trono de llamas circundado de espinas y con la cruz en lo alto, para dar a entender la amorosa presencia del mismo Cristo en la Eucaristía, le dijo: “Mira este Corazón, que tanto ha amado a los hombres, y que nada ha omitido, ni aun el anonadarse, para demostrarles su amor; pero en reconocimiento no recibo más que ingratitudes de la mayor parte de ellos, por las irreverencias y desprecios con que me tratan en este Sacramento. Y lo que más deploro es que así lo hacen no pocas almas que me están especialmente consagradas”.

    No van los hombres a conversar con Cristo porque no le aman. ¡Se recrean largas horas hablando con un amigo y les causa tedio estar breve rato con el Señor! ¿Cómo ha de concederles Jesucristo su amor? Si antes no arrojan del corazón los afectos terrenos, ¿cómo ha de entrar allí el amor divino? ¡Ah! Si pudierais verdaderamente decir de corazón lo que decía San Felipe Neri al ver el Santísimo Sacramento: He aquí mi amor, no os cansaría nunca estar horas y días ante Jesús Sacramentado.

    A un alma enamorada de Dios, esas horas le parecen minutos. San Francisco Javier, fatigado por el diario trabajo de ocuparse en la salvación de las almas, hallaba de noche regaladísimo descanso en permanecer ante el Santísimo Sacramento.

    San Juan Francisco de Regis, famoso misionero de Francia, después de haber invertido todo el día en la predicación, acudía a la iglesia, y cuando la veía cerrada, se quedaba a la puerta, sufriendo las inclemencias del tiempo con tal de obsequiar, siquiera de lejos, a su amado Señor.

    San Luis Gonzaga deseaba estar siempre en presencia de Jesús Sacramentado; mas como los Superiores le prohibieron que se estuviese en esos prolongados actos de adoración, acaecía que cuando el joven pasaba delante del altar, sintiendo que Jesús le atraía dulcemente para que con Él permaneciese, se alejaba obligado por la obediencia, y amorosamente decía: “Apártate, Señor, apártate de mí; no me mováis hacia Vos; dejad que de Vos me separe, porque debo obedecer”.

    Pues si tú, hermano mío, no sientes tan alto amor a Cristo, procura visitarle diariamente, que Él sabrá inflamar tu corazón. ¿Tienes frialdad o tibieza? Aproxímate al fuego, como decía Santa Catalina de Sena, y ¡dichoso de ti si Jesús te concede la gracia de abrasarte en su amor! Entonces no amarás las cosas de la tierra, sino que las menospreciarás todas, pues, según observa San Francisco de Sales: Cuando en casa hay fuego, todo lo arrojamos por la ventana.

    AFECTOS Y SÚPLICAS

    ¡Ah Jesús mío!, haced que os conozcamos y amemos. Tan amable sois, que con eso basta para que os amen los hombres... ¿Y cómo son tan pocos los que os entregan su amor? ¡Oh Señor!, entre tales ingratos he estado yo también. No negué mi gratitud a las criaturas, de quienes recibí mercedes o favores. Sólo para Vos, que os habéis dado a mí, fui tan desagradecido, que llegué a ofenderos gravemente e injuriaros a menudo con mis culpas.

    Y Vos, Señor, en vez de abandonarme, me buscáis todavía y reclamáis mi amor, inspirándome el recuerdo de aquel amoroso mandato (Mc. 12, 30): Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. Pues ya que, a pesar de mi desagradecimiento, queréis que yo os ame, prometo amaros, Dios mío. Así lo deseáis, y yo, favorecido por vuestra gracia, no deseo otra cosa. Os amo, amor mío, y mi todo. Por la Sangre que derramasteis por mí, ayudadme y socorredme. En ella pongo toda mi esperanza, y en la intercesión de vuestra Madre Santísima, cuyas oraciones queréis que contribuyan a nuestra salvación.

    Rogad por mí, Santa Virgen María, a Jesucristo, mi Señor; y puesto que Vos abrasáis en el amor divino a todos vuestros amantes siervos, inflamad en él mi corazón, que tanto os ama siempre.

    PREPARACIÓN PARA LA MUERTE de San Alfonso Mª de Ligorio

    EL SAPO VENGADOR (video-curiosidades)

    PÍO XII: PASTOR ANGÉLICO. Un filme para la historia.

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