REPRODUCIMOS LA INFORMACIÓN TAL COMO LA PUBLICÓ
LAS FOTOGRAFÍAS Y SUS TEXTOS, ASÍ COMO LOS COMENTARIOS EN LETRA NEGRA FUERON PUESTOS POR "CATOLICIDAD". EL TÍTULO QUE SIGUE ES DE "IL GIORNALE":
El acuerdo con los masones es el nuevo misterio del Vaticano
- Un cardenal revela que antes del cónclave otro cardenal denunció el "asunto" de las Logias en la Iglesia e instó a "cerrar el caso"
Dom, 12/05/2013 -
"Hoy tenemos que abordar seriamente el problema y hacer todo lo posible para encontrar a los infiltrado en el Vaticano."
Así lo dijo en un discurso largo, detallado y sin rodeos, un cardenal presente en las congregaciones generales que precedieron al cónclave, en que resultó electo Papa, el jesuita Jorge Mario Bergoglio. El cardenal comenzó a leer el texto de varias carpetas, hasta que para el asombro de sus hermanos cardenales pronunció la palabra que nadie habría imaginado que le digan a la derecha de su asiento: la masonería.
El meollo de aquella larga jornada a principios del mes de marzo se lo comentó a IL GIORNALE otro cardenal italiano que, como todos, estaba dentro del Aula Nueva del Sínodo en la casa donde los cardenales se hallaban trabajando en una agenda apretada en vista de la clausura de la Capilla Sixtina (ese cardenal solicitó no publicar su nombre al diario italiano). "El affaire de los Masones en el Vaticano se está haciendo demasiado grande", dijo en el encuentro el cardenal durante esa reunión presidida por el decano Angelo Sodano. "El Colegio de Cardenales debe moverse para evitar que esta gente pueda permanecer en el corazón de la Iglesia y debe ser uno de los primeros pasos para afrontar con el nuevo Papa electo", señaló.
La masonería vuelve así a sacudir las salas sacras y hace discutir a cardenales y laicos. Esta vez, sin embargo, parece ser una sacudida final: La palabra que se filtra más allá del Tiber es "tolerancia cero" hacia los posibles infiltrados, tan es así que, según lo dicho por la eminencia anónima "un grupo de cardenales estaría dispuesto a hablar de ello con Bergoglio en la primera oportunidad".
Padre Geraldo de Masela Silva tras
haber oficiado una misa a los masones
que celebraban el día del masón.
En la misma nota IL GIORNALE comenta que "para hacer el tema más actual está un nuevo libro, "Vaticano massone. Legge, denaro e poteri occulti: il lato segreto della Chiesa di Papa Francesco" (“La Masonería Vaticana. Leyes, dinero y poderes ocultos: el lado secreto de la Iglesia del Papa Francisco”) publicado por Piemme y co-escrito por los periodistas Giacomo Galeazzi y Ferruccio Pinotti. Dentro de su texto, también acompañado de algunos documentos, se habla de eminencias y laicos empleados del Vaticano pertenecientes a las logias secretas". Por supuesto, habrá que tener cuidado con dicho libro, pues como puede ser un trabajo bien documentado, podría también ser una mezcla de verdades con noticias y especulaciones que sólo intentan promover escándalos para hacer un éxito de librería aspectos falsos y no demostrados. Ciertamente la infiltarción masónica no es algo nuevo en la Iglesia, pero el tema es serio y puede ser tratado con profesionalismo o aprovecharse de él para generar escándalos y lograr cuantiosas ventas o para desprestigiar a la Iglesia.
"Nuestros desgraciados hermanos
corresponden al amor de Jesús,
arrojándose con los brazos
abiertos en la infame
secta de la masonería"
Padre Pío.
En efecto, la infiltración masónica ya se documentaba en los papeles secretos de la Alta Venta de los Carbonarios que cayeron en manos del Papa Gregorio XVI, y que abarcan el período de 1820 a 1846. Fueron publicados a pedido del Papa Pío IX, por Crétineau-Joly en su obra "La Iglesia romana y la revolución”. Y por el Breve de aprobación del 25 de febrero de 1861 dirigido al autor, Pío IX confirma la autenticidad de sus documentos pero no permitió que se divulgaran los verdaderos nombres de los miembros de la Alta Venta implicados en esta correspondencia. Estas cartas son absolutamente pavorosas, y si los Papas pidieron que se publicaran, fue para que los fieles sepan de la conjuración contra la Iglesia urdida por las sociedades secretas masónicas, conozcan su plan y estén prevenidos contra su eventual realización.
Mons. Sergio Méndez
Arceo, obispo mexicano
de Cuernavaca (Rip),
fue el primero en
asistir a una logia y
hacerlo público.
En la década de los 70s aparecieron publicadas en la prensa italiana largas listas de jerarcas católicos pertenecientes a la masonería, mismas que no pudieron ser plenamente verificadas. Sin embargo, Mino Pecorelli, un periodista que las había difundido y había denunciado la infiltración masónica en la Iglesia, fue asesinado en Roma el 22 de marzo de 1979. Otros personajes del mismo Vaticano como el P. Malachi Martin y el grupo de los Milenarios encabezado por Mons Luigi Marinelli han escrito obras haciendo la misma denuncia que entre muchos aspectos habla de más de 100 monseñores, obispos y cardenales pertenecientes a la Logia masónica P-2, aquella que se vio involucrada en un escándalo con las finanzas católicas del IOR. Cuando el masón Olivares Santana fue declarado representante de México ante el Vaticano, otro reconocido masón mexicano declaró a la izquierdista revista Proceso (octubre de 1992) que aquel encontraría otros "hermanos" masones en el propio Vaticano y que la masonería ha dividido el territorio del Vaticano en ocho secciones, en las que actúan secretamente cuatro logias masónicas. En Brasil se han celebrado diversas misas a las logias masónicas (Ver -haz click-: ABSURDOS Y MONSTRUOSOS SACRILEGIOS: MISAS POR "EL DÍA DEL MASÓN") para celebrar el día del masón. Incluso obispos han celebrado misas a masones o asistido a las propias logias (Ver -haz click-: UN OBISPO PARTICIPA EN CEREMONIA MASÓNICA, OTRO LES OFICIA LA SANTA MISA, A PESAR DE ESTAR CONDENADA LA MASONERÍA). Ni qué decir de la permisión de Congresos masónicos en monasterios católicos (Ver -haz click-: RESPUESTA DEL VICARIO GENERAL DE LA ORDEN DE LOS CARMELITAS DESCALZOS SOBRE EL ENCUENTRO MASÓNICO EN UN MONASTERIO DE SU ORDEN).
Mons. Bernardino Marchio también
ofició una misa a los masones. Nunca
fue sancionado.
Todo esto fue profetizado por Dios a la beata Ana Catalina Emmerich: "Tuve de nuevo la visión de la secta secreta socavando por todas partes la iglesia de San Pedro» (AA.III.556) Y explicó esa labor de infiltración y socavamiento: «Vi la iglesia de San Pedro y una enorme cantidad de hombres que trabajaban en invertirla, pero vi ahí también a otros que hacían reparaciones. Cadenas de trabajo ocupadas de este doble trabajo se extendían a través de todo el mundo y me quedé asombrada de la coordinación con la que todo ello se hacía. Los demoledores extraían grandes fragmentos; eran particularmente sectarios en gran número y con ellos los apóstatas. Estas personas, haciendo su trabajo de destrucción, parecían seguir ciertas prescripciones y una cierta regla: llevaban delantales blancos rodeados de una cinta azul y proveídos de bolsillos, con paletas de albañil en la cintura. Ellos tenían además vestidos de todo tipo: había entre ellos hombre distinguidos, altos y gruesos, con uniformes y cruces, los cuales sin embargo no trabajaban directamente en la labor, sino que marcaban en los muros con la paleta los lugares donde había que demoler. Vi con horror que había también entre ellos sacerdotes católicos» (AA.II.202). (Ver -haz click-: Visiones y Profecías de la beata Ana Catalina Emmerich).
Mons. Luiz Demetrio Valentini participó
con una disertación en una logia masónica
y ofreció trabajar por la unión entre la
Iglesia y la masonería. Tampoco
fue sancionado.
También el Padre Pío tuvo una revelación semejante: “Jesús continuó todavía, pero aquello que me dijo no podré manifestarlo a criatura alguna de este mundo. Esta aparición me causó tal dolor en el cuerpo y mayor todavía en el alma que por todo el día sentí una gran postración y hubiera creído morirme, si el dulcísimo Jesús no me hubiera sostenido. Estos nuestros desgraciados hermanos corresponden al amor de Jesús, arrojándose con los brazos abiertos en la infame secta de la masonería. Roguemos por ellos a fin de que el Señor ilumine sus mentes y toque sus corazones". (Ver -haz click-: http://www.catolicidad.com/2013/03/dos-posts-1-las-lagrimas-del-padre-pio.html).
IL GIORNALE continúa su nota comentando el libro publicado por Piemme y co-escrito por los periodistas Giacomo Galeazzi y Ferruccio Pinotti:
En el libro de más de 500 páginas también se publicó una carta dirigida al Papa Juan Pablo II: el remitente fue el entonces Gran Maestro de la masonería del Gran Oriente de Italia, Virgilio Gaito, que junto con el cardenal Silvio Oddi (ex Prefecto de la Congregación para el Clero que murió en 2001) exhortó al Papa a enterrar el hacha de guerra, porque "ha llegado el momento de lanzar una apelación adecuada para la reconciliación, que ponga fin a este centenario malentendido entre la Iglesia católica y la masonería".
Las apelaciones del Gran Maestro se dirigieron al Papa Wojtyla, quien permaneció distante de ellas junto con el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger. El Papa Juan Pablo II se mantuvo inflexible a lo largo de su pontificado en la misma línea (de condenación a la masonería).
Siempre se señaló que el Papa polaco en 1983, al promulgar el nuevo Código de Derecho Canónico, incluyó un canon contra las logias masónicas. En un artículo publicado en el mismo día de la entrada en vigor del Código, de hecho, el entonces prefecto Ratzinger dejó en claro que para un católico estaba prohibido pertenecer a una logia y quien lo hiciera cometía un pecado muy grave que lo excluía de la comunión eucarística sin ninguna excepción.
El tema que aún se sigue hablando y que permanece en primer plano, dejando un aire de misterio al estilo de Dan Brown, es la presencia o ausencia de los masones en el Vaticano. Pregunta que trató de responder ese cardenal, ante los demás cardenales durante las congregaciones pre-cónclave, recordando que el humo de Satanás entró a través de alguna grieta en la Iglesia, como lo había señalado el Papa Pablo VI en junio de 1972. "Necesitamos un compromiso de nuestra parte", dijo en esa reunión ante el colegio cardenalicio, "para cerrar el caso de una vez por todas. Sin dudarlo y para el bien de la Iglesia ".
- Un cardenal revela que antes del cónclave otro cardenal denunció el "asunto" de las Logias en la Iglesia e instó a "cerrar el caso"
Dom, 12/05/2013 -
"Hoy tenemos que abordar seriamente el problema y hacer todo lo posible para encontrar a los infiltrado en el Vaticano."
Así lo dijo en un discurso largo, detallado y sin rodeos, un cardenal presente en las congregaciones generales que precedieron al cónclave, en que resultó electo Papa, el jesuita Jorge Mario Bergoglio. El cardenal comenzó a leer el texto de varias carpetas, hasta que para el asombro de sus hermanos cardenales pronunció la palabra que nadie habría imaginado que le digan a la derecha de su asiento: la masonería.
El meollo de aquella larga jornada a principios del mes de marzo se lo comentó a IL GIORNALE otro cardenal italiano que, como todos, estaba dentro del Aula Nueva del Sínodo en la casa donde los cardenales se hallaban trabajando en una agenda apretada en vista de la clausura de la Capilla Sixtina (ese cardenal solicitó no publicar su nombre al diario italiano). "El affaire de los Masones en el Vaticano se está haciendo demasiado grande", dijo en el encuentro el cardenal durante esa reunión presidida por el decano Angelo Sodano. "El Colegio de Cardenales debe moverse para evitar que esta gente pueda permanecer en el corazón de la Iglesia y debe ser uno de los primeros pasos para afrontar con el nuevo Papa electo", señaló.
La masonería vuelve así a sacudir las salas sacras y hace discutir a cardenales y laicos. Esta vez, sin embargo, parece ser una sacudida final: La palabra que se filtra más allá del Tiber es "tolerancia cero" hacia los posibles infiltrados, tan es así que, según lo dicho por la eminencia anónima "un grupo de cardenales estaría dispuesto a hablar de ello con Bergoglio en la primera oportunidad".
Padre Geraldo de Masela Silva tras haber oficiado una misa a los masones que celebraban el día del masón. |
"Nuestros desgraciados hermanos corresponden al amor de Jesús, arrojándose con los brazos abiertos en la infame secta de la masonería" Padre Pío. |
Mons. Sergio Méndez Arceo, obispo mexicano de Cuernavaca (Rip), fue el primero en asistir a una logia y hacerlo público. |
Mons. Bernardino Marchio también ofició una misa a los masones. Nunca fue sancionado. |
Todo esto fue profetizado por Dios a la beata Ana Catalina Emmerich: "Tuve de nuevo la visión de la secta secreta socavando por todas partes la iglesia de San Pedro» (AA.III.556) Y explicó esa labor de infiltración y socavamiento: «Vi la iglesia de San Pedro y una enorme cantidad de hombres que trabajaban en invertirla, pero vi ahí también a otros que hacían reparaciones. Cadenas de trabajo ocupadas de este doble trabajo se extendían a través de todo el mundo y me quedé asombrada de la coordinación con la que todo ello se hacía. Los demoledores extraían grandes fragmentos; eran particularmente sectarios en gran número y con ellos los apóstatas. Estas personas, haciendo su trabajo de destrucción, parecían seguir ciertas prescripciones y una cierta regla: llevaban delantales blancos rodeados de una cinta azul y proveídos de bolsillos, con paletas de albañil en la cintura. Ellos tenían además vestidos de todo tipo: había entre ellos hombre distinguidos, altos y gruesos, con uniformes y cruces, los cuales sin embargo no trabajaban directamente en la labor, sino que marcaban en los muros con la paleta los lugares donde había que demoler. Vi con horror que había también entre ellos sacerdotes católicos» (AA.II.202). (Ver -haz click-: Visiones y Profecías de la beata Ana Catalina Emmerich).
Mons. Luiz Demetrio Valentini participó con una disertación en una logia masónica y ofreció trabajar por la unión entre la Iglesia y la masonería. Tampoco fue sancionado. |
También el Padre Pío tuvo una revelación semejante: “Jesús continuó todavía, pero aquello que me dijo no podré manifestarlo a criatura alguna de este mundo. Esta aparición me causó tal dolor en el cuerpo y mayor todavía en el alma que por todo el día sentí una gran postración y hubiera creído morirme, si el dulcísimo Jesús no me hubiera sostenido. Estos nuestros desgraciados hermanos corresponden al amor de Jesús, arrojándose con los brazos abiertos en la infame secta de la masonería. Roguemos por ellos a fin de que el Señor ilumine sus mentes y toque sus corazones". (Ver -haz click-: http://www.catolicidad.com/2013/03/dos-posts-1-las-lagrimas-del-padre-pio.html).
IL GIORNALE continúa su nota comentando el libro publicado por Piemme y co-escrito por los periodistas Giacomo Galeazzi y Ferruccio Pinotti:
En el libro de más de 500 páginas también se publicó una carta dirigida al Papa Juan Pablo II: el remitente fue el entonces Gran Maestro de la masonería del Gran Oriente de Italia, Virgilio Gaito, que junto con el cardenal Silvio Oddi (ex Prefecto de la Congregación para el Clero que murió en 2001) exhortó al Papa a enterrar el hacha de guerra, porque "ha llegado el momento de lanzar una apelación adecuada para la reconciliación, que ponga fin a este centenario malentendido entre la Iglesia católica y la masonería".
Las apelaciones del Gran Maestro se dirigieron al Papa Wojtyla, quien permaneció distante de ellas junto con el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger. El Papa Juan Pablo II se mantuvo inflexible a lo largo de su pontificado en la misma línea (de condenación a la masonería).
Siempre se señaló que el Papa polaco en 1983, al promulgar el nuevo Código de Derecho Canónico, incluyó un canon contra las logias masónicas. En un artículo publicado en el mismo día de la entrada en vigor del Código, de hecho, el entonces prefecto Ratzinger dejó en claro que para un católico estaba prohibido pertenecer a una logia y quien lo hiciera cometía un pecado muy grave que lo excluía de la comunión eucarística sin ninguna excepción.
El tema que aún se sigue hablando y que permanece en primer plano, dejando un aire de misterio al estilo de Dan Brown, es la presencia o ausencia de los masones en el Vaticano. Pregunta que trató de responder ese cardenal, ante los demás cardenales durante las congregaciones pre-cónclave, recordando que el humo de Satanás entró a través de alguna grieta en la Iglesia, como lo había señalado el Papa Pablo VI en junio de 1972. "Necesitamos un compromiso de nuestra parte", dijo en esa reunión ante el colegio cardenalicio, "para cerrar el caso de una vez por todas. Sin dudarlo y para el bien de la Iglesia ".