HAY DOS RUTAS PARA LLEGAR AL CIELO: LA INOCENCIA O LA PENITENCIA
Siempre será verdad que no estamos en este mundo para otra cosa que para servir a Dios, para amarle, y para complacerle; que nuestro único negocio es el de la salvación; que el camino del infierno es ancho, y muchos van por él; que la senda del cielo es estrecha. Que el mundo es enemigo de Cristo, y que no hay cosa más perniciosa, que seguir las máximas del mundo. Siempre será verdad que una vida regalona y deliciosa no puede ser vida cristiana; que ninguno puede ser discípulo de Cristo, no teniendo una vida crucificada. Que el carácter del cristiano es la caridad, la humildad, la mortificación, las costumbres arregladas: que el pecado es el mayor de todos los males, y hablando propiamente es el único mal. Que las adversidades y las cruces son tesoros para quien sabe aprovecharse de ellas: que toda nuestra felicidad consiste en estar en gracia de Dios, y la mayor de las desdichas en morir en su desgracia. Que hay un infierno, en que todo el poder de Dios se emplea en encender un fuego eterno para castigar eternamente a los pecadores, y que para ir al cielo no hay otro camino que el de la inocencia, o el de la penitencia.
Fuente: "Año Cristiano, o Ejercicios devotos para todos los días del año", P. Jean Croisset, Tomo: Febrero, 1851)