LO QUE SE OCULTA
C.L. / ReL. / Life News. El doctor Matthew Harrison diseñó en 2007 un protocolo médico que ha tenido éxito, como relató Ashley, una joven que tenía 20 años cuando quedó embarazada y, tras decidir abortar mediante la píldora RU-486, se dio cuenta de que iba a matar a su hijo y acudió al hospital por si había alguna esperanza de impedir el proceso puesto en marcha en un abortorio dos días antes. El doctor Harrison, que fue quien la atendió, nunca se había encontrado un caso similar, pero llevó a cabo un eficaz "contraataque" farmacológico que salvó la vida del hijo... y la de la madre, angustiada por las consecuencias de lo que había hecho.
Arizona es el primer estado de EUA que obliga a incluir, en el consentimiento informado que firma la madre cuando se le receta la píldora abortiva, información sobre su reversibilidad. Se han dado casos de mujeres que acudieron a los abortorios de Planned Parenthood (principal industria del aborto en Estados Unidos) pidiendo detener el proceso, donde FALSAMENTE les dijeron que la evolución del aborto era irreversible.
No sólo no fue así en el primerizo caso de Ashley, sino que el doctor Harrison ha continuado aplicando su técnica, y son ya decenas de vidas que ha salvado, según recoge LifeNews:"Tenemos entre 120 y 130 mujeres cuyos hijos han sobrevivido y están bien, con una tasa de éxito en torno al 60%, lo cual es mucho mejor que si no se hace nada. Espero que esto sirva para dar una oportunidad a la mujer cuando cree que ha cometido un error", explica este médico de Carolina del Norte.
El tratamiento consiste en la administración de dosis de progesterona durante un cierto periodo de tiempo, para contrarrestar el efecto de la RU-486.
Intentaron matar a su hijo sin su consentimiento
Otro caso de éxito fue el de Gipsy Salcedo, una mujer neoyorquina a quienes sus médicos le informaron de que era estéril, y por tanto no utilizaba anticonceptivos en las relaciones con su novio. Pero se quedó embarazada, y al ir al hospital le administraron una píldora "para aliviarle el dolor" sin decirle que se trataba de un abortivo. Minutos después, con la pastilla ya ingerida, se enteró de la realidad, enfrentándose a la enfermera, le dijo: "¡Yo soy provida! Ustedes me dijeron que no podía tener hijos, pero ¿por qué considera que no quiero tener a mi hijo?".
Gipsy conocía de la existencia del tratamiento de progesterona y su novio y ella recorrieron Nueva York hasta encontrar un lugar donde se lo aplicaron. El resultado fue su hijo Nicholas, que nació sin ningún problema.
Más de doscientos médicos norteamericanos respaldan este tratamiento y luchan por que sea cada vez más conocido y esté disponible en mayor número de localidades. De hecho, una línea telefónica en EUA (877-558-0333 Dr. Delgado) establecida en 2012 ha tenido cientos de llamadas de madres que buscan una manera de salvar a sus hijos después de que han tomado la píldora abortiva.