En la Biblia, el Apóstol Santiago dice claramente:
“¿Tú crees que existe un solo Dios? Haces bien; pero también los demonios creen y se estremecen. ¿Por qué no te enteras de una vez, pobre hombre, de que la fe sin obras es estéril? ¿Acaso no obtuvo Abraham, nuestro antepasado, la salvación de Dios por sus obras, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿Ves cómo la fe cooperaba con sus obras y por las obras se hizo perfecta su fe?” Stgo 2,19-22
Y agrega el Apóstol: “Ya lo ven: son las obras las que hacen justo al hombre y no solamente la fe” Stgo 2,24.
También el Apóstol San Pablo nos habla de la necesidad de que junto a la fe vaya la obediencia para poder ser justificados:
“Porque no salvará Dios a los que simplemente escuchan la ley, sino a aquellos que la cumplen.” Romanos 2,13
Para confirmar esto se recomienda leer Romanos 2,6; Gálatas 5,6; Gálatas 6,7-10 y 1 Timoteo 4,16 donde se afirma la necesidad de la obediencia (obras), como fruto de la acción salvadora en nuestras vidas.
Y, sobre todo, Nuestro Señor Jesucristo, cuando explica sobre el juicio final, muy claramente señala la importancia y necesidad de la obediencia y las obras pues dirá a todas las naciones:
"Vengan a mi benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber; fui forastero y me recogiste; estuve desnudo y me vestiste; en la cárcel y fuiste a visitarme…" Mt 25,31-46.
La salvación no es un «gafete» o membresía que se cuelga y se entra al cielo automáticamente al levantar la mano y decir «Tengo fe, soy salvo» como creen las sectas protestantes. No. Junto a la Fe deben de ir necesariamente, también, las obras.