Representados por San Juan, en el Calvario -desde la Cruz- recibimos como testamento de Cristo a su propia Madre, a quien tanto amó y veneró: "Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, he ahí a tu hijo". Luego dice al discípulo: "He ahí a tu madre"" (Jn 19, 26-27).
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