El profeta les llama "dormilones"
Todos tenemos un deber moral de no callar incluso en el ámbito más privado. Ante los amigos, la familia o el trabajo, se producen situaciones en las que guardar silencio es cobarde y se comete una injusticia contra la caridad. Ante la Iglesia y la sociedad ocurre igual y, cuanto más sabemos, menos debemos callar. Por la misma razón debemos escuchar y divulgar al que sabe -y sabe bien- aunque lo que diga sea incómodo. Callar, cuando se debe hablar, es incurrir en pecado de omisión. Si quienes deben hablar callan, hasta las piedras gritarán.
En la Iglesia, ante la más grave crisis de que se tenga memoria, casi todos los pastores callan. Duermen cómodamente mientras perece el rebaño. Santa Catalina de Siena exclamaba: "Yo os pido que obréis de modo que el día en que la suprema Verdad os juzgue no tenga que deciros esta dura palabra: “Maldito seas, tú que no has dicho nada”. ¡Ah, basta de silencio!, clamad con cien mil lenguas. Yo veo que a fuerza de silencio, el mundo está podrido. La Esposa de Cristo ha perdido su color...".
Temen hablar ahora y defender la Verdad evangélica, pero... ¿no temerán al juicio de Dios cuando les pida cuenta por las almas perdidas?
Temen hablar ahora y defender la Verdad evangélica, pero... ¿no temerán al juicio de Dios cuando les pida cuenta por las almas perdidas?