En las nuevas costumbres de la modernidad, encontramos el darle al cuerpo mucha importancia y cuidado.
La vida que poseemos, la empleamos en cuidar el cuerpo en todas sus funciones internas y externas: ejercicio diario, respiración profunda, temor a la enfermedad y a la muerte. Podríamos exponer una lista interminable de acciones, tanto para el hombre como para la mujer, quienes abundan en el cuidado y la reparación del cuerpo.
Lo raro es que, al mismo tiempo, se le envenena con el alcohol, con la droga, desvelos, y placeres que desgastan la salud y, aunque es un verdadero contrasentido: “Cuido mi cuerpo y, al mismo tiempo, lo daño”. Sólo que con estos vicios y excesos mancho mi alma, la debilito… Sin embargo, es notorio que todo es para el placer de los sentidos y el culto al cuerpo.
Ahora, pregunto: ¿Qué se hace por la salud del Alma? ¿Acaso sabes que tienes alma? ¿Ya se te olvido?
La verdad es que, de tanto que la ignoramos, nos hemos olvidado de ella y perdido la luz de su existencia.
Dios crea un alma para cada cuerpo, y el alma vivifica, le da ánimo a ese cuerpo. Sin el alma el cuerpo no tendría vida. Gracias al alma el hombre piensa, conoce, elige, ama… y, sin embargo, hemos dejado en el olvido al motor de nuestra vida y, pregunto: “¿Qué es el alma?”
El alma es una substancia creada por Dios, cuyas cualidades son: simple, espiritual, libre e inmortal. Y la cual, necesita del cuerpo para saber del exterior lo que existe y acontece, y ella, como un laboratorio espiritual, transforma y eleva en su interior, lo que le es transmitido. Y, posteriormente, lo expresa hacia el exterior, en manifestaciones múltiples.
Pero el alma necesita su alimento. Y, ¿cuál es el alimento del alma? El conocimiento de Dios, el estudio de las obras buenas, la asistencia a la Santa Misa, la Oración. Pero como fundamento, la Gracia Santificante a través de los Sacramentos. Incluso el conocimiento de la verdad a través de la filosofía, de la ciencia y del verdadero arte. Mucho hay que darle al alma y será en beneficio de todo el ser humano.
Hombre o mujer: mueve tu cuerpo, con la vida que te transmite el alma, y llega al confesionario; confiésate y, así ungida tu alma por la gracia, sentirás la vida nueva, la vida de Dios, que es la vida sobrenatural, que puede llevar al ser humano a insospechadas alturas que regalan y satisfacen, lo que no puede regalar ni satisfacer la materia, ni el placer de los sentidos.
El alma y el cuerpo, son dos substancias diferentes, pero que unidas hacen la unión substancial, formando un solo ser racional y volitivo.
Cuida armónicamente tu cuerpo y tu alma: “Mi alma para el cuerpo y mi cuerpo para el alma”, siendo una sola identidad, dando sólo gloria a Dios y por ello, lograr la felicidad; ya que para esto hemos nacido.
Sor Clotilde García Espejel, E.D.