¡SEÑOR, ENSÉÑAME A ORAR!
Porque la oración me es necesaria. Sin ella no puedo perseverar.
Ayuda mi debilidad. Ilumina mi entendimiento. Fortalece mi voluntad. Aparta de mí esas inquietudes que me perturban. Haz que en la soledad y en el silencio me consagre a hablar contigo, a contarte mis miserias, a hacerte participante de mis alegrías y de mis tristezas, a renovar delante de Ti mis propósitos, a pedirte por mí y por todos...
¡ Enséñame a orar !
Enséñame a meditar en los misterios de tu vida, en el ejemplo de tus virtudes, en tu amor para conmigo, en tus triunfos y en tus glorias... Enséñame a meditar en tu Madre Santísima, María, en tus santos, en las verdades que Tú mismo predicaste.
¡ Señor, enséñame a orar !
Pbro. Alberto Moreno, El día del retiro mensual, página 150.