"Tampoco diremos nada de esos cristianos que no son tales más que de nombre; que practican su deber de cristianos de un modo tan miserable, que hay para morirse de compasión. Los veréis que hacen sus oraciones con fastidio, disipados, sin respeto. Los veréis en la iglesia sin devoción; la Santa Misa comienza siempre para ellos demasiado pronto y acaba demasiado tarde; no ha bajado aún el sacerdote del altar, y ellos están ya en la calle. De frecuencia de sacramentos, no hablemos; si alguna vez se acercan a recibirlos, su aire de indiferencia va pregonando que absolutamente no saben lo que hacen. Todo lo que atañe al servicio de Dios lo practican con un tedio espantoso. ¡Buen Dios! ¡qué de almas perdidas por una eternidad! ¡cuán pequeño ha de ser el número de los que entran en el Reino de los cielos, cuando tan pocos hacen lo que deben por merecerlo!"
Libro "Sermones de San Juan Bautista María Vianney, el Cura de Ars".