"La verdadera dama por sí sola infunde respeto y en nadie despierta malos deseos ni osadas libertades. Ante ella el joven recuerda a su propia madre y hermana, y considera ignomioso acercársele con bajos deseos, como consideraría un ultraje digno de venganza que eso hiciera otro con su hermana o con su madre".
Monseñor Tihamér Tóth.