Lo saben en los llanos y en la cumbre del risco,
las piedras que semejan de la roca un desangre,
lo dicen enlutados los Altos de Jalisco:
enseñó con la vida, la palabra y la sangre.
O se canta en corridos con sabor a elegía cuando ensaya la tarde un unánime adiós,
era cierto el bautismo de la alegre osadía,
era cierto que mueres, pero no muere Dios.
Ni el pantano del norte, ni el mendaz gorro frigio,
ni los hijos caídos del caído heresiarca,
callarán el salterio de tu fiel sacrificio,
ofrecido en custodia de la Fe y de la Barca.
Tampoco los prudentes de plegarias medrosas,
atasajan tus puños de valiente cristero, enarbolan banderas que vendrán victoriosas más allá del ocaso, desde el alba al lucero.
Nuevamente Anacleto hay que criar coraza, acuñar entusiasmo con la arenga y el grito,
dar sostén a las almas con el bien hecho hogaza,
anunciar el martirio, singular plebiscito.
Por eso, quien visita tu sepulcro doliente,
en la tierra olorosa de campiña mojada;
te pide que lo alistes en la guardia pendiente, para librar heróicos otra justa Cristiada.
Antonio Caponnetto
Fuente: Guardia Nacional Cristera