¿Quién, al mirarte exánime
pendiente de una cruz,
por nuestras culpas víctima
expirar, buen Jesús,
de compasión y lástima
no siente el pecho herido,
habiéndote ofendido
con negra ingratitud?
Amante Jesús mío,
¡oh, cuánto te ofendí!
Perdona mi extravío
y ten piedad de mí.
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