"Estoy preocupado por los mensajes de la Santísima Virgen a Lucía de Fátima. Esa persistencia de María sobre los peligros que amenazan a la Iglesia es una advertencia divina contra el suicidio de alterar la Fe en Su Liturgia, en Su Teología, en Su alma... Escuché a mi alrededor innovadores que quieren desmantelar la Sagrada Capilla, destruir la llama universal de la Iglesia, rechazar Sus ornamentos y hacerla sentir remordimientos de Su pasado histórico. Llegará un día en que el mundo civilizado negará a su Dios, en que la Iglesia dudará como Pedro dudó. Ella será tentada de creer que el hombre se ha vuelto Dios. En nuestras iglesias, los Cristianos buscarán en vano la lámpara roja donde Dios los esperaba. Como María Magdalena lloró ante la tumba vacía, ellos preguntarán, “¿Donde lo han llevado?”".
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