La Santísima Virgen María se apareció siete veces en Fátima, Portugal, a tres pastorcitos: Francisco, Lucía y Jacinta, entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917.
El 13 de septiembre, frente a una multitud de casi 30,000 personas, la Madre de Dios dijo a los niños que siguieran rezando el Rosario para pedir "por el fin de la guerra. En octubre, también se apareció Nuestro Señor, así como Nuestra Señora de los Dolores y Nuestra Señora del Carmen, y San José con el Niño Jesús, para bendecir al mundo". Luego, como respuesta a las miles de peticiones de curación, y para que la realidad de las apariciones fuera conocida por todos, la Santísima Virgen anunció que realizaría un gran milagro el mes siguiente. Antes de regresar al cielo, dijo: "En octubre, realizaré un milagro para que todos crean."
La última aparición de Nuestra Señora en Fátima tuvo lugar el 13 de octubre de 1917. Una enorme multitud de más de 50,000 personas acudió al lugar. Había muchos incrédulos, masones y socialistas entre la multitud conformada por peregrinos y espectadores curiosos.
El clima no era bueno, llovía con fuerza y el suelo de Cova da Iria estaba lodoso. Cuando la Virgen se apareció a los niños, la gente rezó el Rosario frente a ella. Como sucedía todas las veces, un cambio en la luz, visto por los testigos, anunció la aparición. Sobre la encina, la Virgen Inmaculada comenzó a dictar sus deseos, narrados fielmente por Lucía: "Quiero decirles que es mi deseo que se construya una capilla aquí en mi honor. Yo soy la Señora del Rosario. Sigan rezando el Rosario todos los días. La guerra está a punto de terminar, y los soldados regresarán pronto a sus hogares."
Los niños comenzaron a preguntarle sobre las múltiples peticiones de curación encomendadas a ellos por los fieles. "Algunos se curarán, y otros no. Deben enmendar sus vidas y pedir perdón por sus pecados. Ya no ofendan más a Nuestro Señor, porque ya está muy ofendido," dijo Nuestra Señora. Ésta es la esencia del mensaje de Fátima, junto con el remedio: la devoción al Corazón Inmaculado de María. Luego, Nuestra Señora se elevó y dirigió la luz que emanaba de sus manos hacia el sol, y todos voltearon hacia él.
La danza del sol
La lluvia se detuvo instantáneamente, las nubes desaparecieron y el cielo se despejó. Inesperada e inexplicablemente, todas las personas presentes pudieron mirar directamente al sol sin sentir ninguna molestia o incomodidad. Este milagro que desafiaba todas las leyes de la naturaleza provocó un gran silencio en la multitud. De pronto, el sol empezó a temblar con movimientos bruscos. Luego, comenzó a girar a una velocidad vertiginosa, lanzando llamas de luz de todos los colores del arcoíris. Parecía como si se dirigiera hacia la tierra zigzagueando con rápidos movimientos rotatorios, y la multitud empezó a llorar. Todos se arrodillaron, implorando al cielo. Finalmente, el sol se detuvo, y retomó su curso natural. Tras unos cuantos segundos, las ropas empapadas por la lluvia se habían secado completamente.
Más de 50,000 personas, creyentes y no creyentes, presenciaron este prodigio. Sin embargo, ningún observatorio astronómico lo registró, prueba de que se trató de algo preternatural. Los periodistas que se encontraban en el lugar contaron lo que sucedió. Incluso fue visto por personas que se encontraban a varios kilómetros de distancia de Fátima, lo que destruye la hipótesis de una ilusión óptica o una alucinación colectiva.
Avelino de Almeida publicó su testimonio el 15 de octubre de 1917, en el diario O Século. Siendo el editor en jefe de este periódico liberal y anticlerical, fue lo suficientemente honesto para escribir exactamente lo que había visto:
De repente se levanta un tremendo clamor y a los espectadores que estaban más cerca se les oye gritar: “¡Milagro, milagro! ¡Prodigio, prodigio!” Ante los ojos deslumbrados de aquellas personas, cuya actitud nos transportaba a los tiempos bíblicos y que, pálidos de asombro, con la cabeza descubierta, contemplaban el azul del cielo, el sol vibró; el sol hizo movimientos bruscos nunca vistos, contra todas las leyes cósmicas – “el sol bailó”, según la típica expresión de los campesinos. ¿Se trató en verdad de un milagro, como gritaba la gente? ¿Un fenómeno natural, como afirman los expertos? De momento, no me importa saber la respuesta, sólo cuento lo que vi.
En cuanto a los tres niños, ellos también pudieron admirar estas grandiosas visiones durante los pocos minutos que duró este milagro cósmico.
Junto al sol apareció por primera vez la Sagrada Familia: San José con Nuestra Señora y el Niño Jesús. San José bendijo al mundo, elevando su mano y haciendo la señal de la cruz. Luego, los niños vieron a Nuestra Señora de los Siete Dolores con Nuestro Señor Jesucristo, que nuevamente bendijo al mundo. Por último, Nuestra Señora del Carmen se apareció sola.
Así fue la última aparición de Nuestra Señora en Fátima, hace más de cien años, el 13 de octubre de 1917.