Una tarde el P. Pío estaba enfermo en cama y no encontrando su Rosario, le decía al P. Honorato: "Muchacho, encuéntrame el arma, dame el arma". Otro día el Padre Superior le preguntó cuántos rosarios rezaba por día, y él le contestó: "A mi Superior le debo decir la verdad. He rezado treinta y cuatro".
Ignacio M. Cloppet
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