La Medalla Milagrosa es uno de los sacramentales de la Iglesia. Es una representación física de una realidad espiritual. Desde su introducción, la Medalla Milagrosa ha sido reconocida por ser una poderosa fuente de atracción de las gracias de Dios sobre la humanidad, incluso en forma de milagros. Ayude a propagar esta maravillosa devoción usando la Medalla y compartiendo este artículo.
¿Qué es la Medalla Milagrosa?
La Medalla Milagrosa es un sacramental, un medio para disponer nuestras almas a recibir la gracia. Los dos efectos principales de un sacramental son: limpiar los pecados veniales disponiendo el corazón a sentir dolor por los pecados, y ser de ayuda para vencer las tentaciones. Un sacramental no es un amuleto de la buena suerte ni una especie de pase gratuito al cielo. Es, más bien, un vínculo entre el cielo y la tierra, una manifestación física de la realidad espiritual del amor que Dios nos tiene y de la intercesión de su Madre Bendita. Al igual que un relicario que contiene una foto de nuestra madre, la Medalla Milagrosa nos recuerda a la Virgen María, y nos ayuda a llamarla y a hablar con ella cuando estamos en problemas. Dios quiere que usemos los sacramentales para recordarnos las realidades espirituales, y concede su gracia de manera especial a aquellos que los usen de este modo.
¿Cuál es el significado de la Medalla?
En el frente de la Medalla, Nuestra Señora aparece de pie sobre el mundo, que representa la tierra, y aplastando una serpiente, que representa al demonio (ver Génesis 3:15). Los rayos que emanan de sus manos significan las gracias que derrama sobre aquellos que solicitan su intercesión para con su Hijo. El año, 1830, hace referencia al año en que Santa Catalina Labouré tuvo la visión.
En la parte posterior de la Medalla, el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María son los símbolos de su ardiente amor por nosotros. El Sagrado Corazón está rodeado por una corona de espinas. El Corazón Inmaculado está traspasado por una lanza, mostrando así el dolor de Nuestra Señora como fue predicho por el profeta Simeón (Lucas 2). La Cruz es el signo de la Redención llevada a cabo por Nuestro Señor Jesucristo, y ésta se encuentra apoyada sobre una barra que es el mundo. La letra “M” significa María, y el entrelazamiento de la Cruz con la “M” muestra su ayuda en la Redención. Las doce estrellas hacen referencia a los Apóstoles, que representan a la Iglesia, alrededor de Jesús y María (Apocalipsis 12:1).
La Historia de Santa Catalina Labouré
Catalina Labouré nació el 2 de mayo de 1806, en una granja ubicada al norte de Francia. En 1829, ingresó a un convento de las Hermanas de la Caridad, una orden religiosa que se dedica a trabajar principalmente como enfermeras en hospitales. Un día, 27 de noviembre de 1830, mientras ella y sus hermanas se encontraban en la capilla haciendo su meditación nocturna, vio una hermosa mujer que estaba de pie sobre el mundo, y supo que se trataba de Nuestra Señora. La Santísima Virgen le dijo: “Estos rayos simbolizan las gracias que derramo sobre aquellos que las piden. Las gemas de las que no emana ningún rayo son las gracias que las almas se olvidan de pedir.” A continuación, Catalina vio escritas alrededor de la Virgen, en letras doradas, las palabras “Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos.” Luego, Nuestra Señora le dijo: “Manda hacer una Medalla igual a la que acabas de ver. Todos los que la usen recibirán grandes gracias; deben llevarla alrededor del cuello. Las gracias abundarán para todos aquellos que la usen con confianza.”
Catalina le describió la medalla a su director espiritual, quien mandó a hacer las primeras medallas bajo su dirección, pues ella deseaba que su identidad permaneciera oculta. Aunque la Medalla inmediatamente se volvió popular en todo el mundo, la identidad de Sor Catalina se ocultó con éxito durante 46 años, a pesar de los constantes intentos por descubrir a la visionaria. Muy pronto, se reportaron numerosos milagros por la gente que había usado la medalla y rezado la oración, especialmente hubo muchas conversiones y curaciones de enfermos desahuciados, por lo que se le comenzó a llamar “La Medalla Milagrosa”. Durante todo este tiempo, Santa Catalina permaneció trabajando como enfermera en su hospital, desconocida por todos. Murió el 31 de diciembre de 1876.
Testimonios de milagros relacionados con la Medalla
Alphonse Ratisbonne era un agnóstico que trabajaba como abogado y banquero, y que tenía un odio concentrado por el catolicismo. Durante un encuentro fortuito, un amigo lo desafió a usar la medalla y rezar la oración, y comprobar si podía permanecer sin cambiar en lo absoluto. Ratisbonne aceptó el reto, y la oración comenzó a hacer eco en su mente, “como las arias de una ópera que se cantan sin pensar en ellas, y luego se siente molestia por haberlas cantado.” Comenzó a soñar con la cruz, lo cual impedía que descansara durante la noche. Mientras contemplaba la arquitectura de una iglesia, vio a Nuestra Señora, tan hermosa que no pudo mirarla directamente, sólo pudo ver sus manos, las cuales “expresaban todos los secretos de la piedad divina”. Quedó inmediatamente convencido de la verdad de la fe católica y fue bautizado, ordenado sacerdote y pasó el resto de su vida como misionero.
Claude Newman era un hombre afroamericano de escasos recursos que vivía en Mississippi, Estados Unidos. Fue enviado a prisión acusado de homicidio en 1942. Una noche, durante una riña con sus compañeros de celda, alguien lanzó una Medalla Milagrosa y Claude la recogió. Esa noche, se despertó, luego de sentir que alguien le había tocado en la muñeca, y vio a una hermosa mujer que se encontraba de pie, cerca de él, y que le dijo: “Si quieres que sea tu madre, y tú quieres ser mi hijo, manda llamar a un sacerdote de la Iglesia Católica.” Despertó a toda la prisión pidiendo a gritos un sacerdote, y solicitó recibir instrucción religiosa cuando el sacerdote llegara. Éste quedó maravillado al descubrir, durante el curso de instrucción, que el ignorante joven ya había sido instruido en muchas cosas por alguna persona desconocida. Claude le contó al sacerdote de un voto secreto que le había hecho a Nuestra Señora, mientras yacía en una zanja durante la Segunda Guerra Mundial, y que no había cumplido. Claude dejó atónitos a todos los que lo conocían por el cambio que se había operado en él, deseando morir para poder unirse con Dios y ofrecer su muerte por la conversión de otro prisionero que lo odiaba. Solicitó una reunión con el otro prisionero para celebrar su propia ejecución, y fue a su muerte “irradiando felicidad.”
Catalina Labouré, la visionaria que nos dio la Medalla, cuidó a los enfermos durante toda su vida sin recibir ningún tipo de reconocimiento público por la increíble visión que tuvo, llegando incluso a rechazar una entrevista con el Papa Gregorio XVI. Cuando su tumba fue abierta, en 1933, casi sesenta años después de su muerte, su cuerpo estaba perfectamente conservado sin ninguna señal de descomposición. Sus ojos seguían siendo de color azul, y sus brazos y piernas todavía podían moverse, como si sólo estuviera dormida. Su cuerpo permanece en la misma condición al día de hoy, y se puede contemplar en la capilla de las Hermanas de la Caridad en la Rue de Bac, París.
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