Se cuenta de un eminente sabio sacerdote que recibió la visita de un profesor universitario turista que había ido a verlo para informarse sobre su pensamiento al haberse enterado de la fama de aquel sabio. El sacerdote le ofreció y le sirvió café, llenó la taza del huésped y después continuó sirviendo, con expresión serena y sonriente. El profesor, extrañado, miró como se desbordaba el café. No logrando explicarse una distracción tan contraria a la buena educación exclamó: "¡Está llena la taza! ¡Ya no cabe más!".
Dijo el sabio sacerdote imperturbable, "Tú estás lleno de la cultura dominante, del PENSAMIENTO ÚNICO, de opiniones y conjeturas "eruditas" y complejas, ¿cómo puedo hablarte de teología o filosofía, que sólo es comprensible a los ánimos sencillos y abiertos, si antes no vacías la taza?".
Ficción o realidad, esa anécdota nos sirve para meditar en la necesidad de vaciarnos de nosotros mismos, de nuestros miedos, de nuestros prejuicios, de separarnos de los criterios dominantes del PENSAMIENTO ÚNICO que hoy los medios y los poderes tratan de imponernos con el objetivo de controlarnos mediante la masificación y la socialización ideológica.
Para ser verdaderamente libres y llenarnos de Dios, de sus enseñanzas y de su Verdad es necesario no estar previamente llenos de criterios "políticamente correctos" impuestos por el mundo y la Revolución anticristiana. El liberalismo y el modernismo nos han influenciado durante décadas. Cuántas veces hemos absorbido sus errores sin advertirlo siquiera. Nos sumamos a la opinión dominante por serlo, cuando muchas veces ésta es contraria a la fe y moral revelada por Dios. Así, cuántos "católicos" acaban aprobando el aborto, el divorcio, los dizque métodos anticonceptivos (muchos de ellos abortivos), las relaciones prematrimoniales, las modas inmorales, las familiaridades peligrosas en el noviazgo, el dizque "amor libre", las relaciones homosexuales y hasta el supuesto "matrimonio" gay y las adopciones de estas "parejas", el relativismo religioso, la religión a la manera y gusto de cada quien, el rechazo de verdades dogmáticas, y un extensísimo etcétera que sería interminable nombrar.
Socialización ideológica programada por la Revolución anticristiana |
Es, pues, imprescindible vaciarnos de los errores, criterios y costumbres que nos han sido impuestos y que hemos absorbido inconscientemente. Todos, de un modo u otro, en mayor o en menor medida, estamos influenciados por ese PENSAMIENTO ÚNICO que nos imponen de mil maneras. El asunto está en advertir en qué aspectos se nos ha infiltrado a cada quien. No hagamos nuestro lo que nos ha sido alevosamente impuesto.
No temáis desagradar a otros. El Católico es de Cristo, no del mundo. El mundo lo aborrecerá como aborreció a su Maestro. El discípulo no es más que su Maestro, ni el siervo más que su Señor (Mt X, 24). Desconfía y preocúpate cuando el mundo te aclame. "Nada temáis a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma; temed antes al que puede arrojar alma y cuerpo en el infierno" (Mt X, 28).