Solo Dios conoce la influencia que la santidad de una madre tiene en el alma de sus hijos. Casi todos los grandes santos han tenido madres muy piadosas. La primera gracia que se le da a un hombre es tener una madre de acuerdo con el corazón de Dios.
Queridas madres, su maternidad no termina hasta que hayan formado a Jesucristo en el corazón de sus hijos. El bautismo es solo una semilla y el bautizado no es más que un recién nacido. Después de plantar la semilla, es necesario hacerla crecer. Esa es su misión, y no podrán cumplirla a menos que ustedes mismas sean santas.
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