Tengo miedo de los grandes castigos colectivos que amenazan nuestros crímenes colectivos. Este país está dormido, y no veo quién lo despierte. Este país está engañando, y no veo quién lo desengañe. Este país está postrado y no se veo quién va a levantarlo. Pero este país todavía no ha negado a Cristo; y sabemos, por tanto que hay alguien capaz de levantarlo...
Podemos ser soldados de un gran Rey; nuestras pobres y efímeras vidas pueden unirse a algo grande, algo triunfal, algo absoluto. Arranquemos de ellas el egoísmo, la malicia, la mezquindad de nuestros pequeños caprichos, ambiciones y fines particulares. El que pueda hacer caridad, que se sacrifique por su prójimo, o sólo, o en su parroquia... El que pueda hacer apostando, que ayude a Nuestro Cristo Rey en la Acción Católica o en las congregaciones. El que pueda enseñar, que enseñe, el que pueda quebrantar la iniquidad , que la golpeé y que la persiga, aunque sea con riesgo de vida. Y para ésto purifiquémonos cada uno de faltas y de errores de nuestra vida.
Acudamos a la Inmaculada Madre de Dios, Reina de los ángeles y de los hombres, para que se digne elegirnos para militar con Cristo, no solamente ofreciendo nuestra persona al trabajo, como decía el capitán Loyola, sino para distiguirnos y señalarnos en esa misma campaña del Reino de Dios, contra las fuerzas del Mal, campaña que es el eje de la historia del mundo, sabiendo que nuestro Rey es invencible, que su Reino no tendrá fin, que su triunfo y Venida no está lejos y que su recompensa supera todas las vanidades de este mundo, y más todavía, todo cuanto el ojo vio, y el oído oyó y la mente humana pudo soñar de hermoso y de glorioso".
Padre Leonardo Castellani