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"No encuentro otro medio más poderoso para atraer sobre nosotros el Reino de Dios, la Sabiduría, que unir a la oración vocal la oración mental, rezando el Santo Rosario y meditando sus misterios". San Luis María Griñón de Montfort.
El Padre Pío tenía Rosarios en todas partes, bajo la almohada, en la mesilla de noche, en los bolsillos, dondequiera... Era el religioso del rosario. Consideraba el Rosario como su arma predilecta contra toda clase de enemigos. En alguna ocasión llegó a afirmar: “Quisiera que los días tuvieran 48 horas para poder redoblar los rosarios. Cuando le preguntaban por su herencia espiritual no dudaba en afirmar que era el Rosario: “¡Amad a la Virgen y hacedla amar. Recitad siempre el Rosario!”.
"Entre las devociones aprobadas por la Iglesia ninguna más dulce ni más eficaz que el Santísimo Rosario". San Antonio María Claret.
"Con el Rosario, los enfermos recobrarán la salud o no morirán sin los sacramentos". San Francisco Javier.
"El Rosario es la salvación de los fieles". Papa Clemente VIII. "El Rosario aplaca la justa indignación de Dios". Papa Gregorio XIV.
"El Rosario es una parte y forma de oración, bellísima acomodada a nuestros tiempos, fácil de practicar y muy fructuosa". Papa León XIII.
"El Rosario invita a nuestros dedos, a nuestros labios y a nuestro corazón a entonar una gran sinfonía de súplica y oración, y por estos motivos es la plegaria más grandiosa que jamás haya compuesto el hombre. El Rosario es un sitio de encuentro de los no instruidos y de los sabios; es la escuela donde el amor sencillo se acrecienta en conocimientos y donde los sabios aumentan su amor". Monseñor Fulton J. Sheen.
"Si nos dieran un programa más difícil de salvación, muchas almas que se condenarán tendrían el pretexto de que no pudieron realizar dicho programa. Pero ahora el programa es brevísimo y fácil: rezar el Santo Rosario. Con el Rosario practicaremos los Santos Mandamientos, aprovecharemos la frecuencia de los Sacramentos, procuraremos cumplir perfectamente nuestros deberes de estado y hacer lo que Dios quiere de cada uno de nosotros". Sor Lucía de Fátima.
Rezar el Rosario es revivir con María los mayores sucesos de la Historia. Cuando lo rezamos nos dirigimos precisamente a Dios Padre que nos ha dado a su hijo Jesucristo, pero lo hacemos poniendo de intermediaria a la Virgen Madre de Dios. El Rosario es una cadena misteriosa formada con eslabones de confianza que nos une indisolublemente al corazón de la Madre de Dios y de los Hombres. Amemos a Nuestro Amado Señor Jesús recordando y meditando su vida en cada Misterio, rezando la oración que Él mismo nos enseñó con el Padre Nuestro, saludando a Nuestra Madre Bendita con cada Ave María, y Glorificando a Nuestro Dios en cada Gloria. En el Rosario se nos hacen visibles las huellas de Jesús en el mundo... hacia el Padre conduce este camino. De perla en perla, de decena en decena, recorremos nosotros los caminos de Jesús. A través de los misterios de su niñez, a través de las estaciones de su pasión redentora, podemos nosotros, con María, caminar hacia su plenitud y glorificación. Sus caminos se convierten en nuestros caminos. Unámonos en oración por Amor a Jesús.