Las abejas tienen un aguijón, como si fuera la punta de una flecha. Cuando pican a un ser humano o a un animal, el aguijón entra en la piel y no sale, porque el aguijón se mantiene dentro de la "víctima". Cuando intentan salir volando, parte del intestino de las abejas termina siendo arrancado. Morirán poco después como resultado de esta mutilación. El ataque puede dañar un poco a su víctima, pero a la abeja le cuesta la vida. (Obviamente en el caso de las abejas, esto es algo del instinto del insecto).
Pero con el ser humano sucede algo similar: aquellos que viven todo el tiempo tratando de atacar a la gente a través de chismes, calumnias e intrigas; destilando odio, rencor... pueden molestar momentáneamente a su "víctima", pero siempre terminan siendo víctimas de su propia maldad.
Observa que no hay felicidad en aquellos que viven así... Son seres desdichados.
Por eso, tú sigue tu vida haciendo el bien, como Dios pide, sin importar a quién, y jamás te rindas. No desistas de tus metas y deberes por personas que disfrutan metiéndose en las vidas ajenas, tratando de perjudicar a los demás; ésas siempre terminan mal, víctimas de su propio veneno.
G. V.