A continuación compartimos un capítulo del libro "Sorprendentes verdades del más allá", que recopila pasajes del Manuscrito del Purgatorio (también conocido como Manuscrito de la Visitación de San Ceré) apariciones de dos almas del Purgatorio en el siglo XIX en Francia.
Apreciaciones de una de las almas:
-Es preciso ser buenos y tener todos compasión de las ánimas benditas (porque Dios luego nos trata inexorablemente con la misma medida con que cada uno hayamos tratado al prójimo).
¡Es tan hermoso el Cielo ! ¡Pero es tanta la distancia hasta él desde el Purgatorio! Sin embargo algunas veces nos llega como un reflejo de los goces que disfrutan los bienaventurados en la Gloria. Mas estos vestigios de vida eterna son casi un castigo, ya que nos infunden un inmenso deseo de contemplar a Dios. En el Cielo hay inmensa luz; pero en el Purgatorio dominan densas tinieblas.
Dios os ama más que a muchas otras personas. ¿No os ha dado pruebas de ello? (Eligiéndoos para que, como alma predilecta y privilegiada, recibáis mis visitas y os adoctrine en todo lo que el Señor permite que os esté refiriendo).
Sabed que la Madre E. está en el Cielo. Era una persona culta y de gran recogimiento y vida espiritual. No cedáis a la tentación de sospechar o creer que soy un mal espíritu. ¡Yo no soy el diablo!.
Soy la hermana G. Y os molestaré hasta el día en que logre subir al Cielo. después muy agradecida, rogaré por vos; aunque también puedo rogar ahora y de hecho lo haré todos los días. Comprenderéis, por esto, que las almas del purgatorio practicamos siempre la virtud de la gratitud.
ALMAS QUE NO VEN A LA VIRGEN
La almas del Purgatorio más culpables, es decir, las que están en lo más profundo de este lugar de tormentos, no ven a la Santísima Virgen, al dignarse a veces visitarnos. Cuando un alma queda libre de sus penas y es llevada al Cielo desde el Purgatorio, esto es un gran gozo incluso para el mismo Dios debido al infinito amor que nos profesa. Tendré un poco de alivio en la fiesta de Pascua (pues el Altísimo mitiga algo las penas en fechas tan gloriosas como ésta). Si vigiláis atentamente sobre vos misma (procurando meditar y luego obrar conforme a los que vais sabiendo), Dios os concederá gracias que no ha concedido todavía a nadie. Medita, por ejemplo, en el valor de la intención cuando con amor la dirigís a favorecer no sólo a un alma en particular, sino, a un mismo tiempo, a muchas otras y hasta a todas en particular y en general, con lo que así aliviaréis a todas las ánimas benditas según los designios del Señor sobre cada una. Pues bien, rezad así vuestro Salterio (universalizando muy caritativamente vuestra intención; y lo mismo el Rosario; el Vía Crucis y otras prácticas de piedad; cuando no se os encargan ni se os manda que la apliquéis a una sola alma o por sólo una intención especial), con lo que conseguiréis grandes frutos de salvación, si no olvidáis tampoco a todas las personas, justos y pecadores, que aún no han muerto.
Torno a insistiros que en el Purgatorio existe un tormento especial contra las religiosas que han hecho sufrir a su Superiora. Para ellas el Purgatorio es terrible; vendrán acá conmigo (que tuve precisamente, entre otros, ese gran defecto) y verán el castigo que muy acudadamente experimentarán ellas también.