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¿CÓMO AFECTA LA PORNOGRAFÍA A LAS MUJERES?

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Muchos de los “defensores” del uso de la pornografía asumen que el consumo de la pornografía es un “entretenimiento” sin víctimas. A menudo apoyan la idea de que alguien (hombre o mujer) que ve pornografía de forma aislada, “no le está haciendo daño a nadie”.
En el Segundo Simposio Nacional Multidisciplinario de la Sexualidad Humana, en Argentina, se ha considerado que la pornografía actual desvirtúa la sexualidad humana, expresándola en formas violentas, ya sea explícitas o implícitas, y siempre en una relación de poder (del adulto hacia el menor) y servidumbre (de la mujer con respecto al hombre) u otras deformaciones. Aunque parezca paradójico, a pesar de que hoy vivimos bombardeados por la información que procede de múltiples fuentes, la desinformación sobre el tema de la sexualidad es preocupante. De esta manera muchos adolescentes se encuentran ante una poderosa estimulación erótica ambiental sin la debida preparación, absolutamente indefensos.[1]
Aunque la mayoría de las personas cree que sólo los hombres ven pornografía, la realidad muestra que las mujeres no son inmunes a la ella. Al menos una de cada seis mujeres es adicta a la pornografía.[2] La diferencia radica en que las mujeres no suelen admitirlo tan a menudo como lo hacen los hombres.
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Tanto las mujeres como los hombres comparten los mismos efectos con respecto al uso de la pornografía. En el caso de las mujeres, a menudo se manifiesta más a través del uso de las salas de chat erótico y la lectura de historias eróticas o de sexo explícito. En cambio los hombres se enganchan mucho con las imágenes. Ambas manifestaciones son igual de dañinas y difíciles de superar.
Pero, ¿cómo afecta la pornografía visual a las mujeres?
1. La pornografía es adictiva y altera la función cerebral
Además, aunque muchos pretenden ocultar la verdad acerca de la pornografía la verdad es que cada vez están saliendo a la luz más documentos científicos, médicos, psicológicos, donde se comprueba la naturaleza adictiva y el daño cerebral que produce la pornografía.
Existen pruebas de apoyo a la tesis de que la adicción a la pornografía, sobre todo cuando se acompaña de la masturbación compulsiva durante un largo período, altera la química del cerebro y eventualmente puede producir daño cerebral. Esto no es una teoría conspirativa. Se trata de una tesis intelectualmente defendible para el que ahora hay un creciente cuerpo de evidencia científica.[3] [4]
El Neurólogo de la Universidad de Columbia, el Dr. Norman Doidge, describe en su libro “The brain that changes itself” cómo la pornografía causa un “recableado” de los circuitos neuronales. El Dr. Doidge señala que, en un estudio hecho a hombres que habían visto pornografía en Internet, éstos actuaban de la misma manera que aquellas ratas adictas que empujaban desesperadamente las palancas en las cajas experimentales de Skinner para obtener su “dosis”. El Dr. Doidge señalaba que “los hombres estaban buscando desesperadamente la próxima dosis con el clic del ratón del computador, al igual que las ratas que empujaban la palanca”. Además mencionó que “todas las adicciones causan cambios de por vida, cambios neuroplásticos en el cerebro”.
La pornografía se convierte en una adicción grave, comparable a la heroína, al “crack”, o a la cocaína. La adicción comienza su asalto mortal y lento en el cerebro.[5]
Aunque las mujeres se enganchan menos con las imágenes, cuando empiezan a ver pornografía el efecto producido en su cerebro es el mismo que se produce en el hombre.
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El Dr. Gary Lynch, neurocientífico de la Universidad de California en Irvine, al discutir sobre el efecto que una sola imagen muy erótica puede tener en el cerebro, señala: “Lo que estamos diciendo aquí es que un evento que dura medio segundo [imagen - impresión], dentro de cinco o diez minutos se ha producido un cambio estructural que en cierto modo es tan profundo como los cambios estructurales que se ven en daños cerebrales”. Además de comentar sobre cómo una palabra o imagen puede alterar de inmediato la estructura del cerebro, el Dr. Lynch sostiene: “en cuestión de segundos, teniendo una señal muy modesta, una palabra… que está en tu cabeza como una señal eléctrica por no más de unos pocos segundos, puede… dejar un rastro que va a permanecer por años“.
En otras palabras, NO es necesaria una larga exposición a estas imágenes para que tu cerebro cree la memoria de las mismas y las guarde allí por largo tiempo. La Dra. Judith Reisman va un paso más allá y menciona que este daño cerebral es como “un sabotaje para el cerebro”, dando a entender con ello que los pornógrafos, de hecho, participan en una especie de “terrorismo sexual”. Afirma que “en tres décimas de segundo una imagen visual pasa del ojo al cerebro y, si se quiere, el cerebro cambia estructuralmente y los recuerdos se crean; literalmente se forma un nuevo cerebro con cada experiencia visual”. Por eso “los niños y otras personas que no pueden leer al instante pueden decodificar y experimentar lo mismo ante las imágenes pornográficas… De hecho, las imágenes eróticas (altamente excitantes) comúnmente subvierten la cognición del hemisferio izquierdo”.
2. Cosificación de las personas
La pornografía obstaculiza la capacidad de la persona en la toma de decisiones claras (por el mismo efecto destructor en el cerebro: daño en el lóbulo frontal, encargado de la toma de decisiones) y distorsiona la visión de la persona sobre los cuerpos, las relaciones y la sexualidad. Es decir que quienes ven pornografía se deshumanizan, ya no se ve a la pareja, a las otras personas como seres humanos sino como juguetes sexuales que existen para la propia satisfacción. Se busca a los hombres solamente por el placer sexual que me proporcionan, para experimentar aquella ficción que se ve en los videos: ese falso goce o “felicidad” momentánea.
3. Pérdida del verdadero significado de las relaciones sexuales y del amor
La pornografía facilita la insensibilidad sexual en las relaciones y separa completamente las relaciones sexuales del amor y del interés por la familia y los niños.[6] También se ha comprobado que la pornografía deja la impresión en los espectadores de que el sexo no tiene relación alguna con la intimidad; que no está relacionado con el amor, el compromiso o el matrimonio; que formas extrañas del sexo dan la mayor satisfacción y que el sexo irresponsable no tiene consecuencias adversas.[7]
Otro efecto secundario frecuente causado al ver pornografía es que también reduce drásticamente la capacidad de amar (por ejemplo, da lugar a una marcada disociación del sexo de la amistad, el afecto, el cuidado, y otras emociones y rasgos saludables normales que ayudan a las relaciones de pareja). Su lado sexual se convierte en un sentido deshumanizado. Muchos de ellos desarrollan un “estado de ego ajeno” (o el lado oscuro), cuyo núcleo es la lujuria antisocial desprovista de la mayoría de los valores. Con el tiempo, el “estar drogada” viendo pornografía y masturbándose se vuelve más importante que las relaciones de la vida real.[8]
La pornografía ha degradado el verdadero sentido de las relaciones sexuales; éstas en sí mismas no son malas, han sido creadas para ser vividas y disfrutadas dentro del matrimonio. El sexo es algo natural, creado para unión de los esposos y como medio de procreación de los hijos.
Cuando la mujer se da cuenta del daño que la pornografía ha hecho en su vida empieza a ver el sexo como algo sucio y percibe que el goce de las relaciones sexuales es sólo para las “chicas malas” (prostitutas, estrellas porno) y como consecuencia ella no debería disfrutar del sexo. El amor de los esposos se expresa a través de las relaciones sexuales y la pornografía está robando ese goce sexual que es algo hermoso y maravilloso dentro del matrimonio.
4. Desarrollo de desviaciones sexuales
Cuando la satisfacción sexual se produce en el contexto del uso de la pornografía, puede dar lugar a la formación de un amante virtual de todo tipo. El Dr. Victor Cline, en su ensayo “Efectos de la pornografía en Adultos y Niños”, describe este proceso de la siguiente manera:
“En mi experiencia como terapeuta sexual, cualquier persona que se masturba regularmente con el uso de la pornografía está en riesgo de convertirse, con el tiempo, en un adicto/a sexual, y se va condicionando a sí mismo a tener una desviación sexual y/o una relación perturbada con el novio o cónyuge.”
Varios estudios han demostrado que todas las personas que ven pornografía, normales o no balanceadas, desarrollan un anhelo de materiales cada vez más fuertes y aberrantes, al igual que los drogadictos anhelan drogas más y más fuertes. Todas estas personas fantasean cada vez más con actos y materiales desviados, y muchos incluso incorporan las aberraciones en sus relaciones sexuales. Muchas de estas personas empiezan a emplear métodos más violentos en sus relaciones sexuales.
Los psiquiatras británicos Martin Roth y Edward Nelson mencionan que “lejos de tener un efecto purificador, la exposición a la pornografía produce un interés mayor en la desviación sexual“.[9]
Donnerstein, Zillman y Malamuth informan que “la exposición masiva a la pornografía no violenta, no coercitiva, de tarifa estándar, crea un apetito por materiales más inusuales, extraños y desviados, como la violencia en un contexto sexual, como representaciones de sadomasoquismo y violación“.
Al igual que con los usuarios de drogas, los usuarios de la pornografía necesitan materiales cada vez más desviados para mantener sus niveles previos de la excitación sexual.[10]
En conclusión, la pornografía daña el carácter, debilita la voluntad y produce una desviación sexual en aquellos que se exponen a ella. Esto, por la evidencia científica con la que se cuenta, es ya indudable.[11]
5. Mala lectura del cuerpo femenino: competencia fallida ante la estrella porno
Si bien es más frecuente que hombres vean pornografía, son las mujeres las que se sienten más afectados por el golpe en su propia imagen.
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Como sostiene Naomi Wolf enEl mito de la belleza, “la cultura ha obligado a las mujeres a basar su valor personal en su capacidad para vivir de acuerdo con un estándar de belleza física imposible de alcanzar“. Las mujeres somos constantemente “informadas” por los medios de comunicación sobre la forma como debemos vestir o vernos si queremos vernos hermosas. Desafortunadamente las imágenes que los medios de comunicación nos presentan a menudo son imágenes poco realistas de mujeres que han tomado medidas poco saludables para lucir así, o son sencillamente “mejoradas” con programas para computadoras como Photoshop. Muchas mujeres se ven continuamente atraídas y atrapadas por estos inexistentes paradigmas de belleza, creyendo que tienen que “ser así” si quieren ser atractivas y aceptadas.[12] Por eso es cada vez más frecuente ver que aún de niñas las mujeres ya quieren implantarse senos, glúteos, etc.
Aún más devastadora es la pornografía en sí misma. Hay una diferencia en cómo los hombres y las mujeres ven la pornografía: los hombres miran pornografía para “avivar” su “masculinidad”, mientras que las mujeres ven las imágenes como lecciones sobre cómo se ven las mujeres.
Además del efecto perjudicial causado por los medios de comunicación sobre las mujeres, las feministas vinculadas a la pornografía por los años 1960 y 1970 han buscado promover la promiscuidad sexual en la cultura como un medio “para destruir la irracional devoción de la mujer al hombre”. El resultado fue una cultura que en la década de los ochenta defendió a la sexualmente voraz superestrella pop Madonna. Los “modelos femeninos” que la siguieron hasta hoy han seguido sus pasos. La nueva Miley Cyrus ha rechazado su conducta adolescente sana para mostrarse ahora “atrevida”, desnuda, erótica ante el escenario mundial. El ponerle el trasero a su acompañante de baile, su “twerking” y su dedo de espuma con el que hace el gesto de masturbarse ante el mundo entero, celebran una visión de la mujer como es representada en la pornografía. A las jóvenes mujeres se les enseña ahora en nuestra cultura erotizada que mientras más bella eres, mientras más muestras, mientras más atrevida eres, más valorada serás. En cambio, nuestra cultura desprecia cada vez más el carácter moral y emocional de la mujer.
La feminista Sophie Bennett, en una entrevista ofrecida a la escritora Dina Rickman, observó que
“las mujeres y las niñas están constantemente bajo presión para preocuparse de lo que parecen. La publicidad, los medios de comunicación, los videos musicales y juegos de video perpetúan todos el mito de que la mujer para ser bella debe ser joven, blanca o de piel clara, sana, delgada y depilada, presionando a las mujeres al definir el éxito por su apariencia en lugar de sus logros”.[13]
La mujer que consume pornografía siempre se verá a sí misma con defectos, puesto que al no poder dejar de compararse con la “estrella porno” descubre que su cuerpo dista mucho de ser como el de ella. Muchas caen entonces en la trampa de buscar fabricarse cuerpos perfectos, sometiéndose a dietas estrictas que ponen en riesgo su salud y acudiendo a cirujanos con la finalidad de ser más deseadas por los hombres, en vez de buscar que los hombres las respeten, las valoren y las amen por lo que son.
6. Aislamiento, desolación y mala lectura de su dignidad
Las mujeres que consumen pornografía o que lo hicieron a menudo se sienten avergonzadas de ello y lo ocultan. Se aíslan, ya sea porque están tan inmersas en la adicción o porque no quieren exponer el tema por el rechazo que esto genera en los medios donde se desenvuelven. La pornografía es una industria pensada de manera muy inteligente, puesto que aísla a la víctima de quienes podrían ayudarla.
El usuario o adicto/a a la pornografía a menudo confunde su adicción con su dignidad. En lugar de decir: “Yo hice algo malo al ver pornografía”, se dice a sí mismo/a: “Yo soy malo/a”.
A menudo los consumidores de pornografía lo ocultan por las respuestas que ésta ha tenido en sus seres queridos (familiares, cónyuges, amigos); muchas veces las víctimas han sido condenadas, avergonzadas e incluso castigadas por su falta.
Es un verdadero reto empezar a hablar del tema sin condenar al usuario/a sino al medio (la pornografía). Avergonzar, culpar, castigar a quien es víctima de la pornografía no ayuda en su recuperación, sino que más bien genera un bloqueo en estas personas que crean barreras y nuevas mentiras. Se ven atrapadas en este círculo vicioso con tal de no ser señaladas como pervertidas.
Mantener el problema en secreto no solo no ayuda a resolverlo, sino que lo empeora. Debemos cambiar la condena por la compasión y empezar a generar espacios en los que las víctimas de este problema puedan ir sanando y ayudando a quienes sufren de esta adicción o dependencia.
Si tú eres una de estas mujeres que está luchando por dejar la pornografía, ¡recuerda que no estás sola en tu batalla! Hay muchas mujeres que al igual que tú están enfrentando su adicción y con la ayuda apropiada se están librando del veneno que la pornografía ha dejado en ellas.
Dra. Verónica Ortega, Miembro y Colaboradora activa de La Opción V
Artículos relacionados:
Artículos que tratan sobre los efectos de la pornografía en los hombres:
[4] Hilton DL, Watts C. Pornography addiction: A neuroscience perspective. Surg Neurol Int.2011;2:19
[9] “Porn Traffickers Share Guilt in Sexual Murders.” The Wanderer, March 9, 1989, page 2.
[10] The Hill-Link Minority Report of the Presidential Commission on Obscenity and Pornography. This report may be ordered from Morality in Media, 475 Riverside Drive, New York, New York 10115.
Haz click: 12 PASOS PARA LIBERARSE DE LA PORNOGRAFÍA


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