"Ahora bien, las obras de la carne son conocidas:... odios, discordias, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias... y cosas semejantes; sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. En cambio el fruto del Espíritu es caridad, gozo, paz, constancia de ánimo, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, templanza... Porque los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus vicios y concupiscencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. No seamos codiciosos de vana gloria, irritando los unos a los otros, envidiándose los unos a los otros mutuamente".
San Pablo a los Gálatas, cap. 5