“Los ateos que blasfeman, son falsos ateos. Yo no he creído nunca en la sinceridad del ateísmo que blasfema, y sufre el cólico de la muerte. Tengo una infinita lástima de esos ateos simulados porque tienen que ser creyentes que han perdido la esperanza, impenitentes finales que han cometido el único pecado que no se perdona, según la terrible sentencia del Evangelio: el pecado contra el Espíritu Santo, el pecado del orgullo invencible”.
Hugo Wast