COMBATAMOS LOS PECADOS DE PENSAMIENTO Y DESEO, PARA PODER ELIMINAR LOS PECADOS DE PALABRA, ACCIÓN Y OMISIÓN.
“Hijo mío, el destino que Dios tiene para ti y para todos, es el Cielo, pero, aunque Jesucristo ya pagó por nuestra salvación, el Cielo depende de ti y depende de mí. Por eso, cuida siempre lo que piensas, porque tus pensamientos se volverán palabras. Cuida tus palabras porque estas se convertirán en tus actitudes. Cuida tus actitudes porque, más tarde o más temprano, serán tus acciones. Cuida tus acciones que terminarán transformándose en costumbres. Cuida tus costumbres, porque ellas forjarán tu carácter. Finalmente, cuida tu carácter porque esto será lo que forje tu destino.”
Las malas acciones tienen su origen en un mal pensamiento o un mal deseo que no se combatió a tiempo. El pecado se inicia en el mal pensamiento consentido que en sí mismo ya constituye una falta. |
Un día un joven le preguntó a un hombre muy sabio si es cierto que Dios ha fijado un destino para cada ser humano y que, según esto, no importaría lo que hagamos o dejemos de hacer, pues unos irían al Cielo y otros al Infierno. El sabio se quedó pensando por unos momentos y le dijo al joven:
Nadie se condena sin culpa personal. Cada individuo es responsable de su destino eterno. La fe y las buenas obras ganan el Cielo. |
En relación a esto, San Pablo afirma: “al final cada uno cosechará lo que ha sembrado.” (Gálatas 6, 7) Y añade: “Así que no quiero correr sin preparación, ni boxear dando golpes al aire. Castigo mi cuerpo y lo tengo bajo control, no sea que después de predicar a otros yo me vea eliminado.” (I Corintios 9, 27).
Que en este comienzo de año tomemos la decisión de ser mejores cristianos sabiendo que, si así lo hacemos, un día nuestra será la corona de la Victoria, que es el Cielo.
Que en este comienzo de año tomemos la decisión de ser mejores cristianos sabiendo que, si así lo hacemos, un día nuestra será la corona de la Victoria, que es el Cielo.
P. Nuñez