"¡Temes la deshonra, la calumnia, las humillaciones y, muy a menudo, para conservar una honra imaginaria ante los hombres, ofendes a Dios! Desdichado, ¿no sabes que la verdadera honra se basa en la virtud? ¿Qué te importa lo que los hombres piensen de ti, siempre que te estime Dios y te premie? ¡Extraña ceguera! Témense las leyes humanas y se desprecia el Evangelio como si las órdenes de Jesucristo no valiesen lo que valen los decretos de los príncipes."
San Jerónimo