El Cura de Ars solía contar este ejemplo:
“Un santo dijo un día a uno de sus religiosos: “Ve al cementerio e injuria a los muertos”.
El religioso obedeció, y al volver preguntóle el santo: “¿Qué han contestado?”.
Religioso: “Nada”.
“Pues bien, vuelve y haz de ellos grandes elogios”.
El religioso obedeció de nuevo. “¿Qué han dicho esta vez?”
Religioso: “Nada, tampoco”.
“¡Ea!, replicó el santo, tanto si te injurian, como si te alaban, pórtate como los muertos.”