Las calumnias, con el tiempo, generalmente se evidencian y son como el lodo arrojado: sale el sol, se secan y se caen. Lo que se mantiene perenne es la pésima reputación y fama de quien malignamente las profiere.
Todo mundo rehuye y evita tratar al calumniador que es visto como parte del lumpen más bajo.
Ver: https://www.catolicidad.com/2022/06/la-difamacion.html?m=0