Aunque los negacionistas de nuestros antepasados (dos razas que se encuentran y funden y a una ellas desconocen, sintiéndose indígenas puros) renieguen de nuestro pasado y antecedentes como Nación y priven a la ciudad de sus monumentos históricos, ahí está la verdad histórica, con sus luces y sombras, que como epopeya conforma nuestro origen y nuestro ser, del que abominan los renegados.
¡Pobres!, creen que retirando estatuas con un alto valor artístico y cultural cambiarán la Historia, creen que privando al pueblo mexicano de su patrimonio modificarán el pasado y podrán más libremente difundir su mezquina ideología que reniega de los antecedentes y raíces de su Patria.
México no es el Imperio Azteca. Nuestro país es la nación que nació de la unión entre vencedores indígenas y vencedores españoles. Pobres de quienes renegando de la Historia se identifican con los perdedores, miserable visión tienen de su Patria y de sus orígenes, visión que marcará sus propias vidas. Nuestra Patria, en realidad, nació de una victoria.
¡Viva la hispanidad! ¡Viva México católico!