“No es suficiente aclarar el espíritu, es necesario también depurar el corazón, a fin de que el espíritu pueda recibir y conservar la luz. En general, todas las inclinaciones perversas que alteran la pureza del corazón, alteran la penetración del espíritu y lo ofuscan; es el privilegio de un corazón puro el ver en todo su esplendor la luz de Dios. Dos vicios, más que todos los otros, han hundido a nuestro siglo en las tinieblas, estos son el orgullo y la impureza”.
R. P. de Clorivière