Llámese ocasión próxima de pecado cualquier circunstancia exterior (persona, objeto, lugar, diversión) que de ordinario nos lleve al pecado mortal.
¡Ten cuidado! Si reza el refrán que no se ha de jugar con fuego, ¿Crees que es menos peligroso exponerse a las ocasiones próximas de pecado?
Nuestra fuerza es semejante a la de la paja que, puesta en el fuego, se inflama y se consume en un instante. El fuego es la ocasión; la paja nuestra alma.
Afirma San Bernardino de Sena que es mayor milagro el no pecar, habiéndose expuesto a la ocasión, que resucitar a un muerto; ahora bien Dios no realiza esta clase de milagros.
Escucha a San Francisco de Asís: “Se lo que debería hacer, más ignoro lo que haría si estuviese expuesto a la ocasión”. El mismo Espíritu Santo asevera que quien ama el peligro, perecerá en él. (Eclesiástico 3, 27).
Enseña la Experiencia que la ocasión muda el alma en un instante: Era robusta, mas de repente se demuestra singularmente flaca. Interroga a la Historia: ¿Cuál fue la causa del pecado de David, de la captura de Sansón, de la caída de Salomón y de la negación de Pedro? La ocasión próxima.
En los primeros siglos del cristianismo, un mártir, tras haber sido azotado, fue encerrado en un horrible calabozo. Cierta matrona romana solicitó, como gracia insigne, el ir a curar sus llagas. Ya estaba planteada la ocasión próxima, y Satanás hallábase presente, oculto tras las facciones de una mujer. El mártir no tuvo valor para decir “NO”; fue vencido y apostató.
¿Cuáles son las principales ocasiones próximas del pecado mortal? Son:
A) Las malas lecturas, contrarias a la fe o a las costumbres. Un libro bueno es un amigo sabio, pero un libro malo es un cruel enemigo. “¿Quién hay entre vosotros -pregunta Pablo Bourget- que bajando al fondo de su conciencia, no reconozca que no hubiese sido del todo el mismo, a no haber leído tal o cual libro?”. Proal en su libro Crímenes y suicidios, escribe esta frase lapidaria: “Los mayores bienhechores y malhechores son los libros”.
B) Las imágenes, fotografías, estampas, cuadros, estatuas poco decentes, las películas y videos inmorales constituyen un peligro permanente.
C) Las compañías malas o simplemente ligeras. Si colocáis una fruta sanísima entre frutas dañadas, se podrirá; uno se pone blanco en casa del molinero, y negro en casa del carbonero; la peste se contrae con el contacto de los apestados; dime con quién andas y te diré quién eres; uno se asemeja a las personas con quienes trata. (Es importante mencionar que Nuestro Señor Jesucristo comía y bebía con pecadores para rescatarlos de dicha realidad de pecado, el amaba al pecador pero no amaba el pecado, siempre buscaba en ellos la conversión).
D) Las familiaridades con personas de distinto sexo. “La tierra y la lluvia son excelentes dice -San Juan Crisóstomo- pero mezcladas hacen lodo”. El hombre y la mujer son fuego y paja; no bien se aproximan, hay incendio, hay catástrofe. Dices “Es una persona piadosa”. De acuerdo; pero ¿no arde el cirio bendito lo mismo que el cirio no bendito? La virtud y santidad no te inmunizan contra el peligro.
E) Los placeres mundanos. Son primeramente el túmulo de la piedad, luego del pudor, muchas veces de la inocencia, y hasta de la salud eterna. ¿Qué regla de conducta has de seguir? Evita absolutamente las ocasiones próximas y voluntarias, conviene a saber: aquellas que, por lo común, te acarrean al pecado mortal, y aquellas a que te expones libremente. A ellas alude nuestro Señor cuando dice: Si tu ojo es para ti ocasión de escándalo, sácatelo y tíralo lejos de ti (Mt 18,9). Uno es ya culpable por el mero hecho de enzarzarse en ellas. Es ya pecado grave ponerse, voluntariamente y sin necesidad, en ocasión próxima de pecar mortalmente.
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Cuando fuiste bautizado, el Sacerdote, al imponerte el velo blanco, símbolo de la inocencia, te dijo: “Recibe este vestido blanco, y vuélvelo sin mancilla al tribunal de Nuestro Señor Jesucristo” Por estas Palabras, el ministro de Dios nos recomendó que guardásemos la Gracia Santificante.
¿Cómo conservar la gracia santificante? Evitando el pecado mortal. Los medios principales para evitarlo son:
1.- El recuerdo de las postrimerías.
2.-La huida de las ocasiones próximas de pecado.
3.-La mortificación.
4.-La huida de la Ociosidad.
5.-La oración
6.- La frecuencia de los sacramentos.
7.-La devoción a María.
8.-La lucha contra las tentaciones.