San José, cuya fiesta celebraremos hoy, no abría mucho los labios, pero fue el fiel ejecutor y custodio de la Palabra de Dios que habitó entre nosotros.
San José, fue esposo de la Virgen María y padre adoptivo de nuestro Señor Jesucristo. Como primer dato sabemos que fue de oficio carpintero ya que Cristo fue llamado Hijo de José, el carpintero (Mt 13,55; Jn 1,45; 6,42; Lc 4,22). San José es además modelo de los trabajadores, por esta razón es que también la Iglesia lo celebra el 1 ° de Mayo como San José Obrero. La misión de San José aquí en la tierra consistió en velar por la Sagrada Familia que Dios le había encomendado, tarea que no le fue nada fácil, pues tenía en su encomienda cuidar del Salvador del Mundo, formarlo y educarlo, lo cual desempeñó de una manera muy especial, ya que tenía a su lado dos grandes amores: la Virgen María y a Jesús. ¡Qué gran privilegio habrá sido para él! San José, al igual que María, pasó por grandes dolores que la Iglesia recuerda muy bien, pero a la vez fue recompensado por grandes alegrías. El primero fue ver nacer a Jesús muy pobremente en una cueva, pero su alegría fue ver cómo los ángeles llegaban a adorarlo al igual que los pastores y los Magos. El segundo dolor fue la presentación del Niño en el templo al oír que sería causa de división para algunos en Israel, y su alegría fue saber que este Niño sería luz de las naciones. La Huida a Egipto es el tercer dolor, al enterarse de que Herodes quería matar al Niño, llegan a un país desconocido y costumbres diferentes, a esta angustia lo recompensa llegar con bien y ser bien recibido en dicha tierra. El cuarto dolor fue al perderse el Niño en el templo, qué gran angustia habrá sido para San José, a este sufrimiento le correspondió haberlo encontrado sano y salvo y verlo crecer hasta que murió san José. El último dolor fue su santa muerte, que se vio recompensada por tener con él a su querida familia, las personas más santas de la tierra.
Sabemos que San José fue totalmente casto y que la Santísima Virgen María concibió por obra del Espíritu Santo, ya que ambos tenían votos de castidad, por eso podemos decir que San José es el padre virginal de Jesús: no lo engendró Él, pero sí cuidó del Niño como verdadero padre. Por esta razón algunas imágenes de San José, y más en la antigüedad, lo pintan como un hombre ya de edad, y así indirectamente quieren reafirmar la virginidad de María, lo más probable es que San José haya sido un hombre joven cuando se comprometió con María, la tradición lo ha puesto entre los 25 y 30 años. Muy poco se conoce de la vida de San José, solamente dos Evangelios nos dan algunos detalles: en Mateo (1,1-16.20) y en Lucas (1, 27), se nos dice que era descendiente de David. Un dato curioso es que en ninguno de los relatos evangélicos se ha escuchado palabra alguna de José. Sólo se conocen obras y actos de él, por esto es que se le ha conocido como el Santo del silencio, ésta es una manera de enseñarnos que por medio del silencio podemos llegar a amar a los demás y llegar a la Santidad. Él desde su oficio, sus quehaceres diarios y el silencio de su corazón llevaba consigo al mismo Dios, iba construyendo su propia morada, que al igual que la Virgen Santísima iba guardando todo en su corazón. Un elogio muy grande que se le hace a San José es que fue un hombre justo. Esto lo vemos en el relato de Mateo, donde se nos dice que María quedó embarazada por obra del Espíritu Santo; y José, que era un hombre justo y no queriéndola poner en evidencia, pensó dejarla silenciosamente y en secreto, y fue cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le explicó todo este acontecimiento (Mt 1, 20-21), ahora en el libro de Ezequiel (18, 5-9) vemos quién es un hombre justo, que sin duda San José tuvo todas estas cualidades.
De su muerte no tenemos ningún dato, pero lo más probable es que haya muerto durante la juventud de Jesús o antes de que iniciara su vida pública, ya que a partir de las Bodas de Caná ya no se hace mención de él, pues si viviera en ese momento, lo más seguro es que los acompañaría, como también hubiera estado acompañando a María en la Pasión de Jesucristo. La muerte de San José fue una muerte dulce, según nos dicen algunos teólogos de la Iglesia. Podemos decir que murió de la forma más santa, acompañado de Jesús y de María. Se cree que murió del inmenso amor que le tenía a estas dos personas, sus dos grandes amores, por esta razón también se le ha considerado patrono de los moribundos o de la Buena Muerte.
Muerte de San José. Pintura de Alonso Cano. S. XVII |
Así como Jesucristo es el cuerpo de la Iglesia y María Madre de la Iglesia, también a San José se le ha puesto como protector de la Iglesia Universal. Fue el Papa Pío IX, en el Concilio Vaticano I, quien declaró y constituyó a San José Patrono Universal de la Iglesia el 8 de diciembre de 1870.
En San José se han visto grandes prodigios, es el santo del silencio, modelo de los trabajadores, hombre justo, padre virginal de Jesús, entre otras cosas; por eso, en esta fecha que celebramos a San José pidamos su intercesión para que cuide de nuestras vidas y que nos ayude a amar a su Hijo Jesucristo en la persona de nuestros hermanos.
ORACIÓN A SAN JOSÉ
San José, casto esposo de la Virgen María intercede para obtenerme el don de la pureza.
Tú que, a pesar de tus inseguridades personales supiste aceptar dócilmente el Plan de Dios tan pronto supiste de él, ayúdame a tener esa misma actitud para responder siempre y en todo lugar, a lo que el Señor me pida.
Varón prudente que no te apegas a las seguridades humanas sino que siempre estuviste abierto a responder a lo inesperado obténme el auxilio del Divino Espíritu para que viva yo también en prudente desasimiento de las seguridades terrenales.
Modelo de celo, de trabajo constante, de fidelidad silenciosa, de paternal solicitud, obténme esas bendiciones, para que pueda crecer cada día más en ellas.
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San José, casto esposo de la Virgen María intercede para obtenerme el don de la pureza.
Tú que, a pesar de tus inseguridades personales supiste aceptar dócilmente el Plan de Dios tan pronto supiste de él, ayúdame a tener esa misma actitud para responder siempre y en todo lugar, a lo que el Señor me pida.
Varón prudente que no te apegas a las seguridades humanas sino que siempre estuviste abierto a responder a lo inesperado obténme el auxilio del Divino Espíritu para que viva yo también en prudente desasimiento de las seguridades terrenales.
Modelo de celo, de trabajo constante, de fidelidad silenciosa, de paternal solicitud, obténme esas bendiciones, para que pueda crecer cada día más en ellas.
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