Cuando escribí sobre la teología de la liberación, hubo un hombre que dijo: "su visión de la teología de la liberación es muy limitada". Mi pregunta hacia ese señor es: ¿Y tú que sabes si mi visión es limitada o no? ¿Acaso puedes saber lo que yo pienso por un simple post que solo es un RESUMEN de tantas otras cosas que yo debería decir?
De todos modos, no sé si mi visión es limitada o no. Lo que sí sé es lo siguiente:
a) He misionado en más de 6 países, e hice misiones cortas en muchos otros. Puedo decir que los sacerdotes de la teología de la liberación no se preocupaban por convertir gente al catolicismo, y sostenían que las personas pueden salvarse en sus propias iglesias. Esto va claramente contra la doctrina católica. Además, de ser así, no tiene sentido ser católico ya que, ¿Para qué me voy a preocupar de vivir en castidad si perteneciendo a una religión que permite la poligamia me voy a salvar también? Por otra parte, decir tal cosa es decir que Cristo estaba equivocado, puesto que el Señor mismo dijo: "id por todo el mundo y predicad el Evangelio. Quien crea y se bautice se salvará, quien no crea se condenará" (Mc 16, 16). En realidad, Cristo no puede ser nunca un mentiroso. En todo caso, quien miente es quien dice que todas las religiones son iguales.
b) Como consecuencia de esto, tampoco estos sacerdotes de la teología de la liberación se preocupaban de que la gente viva en gracia. El sexo fuera del matrimonio es pecado grave, y estos sacerdotes no se preocupaban de que las personas dejen de vivir en unión libre y se casen. Hay que aclarar aquí que el sexo en cuanto tal NO ES MALO. El sexo es algo bueno, sagrado y santo. Pero así como un cuchillo puede ser usado para matar y no para cortar la carne, al sexo se le puede dar un mal uso. El sexo es bueno, SIEMPRE Y CUANDO sea dentro del matrimonio por la Iglesia. Los teólogos de la liberación no se preocupaban porque la gente se case ni que deje de vivir en concubinato, ni tampoco se preocupaban de que los fieles se acerquen al sacramento de la confesión y se arrepientan de sus pecados. Si nos salvamos en cualquier religión, la consecuencia lógica es que el infierno no existe, que el pecado tampoco existe y que hagamos lo que hagamos, ya estamos todos en gracia.
c) Estos sacerdotes de la teología de la liberación, en definitiva, no liberaban a nadie. Los mejores de ellos solo sacaban de la pobreza a algunas personas, pero no los liberaban del pecado, y la principal misión de la Iglesia es que la gente viva en gracia de Dios.
No estoy diciendo aquí que estos sacerdotes eran malos moralmente. Quizás sus intenciones eran buenas. Pero el problema es que tenían la cabeza formateada por la teología de la liberación, y es por eso que sus Iglesias eran, como mucho, centros de asistencia social, pero no eran para nada lugares donde se buscaba la Gloria de Dios y la salvación de las almas.
Repito: a los pobres hay que socorrerlos. Yo no estoy en contra de la acción social y creo que la parábola del Buen Samaritano debe estar siempre presente en nuestros corazones. Si uno ve hermanos en necesidad, hay que socorrerlos y buscar calmar sus sufrimientos, aún ayudándolos materialmente. Pero la primer misión de la Iglesia no es la acción social, sino la salvación de las almas. No amamos verdaderamente al prójimo sino lo sacamos del pecado ni lo ayudamos a vivir en gracia.
Por lo tanto, no sé si mi visión de la teología de la liberación es limitada o no. Lo que sí sé es que donde la teología de la liberación fue promovida, el catolicismo disminuyó y crecieron las sectas, el comunismo pegó más fuerte y la gente NO DEJÓ de vivir en pecado.
Por los frutos se conoce el árbol. ¿Qué frutos buenos salieron de esta teología? La respuesta es obvia: NINGUNO.
Bendiciones para todos.
P. Tomás A. Beroch