Una vez, contó el mismo Monseñor Fulton J. Sheen, que iba en el tren y una señora lo reconoció y le dijo:
"¿Usted es el obispo que sale en la televisión?"
Él respondió afirmativamente.
La señora le dijo: "Pues déjeme decirle que habla muy bien, pero no estoy de acuerdo con usted. Yo era católica, pero ahora soy atea".
A lo que él respondió: "Oh! Ud. es atea, pero ¡qué interesante! Y por casualidad, ¿Usted ya ha leído el magisterio de la Iglesia?"
Ella respondió: "No".
Él prosiguió: "Bueno, ¿al menos ha leído los documentos patrísticos?".
Ella respondió negativamente.
El arzobispo continuó: "Ok, pero seguro ha leído los clásicos de la espiritualidad católica o a los doctores de la Iglesia".
Ella respondió: "Ni había oído hablar de ello".
Finalizó Fulton Sheen: "Discúlpeme señora, pero usted no es atea, usted es ignorante."