INTRODUCCIÓN: LA IMPORTANCIA DE LA SALVACIÓN EN LA IGLESIA CATÓLICA
En los últimos años, el enfoque del diálogo interreligioso ha ganado cada vez más relevancia dentro de ciertos sectores de la Iglesia. Entre las declaraciones más llamativas, se encuentra la insistencia en la diversidad religiosa como un aspecto positivo, e incluso como un “don de Dios”, promovido en varios discursos del Papa Francisco. Este tipo de declaraciones, aunque bien intencionadas desde el punto de vista del fomento de la paz, contradicen de manera directa las enseñanzas tradicionales de la Iglesia sobre la unicidad de la salvación en Cristo y su Iglesia.
Las palabras de Francisco generan inquietudes entre quienes defienden la verdad tradicional, al proponer una idea que relativiza la verdad revelada, lo cual va en contra de lo enseñado por siglos a través de la Tradición católica. Este artículo propone un análisis sistemático y apologético, basado en los papas, santos y doctores preconciliares, para reafirmar la enseñanza de que fuera de la Iglesia no hay salvación (extra Ecclesiam nulla salus) y desvelar los errores presentes en los planteamientos relativistas que han surgido en tiempos recientes.
I. CONTEXTO DE LAS DECLARACIONES RECIENTES DEL PAPA FRANCISCO
1. La Declaración Sobre la Fraternidad en Abu Dabi (2019)
En febrero de 2019, el Papa Francisco firmó el Documento sobre la Fraternidad Humana en Abu Dabi, junto con el Gran Imán de Al-Azhar. En este documento, se afirmó que:
“El pluralismo y las diversidades de religión, color, sexo, raza y lengua son queridos por Dios en su sabiduría, a través de la cual creó a los seres humanos.”
Esta afirmación generó un intenso debate dentro de la Iglesia, pues parece insinuar que Dios, en su voluntad, quiere la existencia de una pluralidad de religiones, lo cual contradice la enseñanza tradicional según la cual Dios ha revelado una sola verdad. Esta declaración plantea la pregunta: ¿cómo puede Dios querer que existan creencias erróneas que niegan su revelación en Jesucristo?
2. Declaraciones de 2023: Proponer la Religión, No Imponerla
El 13 de septiembre de 2023, en un encuentro con una delegación de la mezquita de Bolonia, el Papa Francisco volvió a hacer un llamado a la fraternidad y al diálogo interreligioso, afirmando que cada creyente debe sentirse libre de proponer su religión sin imponerla, evitando lo que él considera proselitismo. En sus palabras, Francisco afirmó:
“Cada creyente debe sentirse libre de proponer -¡nunca imponer! - su propia religión a otras personas, creyentes o no. Esto excluye toda forma de proselitismo, entendido como ejercer presiones o amenazas.”
Aunque la libertad de conciencia es un valor reconocido por la Iglesia, la afirmación de que se debe proponer la religión sin el mandato explícito de convertir a las almas a la verdad parece diluir la misión evangelizadora de la Iglesia, que es predicar la verdad de Cristo con claridad y sin ambigüedades.
3. Declaraciones de 2024: La Diversidad Religiosa como “Un Don de Dios”
En septiembre de 2024, durante un encuentro ecuménico en Albania, el Papa Francisco reiteró que la diversidad de identidades religiosas es un “don de Dios”. En su discurso, Francisco afirmó:
“Contemplad la diferencia de vuestras tradiciones como una riqueza, una riqueza que Dios quiere que sea. La unidad no es uniformidad, y la diversidad de vuestras identidades culturales y religiosas es un don de Dios.”
Este tipo de declaración genera serias preocupaciones doctrinales al implicar que la pluralidad de religiones—algunas de las cuales niegan verdades fundamentales de la revelación cristiana—es querida por Dios en cuanto tal, en lugar de reconocer que estas religiones se desvían de la verdad revelada por Jesucristo.
II. LA TRADICIÓN CATÓLICA: UNICIDAD DE LA SALVACIÓN Y DE LA VERDAD
1. El Mandato de Cristo: Predicar el Evangelio a Todas las Naciones
La misión de la Iglesia es, y siempre ha sido, predicar el Evangelio de Jesucristo como la única vía de salvación para todas las naciones. Este mandato se encuentra en el centro del mensaje evangélico:
“Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os he mandado” (Mateo 28:19-20).
Este mandato no fue una simple invitación a dialogar o proponer el Evangelio como una opción entre muchas. Cristo mismo, el Hijo de Dios, no presentó su mensaje como uno más en medio de una pluralidad de religiones, sino como la única verdad que salva.
El Papa San Pío X, en su encíclica E Supremi Apostolatus (1903), reafirmó la importancia de este mandato:
“La misión principal que nos ha sido confiada por el Redentor es la de predicar el Evangelio y asegurar que la humanidad entera vuelva a la sumisión a Dios por medio de Cristo. Fuera de Cristo, no hay salvación, ni esperanza de salvación.”
2. La Enseñanza de los Padres de la Iglesia: La Salvación Solo en la Iglesia
Desde los primeros siglos, la Iglesia ha enseñado que fuera de la Iglesia no hay salvación. Esta doctrina es conocida como extra Ecclesiam nulla salus, y ha sido proclamada con claridad por los Padres de la Iglesia y reafirmada por varios concilios. El Concilio de Florencia (1442) fue especialmente claro en su afirmación:
“La Santa Iglesia Romana firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia Católica, no solo los paganos, sino también los judíos, herejes y cismáticos, pueden participar en la vida eterna; sino que irán al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles, a menos que antes de la muerte se unan a ella” (Denzinger 1351).
La unicidad de la salvación en la Iglesia Católica no es un simple detalle teológico, sino una verdad fundamental de la fe cristiana. Negar esta enseñanza, o suavizarla en aras de la unidad interreligiosa, implica una grave desviación de la verdad revelada por Dios.
III. LA CONDENA DEL RELATIVISMO Y EL INDIFERENTISMO RELIGIOSO
1. El Indiferentismo Religioso: Un Error Condenado
El indiferentismo religioso, que sostiene que todas las religiones son igualmente válidas, ha sido condenado con firmeza por la Iglesia. Esta idea, que socava la verdad revelada y relativiza la fe católica, fue calificada como una herejía nefasta por el Papa Gregorio XVI en su encíclica Mirari Vos (1832):
“Condenamos esa nefasta y detestable herejía del indiferentismo, es decir, esa opinión que ha llegado a extenderse por todas partes, de que por cualquier profesión de fe se puede obtener la salvación eterna” (Mirari Vos, n. 13).
Esta enseñanza subraya que no puede haber equivalencia entre la fe cristiana y las religiones que niegan verdades fundamentales del Evangelio. La verdad revelada no es relativa, y el hecho de que existan otras creencias no significa que Dios las quiera como tal. Dios desea que todos los hombres lleguen al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4), no que permanezcan en el error.
2. La Defensa de la Verdad por Parte de los Pontífices
El Papa Pío IX, en su encíclica Quanta Cura (1864), condenó también cualquier forma de relativismo que pusiera todas las creencias al mismo nivel. En su firme defensa de la verdad, Pío IX enseñó:
“Es un error pernicioso pensar que cualquier religión puede ser el camino a la salvación. La verdadera religión es solo una, la que Cristo nos reveló y que la Iglesia Católica defiende” (Quanta Cura, n. 9).
3. Santo Tomás de Aquino: La Verdad Es Única y Absoluta
Santo Tomás de Aquino, el más grande teólogo de la Iglesia, enseñó que la verdad es única y objetiva. Según Tomás, Dios ha revelado una sola verdad, y esta se encuentra plenamente en la Iglesia Católica. En su Summa Theologica, Santo Tomás afirma:
“El fin último de la ley nueva (la ley del Evangelio) es que los hombres participen de la vida divina a través de la verdad revelada. Fuera de esta verdad no hay salvación, porque la verdad es única y objetiva” (Summa Theologica, I-II, q.108, a.1).
Para Santo Tomás, la verdad revelada por Dios no puede compartirse con el error. Afirmar que Dios “quiere” la diversidad de religiones es, en esencia, un error teológico grave, ya que implica que Dios desea la confusión en cuanto a su propia revelación.
IV. LA PREDICACIÓN COMO DEBER APOSTÓLICO: LA VERDAD NO PUEDE CALLARSE
El Papa Pío XII, en su encíclica Mystici Corporis (1943), enseñó que la predicación del Evangelio no es una opción, sino una responsabilidad apostólica:
“Aun cuando algunas almas puedan salvarse por medios extraordinarios conocidos solo por Dios, deben siempre estar unidas de alguna manera al Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia” (Mystici Corporis, n. 103).
El Papa León XIII, en Satis Cognitum (1896), reafirmó la necesidad de proclamar la verdad de la fe católica, sin comprometerla:
“La Iglesia, de hecho, es la obra de Cristo, fundada con el fin de la salvación eterna de los hombres. Aquellos que se apartan de la Iglesia o se colocan en contra de ella, se separan del camino de la salvación” (Satis Cognitum, 9).
San Alfonso María de Ligorio, doctor de la Iglesia, explicó que la predicación del Evangelio no es una imposición, sino el mayor acto de caridad. En su obra La Verdadera Esposa de Jesucristo, San Alfonso afirma:
“No hay mayor obra de misericordia que salvar a un alma del error y llevarla a la luz de la verdad” (La Verdadera Esposa de Jesucristo, Capítulo 7).
La verdadera caridad cristiana no consiste en dejar a las personas en el error, sino en guiarlas hacia la verdad revelada por Dios. Esta verdad no puede ser relativizada ni diluida en aras de un malentendido respeto a la diversidad.
CONCLUSIÓN: LA VERDAD NO PUEDE SER RELATIVIZADA
La enseñanza tradicional de la Iglesia, defendida por los papas, santos y teólogos preconciliares, proclama sin ambigüedades que solo en la Iglesia Católica se encuentra la plenitud de la verdad revelada y los medios de salvación. Cualquier intento de relativizar esta verdad al equiparar otras religiones con la fe católica es un error que socava la misión misma de la Iglesia y traiciona el mandato de Cristo de predicar el Evangelio a todas las naciones.
La verdadera caridad exige que la Iglesia proclame la verdad sin compromisos, ofreciendo a todas las almas la posibilidad de conocer a Cristo y alcanzar la vida eterna. La diversidad religiosa, lejos de ser un “don de Dios”, es una manifestación de la confusión que solo puede ser superada mediante la unidad en la verdad que Cristo fundó en su Iglesia.
OMO
BIBLIOGRAFÍA
• Summa Theologica, Santo Tomás de Aquino
• Quanta Cura, Papa Pío IX
• Mirari Vos, Papa Gregorio XVI
• Mortalium Animos, Papa Pío XI
• Immortale Dei, Papa León XIII
• Satis Cognitum, Papa León XIII
• Mystici Corporis, Papa Pío XII
• E Supremi Apostolatus, Papa San Pío X
• Contra Epístulam Manichaei, San Agustín
• De Ecclesiae Unitate, San Cipriano
• La Verdadera Esposa de Jesucristo, San Alfonso María de Ligorio