“La Paz dejada por Cristo a los suyos: No es la paz del mundo, que consiste en condescender con lo bueno y con lo malo y evitar toda lucha. Esta paz del mundo no tranquiliza las conciencias ni lleva el orden ni la paz, sino el desorden y la desventura a los hogares, a la sociedad y a las naciones: lo estamos viendo y sintiendo.
En cambio, la paz de Cristo es la que ante todo y sobre todo nos reconcilia y une con Dios, fuente de todo bien. Con ella, aún en medio de las luchas y persecuciones, el alma está tranquila, reina el orden y la felicidad en los hogares y pueden ser felices las sociedades y naciones”.
Mons. José María Caro Rodríguez,
“Homilías Dominicales”