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¿QUIÉN CRÍA A TUS HIJOS?

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CATOLICIDAD.Decía S.S. Pío XII, a mediados del siglo pasado, acerca de los filmes de entonces, que en ellos muchas veces "a Dios no se le niega, ni se le injuria ni se le blasfema; sólo que Él está ausente. La propaganda de una vida terrestre sin Dios es abierta, continua. Con razón se ha observado que generalmente, aun en los films considerados moralmente irreprensibles, los hombres viven y mueren como si no existiese Dios, ni la Redención, ni la Iglesia".

¿Qué podría decirse hoy de las películas, telenovelas, programas y series que pasan por la T.V.? 

Ciertamente han transcurrido muchos años y los medios de comunicación -controlados por intereses ecónomicos y políticos- intentan imponer un pensamiento único y "políticamente correcto" entre sus clientes. No son los tiempos de Pío XII donde un nefasto laicismo imperaba en la cinematografía, sino que hoy la Revolución anticristiana ha avanzado muchos pasos adelante en su programa, imponiendo la inmoralidad y todos los vicios por los medios masivos de comunicación.

Converger con el criterio único es en sí mismo un pésimo y gravísimo signo en un católico. Significa que ha perdido su capacidad de crítica y análisis. Ya no es capaz de distinguir cuando le dan gato por liebre. No advierte cuántos criterios, cuántas formas de vida, cuántas ideologías se presentan en esos medios que son contrarias al ideal cristiano y al pensamiento católico. Es decir, se ha descristianizado y se ha masificado sin siquiera advertirlo.

Así, los medios de comunicación -entre ellos la T.V. y el internet- dictan las normas. Nos dicen cómo vestir e imponen una moda inmoral, particularmente en la mujer. Ya la Virgen en Fátima lo había advertido: "Vendrán ciertas modas que ofenderán mucho a Nuestro Señor". Basta ir a una fiesta, a una disco o a una playa para ver toda clase de indecencias en el desvestir. El creyente debe saber que la ropa es para cubrir, no para sugerir ni para provocar.

Que estos medios dictan ese pensamiento único no es una novedad para nadie que tenga todavía capacidad de análisis. Las películas y telenovelas están siempre dentro de la argumentación en la que el adulterio, el amor libre y el divorcio son el pan nuestro de cada día. Ni que decir del cargado erotismo que surge en cada filme o capítulo de una serie, y ahora en cualquier horario. No se diga ya del descaro en la pornografía que se consume sobre todo en internet y que tiene atrapadas a tantas almas que se profesan católicas. Las mesas redondas o programas de entrevistas o temáticas específicas de sexualidad, no dejan de pregonar que la masturbación es buena, que el sexo -que no "amor"- libre es una alternativa aceptable, que casi cualquier desviación ha dejado de serlo, que la homosexualidad es sólo una válida "preferencia" como cualquier otra, que la "contracepción" (así llaman a los potenciales microabortivos) y el aborto mismo ya son parte común y ordinaria de la sociedad hedonista que todo lo justifica para buscar el placer por el placer mismo como único fin. Ese proyecto de vida, esa filosofía de una sociedad emancipada de Dios que nos venden los medios, naturalmente logra imponerse como una realidad donde al mal ya no se la llama mal y donde los valores están destruidos.

LA T.V. Y EL INTERNET CÓMODAS NIÑERAS DE LOS HIJOS

Cierto es que ningún medio informativo es en sí mismo malo, el problema está en quienes los controlan. Así, actualmente, la fe o la religión sólo aparecen por accidente o con el fin de denigrarlas. Algunos cuantos programas positivos son ya sólo garbanzos de a libra en medio de un fango revolucionario donde campea la mediocridad moral o la maldad misma. Así, la violencia se presenta muchas veces de una manera brutal y como algo cotidiano. Las valoraciones y mensajes positivos de los antiguos filmes son criticados con el despectivo término de "moralina". Y todo este paquete es el que alimenta a las nuevas generaciones de niños, adolescentes y jóvenes que han nacido con dos nuevas y cómodas institutrices: la T.V. y la red de Internet (en el celular o en la PC), mismas que actúan de cómodas niñeras para beneplácito de los padres que -de esta manera- tienen quietos y tranquilitos a sus vástagos que silenciosamente son corrompidos con ideologías anticatólicas e inmorales. Si hasta los pocos buenos programas son interrumpidos por avances o anuncios inapropiadaos...¿qué no decir de toda la programación negativa que es constante en estos medios? No se trata ya de lo que con mucha razón se quejaba S.S. Pío XII, una programación o un contenido donde Dios ya no está presente. Ahora, ese contenido es adverso y es manipulado por la Revolución anticristiana para imponer su ideología. Lo ha hecho poco a poco, cada año se ha radicalizado más y los frutos de su influencia social están a la vista de cualquiera que no quiera ser ciego voluntario. Si el liberalismo anticristiano ha sido absorbido por muchos que ahora son adultos y ya no distinguen el gato que les dan por liebre, ¿qué les espera a las siguientes generaciones que consumen ahora una programación televisiva y una información desorientadora por internet de una manera tan radical y grave? ¿Cuándo la más abyecta pornografía estuvo a disposición de los menores -en el seno de sus propios hogares- de una forma tan sencilla como ahora con el internet o con algunas películas que pasan por televisión, con tan sólo hacer un click o apretar un botón del control?

ALEJAMIENTO DE LA ORACIÓN Y LA VIDA ESPIRITUAL

Además del contenido mismo, hay que ver que, como dijo Jorge Novoa:

"Resulta difícil, que un creyente, luego de sentarse durante varias horas frente al televisor, se encuentre frente a Dios en la oración. A primera vista, parece ser que la oración no tiene marketing. No aparece en los spots publicitarios, no está integrada en las películas...se puede prescindir de la oración, pero nunca de las nuevas vitaminas, la gimnasia y la ecología. Es para el mundo y su destino, más trascendente lo que va a anunciar un peluquero, que un hombre de oración. Es imperdonable, que alguien no sepa la pasta de dientes que utiliza la conductora del programa, y que en su lugar, recuerde el nombre de los doce apóstoles de Jesús". 

Si esto ocurre con los adultos, ¿qué efecto no tendrá en los niños, adolescentes y jóvenes?


Es tiempo ya de tomar posturas maduras, tajantes y verdaderamente congruentes con nuestra fe y con nuestro amor a Dios. Él nos dio a nuestros hijos en depósito. Somos un medio y una autoridad que el Señor dispuso para llevarlos por la senda recta para que puedan alcanzar un día la Bienaventuranza eterna. Ese camino no es fácil si no hay verdaderas convicciones, virtudes y voluntad de agradar a Dios. Esto no puede ser sembrado correctamente si al mismo tiempo se les ofrece constantemente el veneno que producen y distribuyen los medios masivos de comunicación en busca de socializar el pensamiento con sus antivalores. Un cucharada de "alimento" sano que dan los padres junto con dos de veneno a favor del "pensamiento único" que les dan los medios, acaban prevaleciendo estas últimas y matando y corrompiendo el espíritu de nuestros hijos. ¿Qué cuenta daremos a Dios de ello?, ¿realmente estamos buscando la salvación eterna de nuestros hijos?, ¿qué medidas -que sean realmente efectivas y no meros paliativos- vamos a tomar?.

Analicémoslo ahora y no dejemos las soluciones para después. Luego... ¡será ya muy tarde para preguntarse en qué se ha fallado!


Esta es una simple caricatura, el camino no termina sólo y siempre
 con un embarazo adolescente; hay situaciones mucho más graves.


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