Poco conocida mundialmente, Natalie Trayling, es una compositora y pianista de la tercera edad. Esta australiana es una artista verdaderamente sorprendente. Basta escuchar la composición sin título que realizó a la edad de 13 años y que finalizó unos años después -que se muestra en el video siguiente- para apreciar tanto su inspiración -excepcional- como su calidad interpretativa. Merecería, sin duda alguna, estar grabado en alta calidad en un CD.
Natalie no es una artista convencional. No acostumbra tocar en salas de concierto, sino en las calles. Ella lo prefiere así. Dice que ahí es donde se siente bien, cuando toca directamente para el pueblo."Es algo que no conseguiría de una sala de conciertos, ya que sólo ciertas personas van allí. Pero esto es para todo el mundo", señala.
Con su teclado Roland se instala en las calles de Melbourne, la que antes fuera la capital australiana y que ahora es la segunda ciudad más grande de ese país, para regalar su arte al público que pasa y se detiene unos minutos a escucharla. Recibe unas monedas a cambio, pero su objetivo fundamental no es económico. Lo que se ha propuesto es llevar su música por esa ciudad a la mayor parte de sus habitantes y, en verdad, es una delicia escucharla. Ella vive para la música y para expresarse a través del teclado. Es lo que la mantiene en pie, por eso rechaza recluirse en una casa de asistencia. Basta que alguien entienda un poco de música para que al pasar se quede sorprendido de lo que está escuchando en una banqueta. Muchos no dan crédito. "Creí que en la tienda de junto habían puesto un CD de una gran artista, cuando la escuché por primera vez" dijo Rosie Rahman, que se conmovió hasta las lágrimas por una interpretación dramática de la sonata Patética de Beethoven.
La fama de una excelente concertista callejera corrió como pólvora por toda la ciudad y ahora es muy conocida en Melbourne. Vive en un buen hotel a cambio de tocar piano en el vestíbulo tres veces por semana, sin por ello descuidar sus conciertos callejeros. Pero antes pasó situaciones muy difíciles.
En la primaria empezó a aprender piano en un colegio de monjas; luego, a los doce años consiguió una beca para estudiar música en el Santa Maria College. A los 15 años logró otra para la Royal Academy of Music de Londres, pues sus padres no podían sufragar sus estudios. A los 20 años se unió a un grupo musical que viajaba y realizaba giras por toda Australia. Luego de separarse del grupo, conoce a quien sería su esposo. Contrae matrimonio y tiene cuatro hijos. Dos de sus hijas murieron en 1967 y 1986. La primera en un accidente y la segunda de fibrosis quística. En 1984 el matrimonio fracasa y se separa. Ella jamás buscaría otro hombre. Otro hijo -Nathan- fue destrozado por una inadecuada medicamentación para los nervios y no podía trabajar. Fue idea precisamente de Nathan, el trasladarse a Melbourne en 1993, para un nuevo comienzo.
NUEVE AÑOS VIVIÓ AL AIRE LIBRE O EN PENSIONES
Natalie vivió en un motel de Brunswick y logró el permiso para tocar el piano en la cámara del consejo de Moreland en Brunswick. Ella también tocaba en una tienda de música. Lamentablemente, luego de nueve meses, el motel cambió de manos, por lo que durante nueve años vivió ya sea al aire libre en Royal Park o en pensiones. A finales de 2003 Natalie se enfermó de anemia y fue hospitalizada durante seis meses. Luego, la pusieron en un hogar de ancianos, pero ella se salió pues necesitaba expresarse a través de su música. En julio de 2004, se hospedó en un hotel de la ciudad, que no ha dejado desde entonces, donde sufraga su renta tocando en su vestíbulo. Ella está cerca de su hijo Nathan, de 41 años, que vive en un refugio para hombres.
Desde entonces se ha convertido en la célebre concertista de las calles de Melbourne. Actualmente ha dejado de momento sus conciertos callejeros, pues fue internada en el Hospital Royal para ser atendida de un padecimiento nervioso, pero gracias a Dios se está recuperando y, además, tuvo la suerte de que en dicho hospital existiera un piano que Natalie puede utilizar diariamente, lo que es como si recibiera una excelente dósis de óxigeno para su espíritu. La artista sueña con reanudar sus conciertos en las calles de Melbourne. "Vienen a mis conciertos los niños y toda clase de gente... es lo que amo hacer", señala. Anhela volver ahí para interpretar a Rachmaninov, Chopin y Mendelssohn o sus propias composiciones e improvisaciones (muy frecuentes), y llevar su música y expresar su espíritu a través de su teclado.
En verdad, un caso sorprendente que las casas grabadoras han desperdiciado. Oremos por la pronta recuperación de Natalie.
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