De nuevo, como cada año, se realizó en Argentina el "Encuentro Nacional de Autoconvocadas Autoenajenadas" (mujeres abortistas con profundos traumas y cristianofobia), ahora en Mar del Plata. Y de nuevo, como cada año, se dirigieron a la catedral del lugar con el propósito de profanarla. Ahí múltiples fieles católicos se colocaron a rezar detrás de las rejas del templo que cerraron para proteger el sagrado lugar.
Las abortistas, en gran número, acompañadas de algunos varones, arribaron vomitando blasfemias y consignas contra la Iglesia Católica. Lograron con gran esfuerzo, entre muchas, derribar una de las rejas del sagrado sitio y entraron al atrio, con un gran odio, como si estuviesen posesas, para agredir a los fieles que ahí se encontraban codo a codo, y que estoicos, sin moverse de su sitio, enfrentaron pacíficamente la agresión de las abortistas solo con rezos y cantos religiosos.
Varias se desnudaron de la cintura hacia arriba, mostrando sus miserias tanto físicas como morales, y realizaron actos obscenos; además, arrojaron aerosoles y otros objetos a la cara de los fieles, les embarraron y les aventaron pañales con excremento y los llegaron a escupir y golpear sin recibir respuesta de los católicos que no se movían para impedir que entraran al templo a profanarlo como era su intención. Una líder abortista gritaba consignas para motivar a las demás a introducirse en la catedral, pero les fue imposible porque los fieles no se movían del lugar para impedirlo.
La policía, en escaso número, intervino para proteger a los fieles y a la catedral y detuvo a tres abortistas que finalmente fueron liberadas. La misma policía fue agredida también. Tras aúllar imitando a los pieles rojas y hacer pintas contra la religión en los edificios y casas aledañas, se fueron blasfemando. En realidad, parecían posesas y vomitaban su exacerbado odio por doquier. Varias iban semidesnudas. El saldo fue de algunos fieles heridos, pero finalmente el sagrado lugar fue defendido valientemente por los católicos que impidieron que entrasen y profanaran la Casa de Dios. Naturalmente, como ya es común también, cierto sector de la prensa (y otros medios de comunicación) de esa nación deformó los hechos, pero gracias a los videos y los testimonios de los mismos policías se pudo constatar la verdad.