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ADOREMOS, AGRADEZCAMOS, AMEMOS AL REDENTOR QUE NACE E INUNDEMOS NUESTRO ESPÍRITU DE ALEGRÍA

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En este santo tiempo, la Iglesia ofrece al Niño Dios el tributo de sus profundas adoraciones, los transportes de sus inefables alegrías, el homenaje de su agradecimiento infinito, la ternura de su amor incomparable. Estos sentimientos, adoración, alegría, agradecimiento, amor, expresan el conjunto de actos que toda alma fiel debe también tributar al Emmanuel en su cuna. Las oraciones de la Liturgia la prestarán su voz pura y perfecta; mas penetremos en la naturaleza de esos sentimientos para sentirlos mejor y hacer totalmente nuestra la forma con la que los expresa la Santa Iglesia.

ADORACIÓN.- Nuestro primer deber ante la cuna del Salvador es la adoración. La adoración es el primero de los actos de religión; pero se puede decir que, en el misterio de Navidad, todo parece contribuir a hacer ese deber más sagrado todavía. En el cielo, los Ángeles se cubren el rostro y se postran ante el trono de Dios; los veinticuatro ancianos deponen continuamente sus diademas ante la Majestad del Cordero; ¿qué hemos de hacer nosotros, pecadores, miembros indignos del pueblo redimido, cuando el mismo Dios se humilla y anonada por nosotros; cuando, por el más sublime de los cambios, los deberes de la criatura para con su Creador son por El mismo realizados, cuando Dios eterno no sólo se inclina ante la Majestad Infinita, sino ante el hombre pecador?

Es, pues, justo que, a la vista de un espectáculo semejante, procuremos con nuestras profundas adoraciones devolver al Dios que se humilla por nosotros una partecita de lo que le sustrae su inmenso amor al hombre y su fidelidad a los mandatos de su Padre. Debemos, en cuanto nos sea posible, imitar en la tierra los sentimientos de los Ángeles del cielo, y no acercarnos nunca al divino Niño sin ofrecerle el incienso de una sincera adoración, las protestas de nuestro vasallaje y la pleitesía del acatamiento debido a su Infinita Majestad, tanto más digna de nuestro respeto cuanto más se rebaja por nosotros. ¡ Ay de nosotros si, demasiado familiarizados con la aparente flaqueza del divino Infante, y con sus tiernas caricias, creyéramos poder prescindir de esa primera obligación y olvidarnos de lo que El es y lo que somos nosotros!

El ejemplo de la Purísima Virgen María nos ayudará mucho a conservar en nosotros esa humildad. María era humilde delante de Dios antes de ser Madre; después de serlo, es más humilde todavía ante su Dios y su Hijo. Pues nosotros, despreciables criaturas, pecadores mil veces perdonados, adoremos con todas nuestras potencias a Aquel que desde tan elevadas alturas baja hasta nuestra miseria, y tratemos de compensar con nuestros actos de humildad, ese eclipse de su gloria que se realiza en la cueva y en los pañales.

ALEGRÍA.- Pero la Santa Iglesia no ofrece solamente al Niño Dios el tributo de sus profundas adoraciones; el misterio del Emmanuel, del Dios con nosotros, es también para ella fuente de inefable alegría. El respeto debido a Dios se conjuga de un modo admirable, en sus cánticos sublimes, con la alegría que los Ángeles la recomendaron. Tiene a gala imitar el regocijo de los pastores, que a toda prisa y rebosantes de contento acudieron a Belén y también la alegría de los Magos, cuando a su salida de Jerusalén volvieron a ver la estrella. Es el motivo de que toda la cristiandad consciente celebre el divino Natalicio con cantos alegres y populares, conocidos con el nombre de Villancicos.

Unámonos, oh cristianos, a esa jubilosa alegría; no es tiempo de lágrimas ni suspiros: Un Niño nos ha nacido. Ha llegado el que esperábamos y ha llegado para morar con nosotros. Como ha sido larga la espera, deberá ser embriagador el gozo de poseerle. Día llegará, y muy pronto, en que este niño que hoy nace, hecho ya hombre, será el varón de dolores. Entonces nos lamentaremos con Él; ahora debemos alegrarnos de su venida y cantar con los Ángeles junto a su cuna. Estos cuarenta días pasarán veloces; recibamos con el corazón dilatado la dicha que nos viene de arriba como un don celestial. La Sabiduría divina nos enseña que el corazón del justo es una continua fiesta, porque en él reside la paz: ahora bien, estos días ha venido la Paz a la tierra, la Paz a los hombres de buena voluntad.

AGRADECIMIENTO.- A esta mística y deliciosa alegría viene como por sí mismo a unirse el sentimiento de gratitud para con Aquel que, sin detenerse ante nuestra indignidad ni ante las consideraciones debidas a su infinita Majestad, quiso escoger una Madre entre las hijas de los hombres, y una cuna en un establo: tan empeñado estaba en la obra de nuestra salvación, en apartar de sí todo lo que pudiera inspirarnos miedo o timidez y en animarnos con su divino ejemplo a seguir el camino de la humildad, por donde debemos marchar para llegar al cielo, perdido por nuestro orgullo.

Recibamos, pues, con el corazón emocionado el precioso regalo de un Niño libertador. Es el Hijo único del Padre, de ese Padre que amó al mundo hasta el extremo de entregarle su propio Hijo; y es el mismo Hijo único quien confirma plenamente la voluntad de su Padre, viniendo a ofrecerse por nosotros porque Él lo quiso. En verdad, al entregárnosle el Padre ¿no nos lo ha dado todo con Él, como dice el Apóstol? ¡Oh inestimable dádiva! ¿Podríamos ofrecer un agradecimiento equivalente al regalo, cuando, en el fondo de nuestra miseria, somos incapaces de estimar su valor? En este misterio, sólo Dios y el divino Infante, que guarda el secreto en el fondo de su cuna, saben perfectamente lo que nos dan.

AMOR.- Pero, si la gratitud no puede ser proporcionada a la dádiva ¿quién habrá de pagar la deuda? Sólo el amor será capaz de hacerlo, porque, por muy limitado que sea, no tiene medida, y siempre puede ir en aumento. Por eso la santa Iglesia se siente invadida de una inefable ternura en la cueva, después de haber adorado, bendecido y dado gracias, y exclama: ¡Cuán hermoso eres, oh amado mío! ¡Oh divino Sol de justicia, cuán suave es a mi vista, tu despertar! ¡Cuán vivificantes tus rayos para mi corazón! ¡Cómo se afianza tu triunfo en mi alma cuando la vences con las armas de la pobreza, de la humildad y de la infancia! Y todas sus palabras son palabras de amor; la adoración, la alabanza, la acción de gracias no son en sus Cánticos más que expresión variada e íntima del amor que transforma todos sus sentimientos.

Sigamos también nosotros, oh cristianos, a nuestra Madre la Iglesia y llevemos nuestros corazones al Emmanuel. Los Pastores le ofrendan su sencillez, los Magos le llevan ricos presentes; unos y otros nos enseñan que nadie debe presentarse ante el divino Infante sin ofrecerle un donativo digno. Ahora bien, es preciso que lo sepamos: ningún tesoro estima tanto como el que ha venido a buscar. El amor le hizo bajar del cielo. ¡Compadezcamos al corazón que no le entrega su amor!

Estos son los deberes que nuestras almas deben tributar a Jesucristo en la primera venida, que hizo en carne y flaqueza, como dice San Bernardo, no para juzgar al mundo sino para salvarle.

Dom Próspero Guéranger O.S.B


28 DE DICIEMBRE: LOS SANTOS INOCENTES

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Herodes llamado "el Grande", gobernaba al pueblo judío, dominado por Roma, por la época en que nació Nuestro Señor Jesucristo. Herodes era idumeo, es decir que no era un judío perteneciente a la casa de David o de Aarón, sino descendiente del pueblo al que Juan Hyrcan obligó a abrazar el judaísmo; si ocupaba el trono de Judea, era por un favor especial de la casa imperial de Roma. Por lo tanto, desde que oyó decir que ya habitaba en el mundo un ser "nacido como rey de los judíos" al que tres sabios magos del oriente habían venido a adorar, Herodes estuvo inquieto y vivió en el temor de perder su corona. En consecuencia, convocó a los sacerdotes y escribas para preguntarles en qué lugar preciso debía nacer el esperado Mesías. La respuesta unánime fue: "En Belén de Judá". Más atemorizado que nunca, realizó toda clase de diligencias para encontrar a los magos que habían venido de oriente en busca del "rey" para rendirle homenaje. Una vez que encontró a los magos, los interrogó secretamente sobre sus conocimientos, los motivos de su viaje, sus esperanzas, hasta que, por fin, les recomendó que fuesen a Belén y los despidió con estas palabras: "Id a descubrir todo lo que haya de cierto sobre ese niño. Cuando sepáis dónde está, venid a decírmelo, a fin de que yo también pueda ir a adorarle". Pero los magos recibieron en sueños la advertencia de no informar a Herodes, de suerte que, tras haber adorado al Niño Jesús, hicieron un rodeo para regresar a oriente por otro camino. Al mismo tiempo, Dios, por medio de uno de sus ángeles, mandó a José que tomase a su esposa María y al Niño y que huyese con ellos a Egipto, "porque sucederá que Herodes buscará al Niño para destruirlo".

"Entretanto, Herodes, al verse burlado por los magos, se irritó sobremanera y mandó matar a todos los niños que había en Belén y sus contornos, de dos años abajo, conforme al tiempo de la aparición de la estrella, que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió lo que predijo el profeta Jeremías cuando anunciaba: "En Rama se oyeron las voces, muchos lamentos y alaridos. Es Raquel que llora a sus hijos, sin hallar consuelo, porque ya no existen". (Mat. II, 18).

Al hablar de Herodes, dice el historiador Josefo que "era un hombre de gran barbarie hacia todos los demás" y relata varios de sus crímenes, tan espantosos, crueles y repugnantes, que la matanza de unos cuantos niños judíos parece cosa de nada, y Josefo ni la menciona. Por tradición popular, se supone que el número de las víctimas de la matanza ordenada por Herodes fue muy crecido. La liturgia bizantina habla de 14,000 niños, las "Menaia" sirias, de 64,000 y, por cierta interpretación a algunas palabras del Apocalipsis XIV 1-5), se hace ascender la cifra a 144,000. Sobre la menor de estas cantidades, dice Alban Butler con toda razón, que "excede todos los límites y, ciertamente que no ha sido confirmada por ninguna autoridad calificada". Belén era una villa pequeña y, aun cuando se incluyesen sus contornos, no podía tener, en un momento dado, más de veinticinco niños menores de dos años. Algunos de los investigadores hacen descender la cifra a media docena solamente. Hay una historia muy conocida que escribió Macrobio, cronista hereje del siglo quinto, donde se afirma que, al enterarse el emperador Augusto de que, entre los niños menores de dos años que Herodes había mandado matar se encontraba el propio hijo del rey, hizo este comentario: "Valdría más ser el cerdo (hus) de Herodes que su hijo (huios)", con lo que hacía una irónica referencia a la ley judía de no comer carne de cerdo y, en consecuencia, de no matar a los cerdos. Sin embargo, esta noticia es falsa, puesto que el hijo de Herodes a quien se refiere, era Herodes Antipas, quien por aquella época ya era un adulto y a quien su propio padre mandó matar poco antes de expirar.

La fiesta de los Santos Inocentes (a quienes en el oriente se llama sencillamente los Santos Niños), se ha observado en la Iglesia desde el siglo quinto. La Iglesia los venera como mártires que no sólo murieron por Cristo, sino en lugar de Cristo. "Flores martyrum", los llama la Iglesia, mientras que San Agustín habla de ellos como de capullos destrozados por la tormenta de la persecución en el momento en que se abrían. Sin embargo, en la liturgia no se los trata como a mártires. El color de las vestiduras sacerdotales para la misa de los Santos Inocentes, es el púrpura y no se canta el Gloria ni el Aleluya; pero en la octava y cuando la fiesta cae en domingo, se usan vestiduras rojas y se cantan, como de costumbre, el Gloria y el Aleluya. Antiguamente, en Inglaterra se llamaba a esta fiesta "Childermass" y San Beda compuso un extenso himno en honor de los Inocentes. Naturalmente que en Belén reciben una veneración especial; su fiesta es ahí obligatoria y por las tardes de todos los días del año, los frailes franciscanos y los niños del coro, visitan el altar de los Santos Inocentes, en la cripta de la Basílica de la Natividad y cantan el himno de Laudes de la fiesta: "Sálvete, flores martyrum".

Debemos hacer notar que, a partir del siglo sexto en adelante, toda la Iglesia de occidente, al parecer con excepción de la mozárabe y su ritual, conmemora en este día a los Santos Inocentes. Sin embargo, en el Hieronymianum, la frase que se usa es: "natale sanctorum infantium et lactantium (el nacimiento de los santos niños y lactantes) y el Calendario de Cartago, que es anterior, también habla de infantes y no de inocentes. Por otra parte, en ciertos sermones de San Agustín, donde menciona "el octavo día de los infantes", el contexto muestra claramente que no se refiere a los niños de Belén, sino a aquéllos que habían sido recientemente bautizados. Ver el CMH, p. 13; a Duchesne en Christian Worship, p. 268 y a Kneller en Stimmen aus María Laach, vol. LXVII (1904), pp. 538-556.

~ Vidas de los Santos, de A. Butler (Catequesis Tradicional).

VISIÓN DE ANA CATALINA EMMERICH

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“Vi en una ciudad, una reunión de eclesiásticos, de laicos y de mujeres, los cuales estaban sentados juntos, comiendo y haciendo bromas frívolas, y por encima de ellos una nube oscura que desembocaba en una planicie sumergida en las tinieblas. En medio de esta niebla, vi a Satán sentado bajo una forma horrible y, alrededor de él, tantos acompañantes como personas había en la reunión que ocurría debajo. Todos estos malos espíritus estaban continuamente en movimiento y ocupados en empujar al mal a esta reunión de personas. Ellos les hablaban a la oreja y actuaban sobre ellos de todas las maneras posibles. Estas personas estaban en un estado de excitación sensual muy peligroso y ocupado en conversaciones ociosas y provocantes. Los eclesiásticos eran de esos que tienen como principio: «Hay que vivir y dejar vivir. En nuestra época no hay que estar aparte ni ser un misántropo: hay que alegrarse con los que se alegran”.

Beata Ana Catalina Emmerich, AA. II. 488.

ACCIÓN DE GRACIAS POR UN AÑO MÁS

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Padre nuestro que estás en los cielos, dueño de la Verdad, del tiempo y de la eternidad: Tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.Al terminar el año 2018, en nombre propio y de los míos, queremos darte gracias, por todo aquello que recibimos de Ti.

Gracias por la familia que nos diste, por la vida y el amor, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por todo cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

Gracias por acogernos en tu verdadera Iglesia. Te ofrecemos todo cuanto hicimos este año que termina. El trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos, y lo que con ellas pudimos construir de positivo.

También, Señor, hoy queremos pedirte perdón. Perdón por nuestros pecados, por el mal que hemos causado, por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por las omisiones, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.

Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho. Y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración, que poco a poco, fuimos aplazando y que hasta ahora hacemos para agradecerte todo lo que nos has dado.

Por todos nuestros olvidos, descuidos y silencios. Nuevamente te pedimos perdón, Señor.

Iniciaremos un nuevo año y detenemos nuestra vida, ante el nuevo calendario aún sin estrenar. Te presentamos estos futuros 365 días, que sólo Tú sabes, quienes llegaremos a vivirlos completos. Si no los terminamos... ayúdanos a morir en Ti, en gracia santificante, luego de haber acudido -sinceramente contritos- al tribunal de la Confesión.

Hoy te pedimos para cada uno de nosotros: la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la caridad y la sabiduría, el empeño para serte fieles y vivir siempre en tu Gracia, pues sólo en Gracia se transita el camino seguro. Sólo el necio esto no lo entiende, por lo que te pedimos que nos quites cualquier venda que nos impida ver nuestra estulticia.

Señor, ayúdanos a ser celosos de tu gloria y la de tu Iglesia, y vivir sólo
por Ti, en Ti y para Ti.

Queremos vivir cada día con optimismo y bondad, llevando a todas partes, un corazón lleno de comprensión y paz que busque siempre la Verdad de tu Palabra. Que nada nos arranque de ella, pues tu fe es nuestro mayor tesoro.

Cierra Tú nuestros oídos, a toda calumnia, a las falsas doctrinas contra tu Palabra. Y nuestros labios, a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre, en cambio, nuestro ser a todo lo que es bueno.

Que nuestro espíritu, se llene sólo de bendiciones, y las derrame a nuestro paso. Cólmanos de bondad y de alegría, para que cuantos conviven con nosotros, o los que se acerquen, encuentren en nuestras vida, un poquito de TI.

Gracias, Señor, por todo y perdona nuestras deudas contigo. Guíanos a todos por la senda del camino estrecho que nos permita un día entrar por la puerta angosta y estar en tu regazo eterno para bendecirte por los siglos de los siglos. Si para ello es necesario que utilices tu mano derecha que nos sacuda, de antemano aceptamos cualquier pena y dolor por difíciles que sean.

Danos un feliz 2019 y enséñanos a amarte viviendo siempre en tu gracia, y seguirte con plena fidelidad. Gracias, Señor, por todas las bendiciones del pasado año, así como por las que derramarás el que inicia.

Santísima Virgen María, encomiendo a tu Inmaculado Corazón a toda la familia mía.

Amén.

FELIZ AÑO NUEVO

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Recordamos que el día primero es fiesta de precepto (como si fuera domingo) y obliga asistir a Misa.

2 DE ENERO: FINALIZA LA RECONQUISTA CRISTIANA DE ESPAÑA CON LA CAÍDA DE GRANADA EN 1492

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Hoy, 2 de enero, recordamos la reconquista de Granada alcanzada en esa fecha el año de 1492, con la que finaliza el proceso histórico de la Reconquista de la península ibérica que los reinos cristianos habían comenzado en el siglo VIII y por el cual el papa Alejandro VI reconoció a Isabel y Fernando con el título de Reyes Católicos en 1496. Para conmemorar esta fecha reproducimos un artículo que publicamos hace cuatro años y que conviene releer.





LA RECONQUISTA CRISTIANA DE ESPAÑA 

por Oscar Méndez Casanueva

La invasión musulmana de Hispania tuvo lugar el año 711. Apenas unos años después, todo el territorio de la península Ibérica había caído en poder de los islamitas. Así el reino visigodo cristiano fue aniquilado. Las horda islámicas -con la cimitarra en la mano- pretendían destruir la fe, deseaban que callasen las campanas y que cesaran los cánticos y loores a la dulcísima Virgen María y a su bendito Hijo. Su fin era implantar la fe de Mahoma y destruir la fe en la Trinidad del verdadero y único Dios: el Dios en el que creen los cristianos. Su filosofía última era: Luchar por Allāh o morir. De ahí la guerra o el sometimiento contra quienes consideraban infieles.

El año 722, desde las montañas astures, en la Gruta de Covadonga, se refugiaba un grupo de cristianos dirigidos por el noble visigodo Don Pelayo. Ahí, con una imagen de la Santísima Virgen como patrona, se inició la reconquista cristiana en la denominada Batalla de Covadonga. Las fuerzas de don Pelayo eran mínimas y lograron un triunfo sobre el invasor, cuyos numerosos contingentes fueron derrotados en gran medida porque una parte de cerro se desgajó y cayó sobre los musulmanes. Los cristianos consideraron al terremoto que esto provocó como señal de una intervención divina, derivada de la confianza de don Pelayo en la intercesión de la Virgen María. Así, desde entonces, los que se refugiaban en la fidelidad para mantener su fe católica, salieron a pelear con los moros con el fin de recobrar su tierra y buscar, luego, ser apóstoles de esa fe.

.Si la primera vez que María estuvo en una gruta finalizó la gestación del Verbo de Dios, en la segunda -en Covadonga- se inició la gestación de España, que duraría ocho siglos.
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En ese tiempo, analizando con un sentido teológico la historia, podemos decir que si históricamente fue un proceso difícil y complejo donde no todo fueron victorias, pues hubo mucho de humanidad: derrotas, divisiones y traiciones; en realidad -en el fondo- se trató moralmente de una sola guerra, un solo fin, un solo ideal, una misma bandera y sobre todo, una perenne e idéntica Cruz: la de Cristo. Ésa es la grandeza de España en su unidad, bajo el lema: "Si yo caigo, levanta primero mi estandarte".
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Así fueron naciendo los diferentes reinos y territorios cristianos. Entre otros: Asturias, Castilla, Navarra, Aragón y lo que sería Portugal.


.Todo este proceso multisecular concluye con Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón (los Reyes Católicos) que contraen matrimonio en 1469, logrando así la unidad de España y más tarde consumando la Reconquista cristiana peninsular con la toma de Granada, el 2 de enero de 1492. Ésta se realizó aprovechando la rivalidad entre los últimos gobernadores musulmanes de España. Boabdil, último rey moro, es apresado y entrega las llaves de la ciudad donde se encontraba la majestuosa Alahambra y desde donde había gobernado (ver imagen).
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Se dice que Boabdil, al salir de Granada camino de su exilio en las Alpajurras, al subir una colina, volvió la cabeza para ver su ciudad -por última vez- y lloró, escuchando el reproche de su madre la sultana Aixa: "No llores como una mujer lo que no supiste defender como un hombre". Debido a esto, esa colina recibe el nombre del Suspiro del moro. Hoy la mitología y la imaginación popular hablan que Boabdil, a su muerte, fue encantado y que su alma pena en los patios, recintos y jardines de la Alahambra, llorando su desventura.
Naturalmente, esta leyenda fue fruto de la mitomanía. 

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Con la caída de Granada finalizó la reconquista cristiana de España.
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EFECTOS DE LA RECONQUISTA
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Ese mismo año de 1492, en el mes de octubre, se realizaría el descubrimiento de América, patrocinado por la reina Isabel la Católica. El viento de Covadonga soplaba sobre las velas de las tres carabelas. Era la Cruz que venía pintada en éstas y se convertía en madera en los mástiles que las sostenían. La Redención se haría más viva y actuante en el nuevo mundo. Dios lo quiere y el hombre fiel pone los medios. A María, la Estrella Matutina, se encomiendan. Ella es brújula y guía. Si el mar abre sus confines, el Cielo también lo hace, pues Ella es Capitana.
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Tres décadas después será entronizada en el gran teocalli. Previamente, con audacia y valentía inauditas, Cortés ha arrojado -desde lo alto- al ídolo Huichilobos que cae por la escalinata de la pirámide, convertido en mil pedazos de piedra. En su lugar pondrá la imagen de la verdadera Reina en su advocación de la Virgen de los Remedios. Los indios quedan estupefactos de la temeridad y sorprendidos de que su "dios" fuese destruido con pasmosa facilidad y sin que nada sobrenatural sucediese. ¿Quién es esa dulce Señora que con tanta facilidad se erige por encima del ídolo que exigía que miles de corazones fueran extraídos para saciar su apetito de sangre? ¡De las montañas astures a la cima del teocalli!. Sólo diez años después estará de nuevo en otra cima y en otro cerro, como en Covadonga: el Tepeyac. Esta vez no será sólo su imagen que luego dejará grabada en el ayate de ese humilde, santo y sencillo indio. Será la Virgen misma. La misma Virgen que inspiró en Covadonga y auxilió a los cristianos, la misma de la reconquista ibérica, la de los mares que abren sendas y canales de Redención, la del teocalli en Tenochtitlan. Ahora en el Tepeyac, donde abraza, tutela y forja una nueva nación cristiana y mestiza.


.Si la reconquista española fue amor a la fe y al imperio, a la Patria y a la Cruz, amor al terruño para purificarlo y volverlo a Cristo... su espíritu misionero fue más allá y prevaleció en medio de todo lo que de humano hubo (con aciertos y desaciertos, con bajezas y heroicidades, con bienes y males), y trascendió en el tiempo, como corresponde al espíritu apostólico que desde el inicio encerraba.
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Los hilos teológicos de la historia tienen sus propios y definidos caminos. Hay quienes sólo ven en la historia una sucesión de acontecimientos y fechas. No alcanzan -siquiera- a vislumbrar algo de la metafísica de la historia, en donde María, con su amorosa maternidad universal designada desde la Cruz redentora, continúa la eficaz misión de intercesora ante su Hijo que inició en una fiesta de esponsales hace dos mil años. Y nos repite en sus apariciones -para ayudarle a que sea más eficaz su misión- lo mismo que dijo a los sirvientes en aquellas bodas de Caná: "Haced lo que Él os diga".



LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS

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Los talentos no representan las pertenencias materiales.

Pero el evangelio es muy claro que ¡el talento no es mío! No es posesión mía, pertenece al Señor y yo soy sólo su siervo. Es importante que nos demos cuenta de lo que somos y todo lo que recibimos en esta vida no nos pertenece, sino que pertenece a Dios.

En la continuación de la parábola, hay dos actitudes diferentes entre los siervos ...

Señor, gracias por los talentos que me has dado. No permitas que la apatía o el desánimo me lleven a enterrarlos o a utilizarlos para mi beneficio personal. Ilumina mi oración, permite que me acerque a Ti con confianza y con un corazón sincero, para desprenderme de mi voluntad y unirme más a la tuya.


RECUERDA QUE ESTE SÁBADO ES PRIMER SÁBADO DE MES

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No olvides que nos hemos comprometido, en este año, a lo siguiente:

-El rezo diario del Santo Rosario. Haz clic AQUÍ.
-Cumplir la petición de la dulcísima Virgen en Fátima: realizar la comunión reparadora de los cinco primeros sábados de mes. Haz clic AQUÍ.
-Renovar nuestra Consagración al Inmaculado Corazón de María. Haz clic AQUÍ.
-Rezar diariamente la oración por los pecadores enseñada por la Virgen en Fátima, pidiendo -además- con nuestras propias palabras que el Papa consagre, junto con todos los obispos del mundo, Rusia al Inmaculado Corazón de María. Esta es la oración: "Oh Jesús mío, perdónanos y líbranos del fuego de infierno, lleva al Cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu misericordia".


LOS REYES MAGOS

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La Epifanía es nuestra Navidad


¡Qué gran misterio el de la Epifanía! Yacía Jesús en un pesebre y sin embargo, como Dios que era, guiaba a los magos que venían desde el oriente. Se escondía en un establo y se manifestaba a los Reyes.

En esa carne mortal, en ese niño humilde, adoraron al Verbo de Dios: en su infancia a la Sabiduría; en su debilidad a la Fortaleza; en sus pañales al Rey de Reyes; y en su realidad de hombre, al Señor de la Gloria.



Con sus dones los Reyes Magos predicaron a Dios a quien ofrecieron incienso, al Rey merecedor del símbolo por excelencia de la realeza, el oro, y al hombre al que un día habría que ungir con mirra.


Del mismo modo, presurosos y dóciles, llevémosle nosotros la voluntad de servirlo y amarlo ante todo.

Han llegado los santos Reyes Magos, protagonistas principales de la Epifanía de Nuestro Señor Jesucristo. Lamentablemente los católicos parecemos haber perdido de vista el significado de esta Solemnidad, que pasa un tanto desapercibida aunque sea la Navidad de las naciones.


Signo de lo cual es la abrumadora propaganda que tiene Papá Noel, desconocido casi por completo no muchos años ha, en detrimento de nuestros tradicionales astrónomos.


Nademos nosotros contra corriente, restaurando la tradición católica en la mente y en el corazón de nuestros hijos. ¡Qué las "verdades" de los racionalistas sean para ellos malos sueños, como enseña este cuento de José María Pemán que los Reyes han dejado como presente a nuestros lectores:




El Republicano y los Reyes Magos


Como su padre había sido también republicano y racionalista, le había puesto por nombre Sócrates. Él, a su vez, siguiendo la costumbre, le había puesto a su hijo Plutarco.

Su mujer, obesa y dulce, disculpaba todo esto, con la sumisa tolerancia de las mujeres españolas. Tenía un supersticioso respeto para ese mundo de fronteras inviolables donde se encierran las «cosas de los hombres».
Estaba segura de que su marido tenía «buen fondo», que es lo que importa, y de que, cuando se sintiese morir, pediría los sacramentos.

Respaldada en estas confianzas, con su bata de flores y su manojo de llaves, iba y venía por la casa, callada, hacendosa, humilde de llamarse, sencillamente, Rosario, entre el bebedor de la cicuta y el autor de las Vidas paralelas.

Don Sócrates era republicano federal. Profesaba las «ideas nuevas», o sea, las ideas francesas y alemanas de 1890. En un estante, encuadernadas y con cantos de oro, guardaba las obras de Castelar, Pi y Margall, Salmerón, Darwin y Augusto Compte. Y su mujer les quitaba el polvo, todos los sábados, con un plumerito, cogiendo cada tomo displicentemente, con dos dedos, para no contagiarse, como quien coge una viborilla.

Don Sócrates había oído, en sus mocedades, un discurso de Castelar en un círculo republicano. Era la anécdota más emocionante de su vida, y recordaba todos los detalles de la escena.
Al terminar, había logrado llegar hasta el orador y apretarle una mano, diciendo:

—No sé cómo puede usted respirar, don Emilio.
Y don Emilio se había vuelto a él y le había hablado. Era la única vez que le había hablado don Emilio. Le había dicho:
—¡Je!… ¡La costumbre!

Y aquella noche, Rosario alzó de pronto sus dulces ojos cansados de la costura.
—Sócrates, ¿sabes que Plutarquito le ha pedido una trompeta a los reyes magos?
Sócrates dejó sobre la camilla el periódico que leía, se quitó los quevedos y replicó con severidad:
—Rosario: es menester acostumbrar al niño, desde chico, a no pedir nada a los reyes…
—Pero ya tú ves: una trompeta…
—Una trompeta todavía menos; al son de una trompeta ha cometido la humanidad todas sus grandes estupideces.
Hubo una pausa. Sócrates terminó:
—Se empieza pidiendo a los reyes una trompeta y se acaba pidiéndoles una credencial. Es menester infundir en el niño, desde ahora, la dignidad del ciudadano libre... Es preciso que se entere que cada uno tiene que buscarse lo suyo, de día y muy despabilado. Que nadie le trae a uno nada...
—Pero, hijo, tiempo tiene el niño de enterarse de eso. Todavía es pronto…
—Nunca es pronto para la verdad…
—Está bien, hombre. No te enfades…
Y Rosario bajó la cabeza otra vez sobre la costura, y no habló ya una palabra. Porque había tomado la resolución que todas las mujeres dulces y sumisas toman siempre ante estos pequeños conflictos: no discutir más.

La escena que se desarrolló a prima noche, la noche de reyes, no tuvo originalidad ninguna. Desde la alcoba matrimonial se oyó la voz adormilada de don Sócrates:
—Pero, Rosario, ¿no vienes? Y Rosario, que cosía en la salita, contestó sencillamente:
—Espérate, Sócrates, que tengo que acabar de marcar estos calcetines. Duérmete tú…
Y aguzando el oído, esperó unos momentos a que la respiración de su marido, que se filtraba entre las cortinas de la alcoba, fuese convirtiéndose en un ronquido leve, pacífico y sereno, característico de los niños y de los republicanos federales.
Entonces Rosario se descalzó para no hacer ruido, se dirigió a un armario y sacó un envoltorio de papel...
Nadie se desliza más suavemente que las madres, en la noche de reyes. Calzadas de silencio y de ternura, resbalan como hadas, en suave complicidad con la alfombra...
Así entró doña Rosario en la alcoba con su bata de flores... obesa y sublime, sobre la sordina de sus pies descalzos.
Plutarquito dormía apaciblemente en su cama de metal dorado, bajo una litografía de la Sagrada Familia de Murillo. Porque don Sócrates no creía, pero respetaba el arte. Doña Rosario recorrió tácitamente la habitación... e iba a dar un beso a Plutarquito, cuando se sintió bruscamente separada de un empellón.

Miró con horror y encontró tras de sí a su marido, magnífico y desconcertante, con sus zapatillas, su largo batín azul y su gorro con borla. Estaba agigantado por la ira. Parecía la imagen de la inteligencia rompiendo la superstición.
Don Sócrates sentencio:
—Rosario, te oí salir de puntillas del gabinete, y me lo supuse todo. Porque otra cosa no podía ser. Tienes cincuenta años y pelos en la barba.
Y después de estas declaraciones mortificantes, don Sócrates encendió la luz eléctrica, zamarreó fuertemente a Plutarquito para despertarlo y exclamó con tono de arenga revolucionaria:
—¡Plutarco! ¡Plutarco! No he de dejar que siembren de errores tu razón naciente. Fíjate bien. ¿Ves a tu madre? Tu madre es la que te ha traído esa ridícula trompeta bélica. No creas nunca que te la trajeron los reyes magos. Eso es una superchería. Nebrija dice que los tres reyes magos ni fueron tres, ni fueron reyes, ni fueron magos...
Rosario lloraba tras su marido. Plutarquito se había despertado a medias y pugnaba por abrir sus ojos azules. Don Sócrates tomó a su mujer con una mano... y recalcó apocalípticamente: 
—Graba bien lo que te digo, Plutarco. ¿Ves a tu madre? ¿Ves la trompeta? ¿Ves la realidad cruda?
Plutarquito abrió un ojo con dificultad. Bostezó. Le temblaba la voz.
—Veo a mamá y a la trompeta. Lo otro no lo veo…
—Quiero decir, Plutarco, que es preciso que, desde niño, aprendas a guiarte por lo que ven tus ojos y no por…
Plutarquito se había dormido profundamente. El sueño de sus seis años sin remordimientos podía más que las sonoras palabras del racionalista.

A la mañana siguiente, don Sócrates estaba desayunándose en la cama. Don Sócrates desayunaba en la cama los días que no tenía oficina. Tomaba frutas y espinacas, porque era vegetariano. De pronto irrumpió en la alcoba Plutarquito, tocando sonoramente la trompeta. Don Sócrates le hizo subir a la cama sobre sus rodillas.
—Vamos a ver, Plutarquito, ¿quién te ha traído esa trompeta?
—Toma…, ¡los reyes!
—Pero, entonces, ¿no recuerdas que esta noche?…
—Verás, papá. Esta noche, cuando me acosté, me quedé con los ojos muy abiertos, para no dormirme, y ver entrar a los reyes. Paquito, el primo, me había dicho que él los vio el año pasado, y que entraron en su cuarto por el balcón. Y yo los vi esta noche. Gaspar tenía una barba blanca, como el tío Miguel. Y Melchor era negro. Parecía un limpiabotas. Llevaban todos unos mantos muy largos, muy largos…
—Pero, luego…
—Luego me dormí, papá. Y soñé una cosa rarísima y divertidísima. No me atrevo a decírtela.
—¿Qué soñaste?
—Soñé que tú, papá, estabas junto a mi cama. Llevabas una sotana azul muy larga y un gorro colorado. ¡Qué ridículo! Parecías uno de esos muñecos de la feria a los que se le pueden tirar seis pelotas por una perra gorda.
—¿Y qué más?
—¡Qué sé yo! Allí empezaste a decir que si la trompeta la había traído mamá, que si los reyes magos no eran de verdad. ¡Qué sé yo! ¡Tonterías! Yo no recuerdo bien todos los disparates que decías.
Luego bajó la voz y añadió:
—Pero no se lo vayas a contar a mamá. Porque, cuando sueño cosas raras, mamá me da una cucharada de sal de fruta.

Don Sócrates bajó la cabeza pensativo. Entre las cortinas se dibujaba la figura obesa y dulce de doña Rosario, sonriente, paciente, ligeramente irónica; segura de su triunfo definitivo.

Don Sócrates reanudó su austero desayuno de vegetariano. Estaba perplejo. Los reyes magos habían podido más que él. Sus verdades eran sueños para su hijo… 



LA HERENCIA DE LOS REYES MAGOS

SUCIEDAD DEL ALMA

EL ABORTO FUE LA PRINCIPAL CAUSA DE MUERTE EN 2018 CON MÁS DE 41 MILLONES DE BEBÉS ASESINADOS

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Según el informe de Worldometers, publicado por LifeNews, en el año 2018 hubo casi 42 millones de abortos en todo el mundo, siendo la principal causa de muerte. En EEUU se estima que desde 1973 se han practicado 60 millones de abortos.


Actuall. Las estadísticas compiladas por Worldometers y publicadas por LifeNews dejan, sin duda, unas cifras desgarradoras. Casi 42 millones de seres humanos fueron abortados en el mundo durante el año 2018, convirtiéndose en la principal causa de mortalidad. El sitio independiente recopila datos de gobiernos y otras organizaciones acreditadas y luego informa de los datos, junto con estimaciones y proyecciones.
A fecha de 31 de diciembre de 2018, se realizaron unos 41.9 millones de abortos en el transcurso del año. En contraste, 8,2 millones de personas murieron de cáncer, 5 millones por culpa del tabaco y 1,7 millones murieron de VIH / SIDA.
A nivel mundial, un 23 por ciento de los embarazos fueron abortados, y por cada 33 nacimientos, diez bebés fueron abortados. Worldometers estiman alrededor de 59 millones de muertes en todo el mundo en 2018, pero esa cifra no incluye las muertes por aborto, porque no se reconocen como seres vivos, según apunta LifeNews.
En Estados Unidos, casi un millón de bebés son abortados cada año. Aunque las tasas de aborto han disminuido en la última década , el aborto sigue siendo la principal causa de muerte en los Estados Unidos también.
Desde Roe v. Wade en 1973, se estima que se han producido más de 60 millones abortos en EEUU. En enero, defensores provida se reunirán para la Marcha por la Vida anual en Washington para recordar el aniversario de esa infame decisión.

MODAS INMORALES

TÚ, QUE CONOCES MI PEQUEÑEZ

MONS. FULTON J. SHEEN DIXIT


EL MOTIVO DE LA CONVERSIÓN DE SAN AGUSTÍN

RECORDATORIO DE ORACIÓN DE LOS DÍAS TRECE DE CADA MES

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Cada día trece de mes, fecha de las apariciones de la Virgen en Fátima, los lectores y editores de este sitio rezaremos cinco minutos y pediremos por estas intenciones:

1) Por las peticiones particulares así como por las necesidades espirituales y materiales de todos y cada uno de los lectores de CATOLICIDAD.

2) Por el fin del proceso de "autodemolición" en la Iglesia Católica.

3) Por la intención de que, tal como lo pidió la Virgen en Fátima, el Papa finalmente consagre Rusia al Inmaculado Corazón de María y pida la conversión de ese país al catolicismo, nombrando -para ello- a esta nación de manera explícita, en unión con todo el episcopado mundial.

4) Por la reparación a Dios de nuestros pecados y por la de todas las ofensas que recibe, particularmente por las blasfemias que se profieren o los sacrilegios que se realizan.

5) Por la conversión de los pecadores, especialmente los más necesitados de la misericordia divina.

6) Por que se multipliquen las vocaciones sacerdotales y los sacerdotes vivan una vida de santidad conforme al Corazón de Cristo.

7) Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María y la implantación del Reinado Social de Cristo en nuestras naciones.

8) Por la paz mundial, no como la da el mundo sino como la da N.S. Jesucristo y por el triunfo de la vida en las legislaciones.

9) Por la salvación propia y la de nuestros familiares, amigos y conocidos.

10) Por todas las necesidades de la Iglesia.

Bastará rezar:

-Un Señor mío Jesucristo: 
  • "Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa de todo corazón haber pecado, porque he merecido el infierno y perdido el cielo, y sobre todo, porque te ofendí a ti, que eres bondad infinita, a quien amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con tu gracia, enmendarme y alejarme de las ocasiones de pecar, confesarme y cumplir la penitencia. Confío me perdonarás por tu infinita misericordia. Amén."
-Un Padre Nuestro
-Tres Aves Marías pidiendo que la Virgen nos preserve del pecado mortal durante las tentaciones (ver AQUÍ).
 -Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.
(Nota:  Todo católico debe saber de memoria las oraciones anteriores, al igual que el Credo. Si alguien no las sabe, puede aprenderlas haciendo click AQUÍ)
-La oración de la Virgen de Fátima: 
  •  "Oh Jesús mío, perdónanos y líbranos del fuego de infierno, lleva al Cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu misericordia".
-Finalizando así: 
  • "Señor: te pedimos por todas las necesidades de la Iglesia, por la Consagración de Rusia tal como se pidió en Fátima, por el triunfo del Inmaculado Corazón de tu dulcísima Madre, por la implantación de tu Reinado Social y de tu Paz en nuestras naciones, por la santidad de los sacerdotes y por el aumento de las vocaciones sacerdotales, así como por el triunfo de la vida y la familia en nuestras legislaciones. Te ofrecemos nuestra vida entera en reparación de los pecados propios y de las ofensas que se hacen a tu sacratísimo nombre, así como por los graves sacrilegios que se realizan en todo el mundo. Finalmente ponemos en tus manos, por intercesión de la Santísima Virgen María, todas las necesidades espirituales y materiales, tanto propias como las de nuestros familiares, amigos y conocidos, y las de nuestros hermanos lectores y editores del blog CATOLICIDAD.
  • -Santísima Virgen María, encomiendo a tu Inmaculado Corazón a toda la familia mía.
  • -Inmaculado Corazón de María, sed la salvación del alma mía.
  • -Santísima Virgen de Guadalupe, salva nuestra Patria, conserva nuestra fe y defiéndenos de los falsos pastores.
  • -San Miguel Arcángel, ampáranos de las asechanzas del demonio.
  • -San Pío V, ruega por nosotros. Amén".

EL OCTAVO MANDAMIENTO DE LA LEY DE DIOS. NO LEVANTARÁS FALSOS TESTIMONIOS, NI MENTIRÁS. CATECISMO EN VIDEOS: TEMA VEINTIOCHO

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  • COMPLEMENTADO CON EL CATECISMO DE SAN PÍO X
  • NOTA: EL SEXTO Y SÉPTIMO MANDAMIENTOS ESTÁN PENDIENTES


DE LOS MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS
Tomado del Catecismo mayor de San Pío X
CAPITULO III
DE LOS MANDAMIENTOS QUE MIRAN AL PRÓJIMO
5º.- Del octavo mandamiento

452.- ¿Qué nos prohíbe el octavo mandamiento: NO DIRÁS FALSO TESTIMONIO NI MENTIRÁS? - El octavo mandamiento: No dirás falso testimonio ni mentirás, nos prohíbe atestiguar en falso en juicio; prohíbe además la detracción o murmuración, la calumnia, la adulación, el juicio y sospecha temeraria y toda suerte de mentiras.

453.- ¿Qué es la detracción o murmuración? - Detracción o murmuración es un pecado que consiste en manifestar, sin justo motivo, los pecados y defectos de los demás.

454.- ¿Qué es calumnia? - Calumnia es un pecado que consiste en atribuir maliciosamente al prójimo culpas y defectos que no tiene.

455.- ¿Qué es la adulación? - Adulación es un pecado que consiste en engañar a uno diciendo falsamente bien de él o de otros, con el fin de sacar algún provecho.

456.- ¿Qué es el juicio o sospecha temeraria? - Juicio o sospecha temeraria es un pecado que consiste en juzgar o sospechar mal de uno sin justo fundamento.

457.- ¿Qué es mentira? - Mentira es un pecado que consiste en asegurar como verdadero o falso, con palabras o con obras, lo que no se tiene por tal.

458.- ¿De cuántas especies es la mentira? - La mentira es de tres especies: jocosa, oficiosa y dañosa.

459.- ¿Qué es la mentira jocosa? - Mentira jocosa es aquella con que se miente por burla o juego y sin perjuicio de nadie.

460.- ¿Qué es la mentira oficiosa? - Mentira oficiosa es la afirmación de una falsedad por el propio o ajeno provecho, sin perjuicio de tercero.

461.- ¿Qué es la mentira dañosa? - Mentira dañosa es afirmar una cosa falsa con perjuicio de tercero.

462.- ¿Es lícito alguna vez mentir? - Jamás es lícito mentir, ni por juego, ni por interés propio o ajeno, por ser cosa en sí mala.

463.- ¿Que pecado es mentir? - La mentira jocosa u oficiosa es pecado venial, pero la dañosa es pecado mortal, si el daño que acarrea es grave.

464.- ¿Es preciso decir siempre todo lo que se piensa? - No siempre es preciso, especialmente cuando el que pregunta no tiene derecho a saber lo que pregunta.

465.- ¿Basta la confesión al que ha pecado contra el octavo mandamiento? - Al que ha pecado contra el octavo mandamiento no le basta la confesión, sino que tiene obligación de retractarse de cuanto dijo calumniando al prójimo, y de reparar, del modo que pueda, los daños que le ha causado.

466.- ¿Qué nos manda el octavo mandamiento? - El octavo mandamiento nos manda que digamos la verdad en su lugar y tiempo, y que echemos a buena parte, en cuanto podamos, las acciones de nuestro prójimo.

PERVERSIÓN DE LA DOCTRINA

SAN FRANCISCO DIXIT

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