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LA DISCULPA DE LOS PROPIOS DEFECTOS ES PRODUCTO DE LA SOBERBIA

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«Compara un santo [San Pedro Damiano] a los que se excusan al erizo, que cuando siente que le quieren tomar o tocar, encoge con grandísima velocidad la cabeza y los pies, y queda por todas partes rodeado de espinas, hecho una bola, que no le podréis tomar ni tocar, sin punzaros primero. De esta manera, dice este santo, son los que se excusan, que si los queréis tocar, y les decís la falta que hicieron, luego se defienden como el erizo. Y unas veces os punzarán a vos, dándoos a entender que también vos habéis menester aquello; otras diciéndoos que también hay regla que no reprenda uno a otro; otras diciendo que otros hacen mayores faltas y se disimulan. Llegaos a tocar al erizo y veréis si punza.

Todo esto nace de la mucha soberbia que tenemos, que no querríamos que se supiesen nuestras faltas, ni ser tenidos por defectuosos, y más nos pesa de que se sepan y de la estima que por ello perdemos, que de haberlas hecho, y así las procuramos encubrir y excusar cuanto podemos.

Y hay algunos tan inmortificados en esto, que aun antes que les digan nada, ellos previenen y se excusan, y quieren dar razón de lo que les pueden oponer; “si hice aquello fue por esto, y si hice lo otro, fue por esto otro”. ¿Quién os pica ahora que así saltáis? El estímulo y aguijón de la soberbia que tienen allá dentro en las entrañas, eso les pica y les hace saltar con eso, aun antes de tiempo».

SAN ALONSO RODRÍGUEZ SJ, Ejercicio de perfección y virtudes cristianas, tomo II, tratado III, capítulo XXVIII, página 320.
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REGLA PARA DISTINGUIR LA VERDAD CATÓLICA DEL ERROR por San Vicente de Lerins

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Habiendo interrogado con frecuencia y con el mayor cuidado y atención a numerosísimas personas, sobresalientes en santidad y en doctrina, sobre cómo poder distinguir por medio de una regla segura, general y normativa, la verdad de la fe católica de la falsedad perversa de la herejía, casi todas me han dado la misma respuesta: «Todo cristiano que quiera desenmascarar las intrigas de los herejes que brotan a nuestro alrededor, evitar sus trampas y mantenerse íntegro e incólume en una fe incontaminada, debe, con la ayuda de Dios, pertrechar su fe de dos maneras: con la autoridad de la ley divina ante todo, y con la tradición de la Iglesia Católica».

Es pues, sumamente necesario, ante las múltiples y enrevesadas tortuosidades del error, que la interpretación de los Profetas y de los Apóstoles se haga siguiendo la pauta del sentir católico.

En la Iglesia Católica hay que poner el mayor cuidado para mantener lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos. Esto es lo verdadera y propiamente católico, según la idea de universalidad que se encierra en la misma etimología de la palabra. Pero esto se conseguirá si nosotros seguimos la universalidad, la antigüedad, el consenso general. Seguiremos la universalidad, si confesamos como verdadera y única fe la que la Iglesia entera profesa en todo el mundo; la antigüedad, si no nos separamos de ninguna forma de los sentimientos que notoriamente proclamaron nuestros santos predecesores y padres; el consenso general, por último, si, en esta misma antigüedad, abrazamos las definiciones y las doctrinas de todos, o de casi todos, los Obispos y Maestros.

EJEMPLO DE CÓMO APLICAR LA REGLA

¿Cuál deberá ser la conducta de un cristiano católico, si alguna pequeña parte de la Iglesia se separa de la comunión en la fe universal?

-No cabe duda de que deberán anteponer la salud del cuerpo entero a un miembro podrido y contagioso. 

-Pero, ¿y si se trata de una novedad herética que no está limitada a un pequeño grupo, sino que amenaza con contagiar a la Iglesia entera?

-En tal caso, el cristiano deberá hacer todo lo posible para adherirse a la antigüedad, la cual no puede evidentemente ser alterada por ninguna nueva mentira.

¿Y si en la antigüedad se descubre que un error ha sido compartido por muchas personas, o incluso por toda una ciudad, o por una región entera?

-En este caso pondrá el máximo cuidado en preferir los decretos -si los hay- de un antiguo Concilio Universal, a la temeridad y a la ignorancia de todos aquellos.

¿Y si surge una nueva opinión, acerca de la cual nada haya sido todavía definido?

-Entonces indagará y confrontará las opiniones de nuestros mayores, pero solamente de aquellos que, siempre permanecieron en la comunión y en la fe de la única Iglesia Católica y vinieron a ser maestros probados de la misma. Todo lo que halle que, no por uno o dos solamente, sino por todos juntos de pleno acuerdo, haya sido mantenido, escrito y enseñado abiertamente, frecuente y constantemente, sepa que él también lo puede creer sin vacilación alguna.

San Vicente de Lerins

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DEL CATECISMO MAYOR DE SAN PÍO X: DE LA MANERA DE ASISTIR A LA SANTA MISA

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666.- ¿Qué cosas son necesarias para oír bien y con fruto la santa Misa? - Para oír bien y con fruto la santa Misa son necesarias dos cosas: 1ª., modestia en el exterior de la persona; 2ª., devoción del corazón.

667.- ¿En qué consiste la modestia de la persona? - La modestia de la persona consiste de un modo especial en ir modestamente vestido, en guardar silencio y recogimiento y en estar cuanto sea posible arrodillado, excepto el tiempo de los evangelios, que se oyen en pie.

668.- ¿Cuál es la mejor manera de practicar la devoción del corazón mientras se oye la santa Misa? -La mejor manera de practicar la devoción del corazón mientras se oye la santa Misa, es la siguiente:

1º. Unir desde el principio nuestra intención con la del sacerdote, ofreciendo a Dios el santo sacrificio por los fines para que fue instituido.
2º. Acompañar al sacerdote en todas las oraciones y acciones del sacrificio.
3º. Meditar la pasión y muerte de Jesucristo y aborrecer de corazón los pecados que fueron causa de ella.
4º. Hacer la comunión sacramental o, a lo menos, la espiritual, al tiempo que comulga el sacerdote.

669.- ¿Qué es comunión espiritual? - Comunión espiritual es un gran deseo de unirse sacramentalmente a Jesucristo, diciendo, por ejemplo: “Señor mío Jesucristo, deseo con todo mi corazón unirme a Vos ahora y por toda la eternidad”, y haciendo los mismos actos que preceden y siguen a la comunión sacramental.

670.- ¿Estorba oír la Misa con fruto el rezo del Rosario y de otras preces durante la misma? - El rezo de esas preces no estorba oír con fruto la Misa, con tal que se procure buenamente seguir las ceremonias del santo sacrificio.

671.- ¿Es loable rogar también por otros mientras se asiste a la Santa Misa? - Es loable rogar también por otros mientras se asiste a la santa Misa; antes bien, el tiempo de la Santa Misa es el más oportuno para rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.

672.- ¿Qué se debe hacer acabada la Misa? Acabada la Misa debemos dar gracias a Dios por habernos concedido asistir a tan gran sacrificio y pedir perdón por las faltas que hubiésemos cometido al oírla.



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ACERCA DE LA COBARDÍA

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"Debo decir algo sobre los malos soldados del Rey Cristo, es decir, los cristianos cobardes. Nada aborrece tanto a un Rey como la cobardía de sus soldados; si sus soldados son cobardes, el Rey está listo. No hacen honor al Rey Cristo los cristianos que tienen una especie de complejo de inferioridad de ser cristianos. [...] Para que Cristo sea realmente Rey, por lo menos en nosotros, hemos de vencer el miedo, la cobardía, la pusilanimidad; no ser ‘hombres para poco’, como decía Santa Teresa, y ¡pobre de aquel a quien ella se lo aplicaba! ¿Y cómo podemos vencer al miedo? ¡El miedo es un gigante! ‘¿Os olvidasteis que Yo estaba con vosotros?’."

Padre Leonardo Castellani

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MORENA, EL PARTIDO DE AMLO, PRETENDE IMPONER LA LEGALIZACIÓN DEL CRIMEN DEL ABORTO EN EL ESTADO DE MÉXICO

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Las diputadas Nancy Nápoles Pacheco, María de Jesús Galicia Ramos y María del Rosario Elizalde Vázquez de Morena presentaron en el pleno en el Estado de México una iniciativa de ley para que se permita el asesinato de no natos, antes de las 12 semanas de gestación.

“Se está considerando que sea hasta las 12 semanas, estaremos muy al pendiente, la iniciativa se aborda en el trabajo de comisiones, para que lo más pronto posible pueda convertirse en ley... Necesitamos que se materialice y no se quede en la congeladora, la intención es que trascienda y que avance lo más pronto posible”, señaló la diputada morenista Nancy Nápoles Pacheco en conferencia de prensa.

El Estado de México no es el único estado en sumarse a este intento criminal, se sabe que el Congreso de Michoacán analizará una iniciativa similar, propuesta por el diputado Norberto Antonio Martínez Soto del PRD, a principios de este mes de julio.

Urge que la ciudadanía y los movimientos provida tomen las medidas necesarias para evitar la muerte de cientos de miles de mexicanos no nacidos por culpa de estas criminales iniciativas si llegaran a imponerse. Durante su campaña presidencial, Andrés Manuel López Obrador señaló que su partido, de llegar al poder, no impondría el aborto contra la voluntad del pueblo mexicano ni sin que medie una amplia consulta popular

Fuentes: Notimex y Catolicidad.
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LA TRAICIÓN DE JUDAS (Sobre la comunión sacrílega) –– Por el P. Pbro. Luis José Chiavarino.

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NOTA DE CATOLICIDAD.- Quienes habiéndose casado por la Iglesia se divorcian y se dizque vuelven a "casar", están viviendo en adulterio y mientras vivan en ese estado de pecado mortal no deben comulgar y están arriesgando su salvación eterna. Si comulgasen, pecarían gravísimamente y cometerían un terrible sacrilegio. Ninguna autoridad -ni siquiera un papa- tiene el poder para autorizar tan grave pecado contra la Eucaristía. Para comulgar no se debe tener NINGÚN pecado mortal luego de la última Confesión bien hecha (se deben haber confesado al sacerdote todas las faltas graves con verdadero propósito de no volver a pecar y con genuino y sincero dolor y arrepentimiento por haber ofendido a Dios).

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Discípulo. –– ¿Por qué se llama a la comunión sacrílega “la traición de Judas”?

Maestro. —Ya sabes que Judas, arrastrado por la avaricia y fascinado por las ofertas de los escribas y fariseos, tomó la determinación de vender a Jesús por el irrisorio y vil precio de treinta monedas.

D. —Sí, Padre, ya lo sé.

M. —Pues bien, tramado el infame convenio, se ofreció a acompañar a los esbirros que debían prender al Divino Maestro, y así, entregárselo.

Sabiendo que estaba rezando en el Huerto de los Olivos, se mezcló con los esbirros y entró diciéndoles: — ¡Ojo con equivocarte! Aquél a quien yo bese en la frente es Jesús: prendedlo y atadlo.

Jesús, en tanto, oyendo el ruido, se adelanta, y Judas, el traidor Judas, aunque sentía allá en sus adentros el remordimiento de la conciencia que le amenazaba, se acerca también, le abraza y le besa, diciendo:—Ave, Rabí, Salud, Maestro!

¡Estaba consumado el más grande sacrilegio que vieron los siglos! Judas se retira y, desesperado, se ahorca en la rama de un árbol.

D. –– ¡Oh, qué maldad la de Judas!

M. — Sí, Judas fué un malvado; pero aún son mucho peores los que se acercan a comulgar indignamente; porque Judas cometió sacrilegio una sola vez mientras que éstos lo repiten con frecuencia, y por ello son mucho peores que Judas.

D. — ¿Qué dice, Padre? ¡Usted me asusta!

M. —Es para horrorizarse; pero es la realidad. Mira, la mayor parte de las veces, aquellos que han cometido el primer sacrilegio, casi instintivamente se acostumbran, y cuando ya han traicionado una vez a Jesucristo, le traicionan dos, tres, cien veces, y tal vez años enteros, y quién sabe si hasta la muerte, imitando a Judas al pie de letra.

Ellos, como Judas, no ignoran que Jesucristo está verdadera y realmente presente en la Santísima Eucaristía; entran en la iglesia, se aproximan al comulgatorio, como Judas se acercó a Jesús; esperan que por manos del sacerdote se acerque y después, con una conciencia sumida en terrible inquietud por un remordimiento desgarrador, dan a Jesús el beso del sacrilegio.

D. — ¡Desgraciados!

M. — ¡Desgraciadísimos!, querrás decir. Escucha:

Cuando, en la última cena reprendía Jesús a los apóstoles, diciéndoles que, dentro de poco, uno de los que se sentaban a la mesa con Él, el que untaba el pan en su plato, le había de traicionar exclamó, refiriéndose a Judas: Más le hubiera valido no haber nacido. Pues mejor, mil veces mejor que no hubieran nacido los sacrílegos, porque así no hubieran pisoteado el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y hubiera habido menos condenados en el infierno.

Seguramente habrás leído en la Historia Romana aquel episodio del emperador Julio César. Este gran emperador, llamado señor de los pueblos, que tanto ensanchó y enriqueció su imperio, mientras planeaba mayores conquistas, acabó sus días víctima de una terrible conjuración, tramada contra él por aquellos a quienes más había favorecido. Cabecilla de aquella conjuración fué un tal Bruto, considerado por César como hijo, y a quien había distinguido con honores y recompensas.

Cuando César se vió asediado por los rebeldes que, puñal en alto, querían matarle, y sobresaliendo entre los primeros su querido Bruto blandiendo el puñal, exclamó:
—Bruto, ¿también tú, hijo mío?
Y, cubriéndose la cara con el manto, cayó atravesado por veintitrés puñaladas.
Pues bien; cada vez que Jesús ve a un sacrílego acercarse a la Sagrada Comunión, cubriéndose el rostro, exclama, terriblemente angustiado:
— ¿También tú, cristiano, mi redimido, precio de mi sangre, queridísimo hijo mío, también tú me traicionas?
— ¡Qué horror, Dios mío, qué horror!

Tomado de “COMULGAD BIEN”.
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CHESTERTON DIXIT

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Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto.

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LAS VIRTUDES DE LA LIMOSNA

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Para animaros a dar limosna, siempre que vuestras posibilidades lo permitan, y a darla con intenciones puras, solamente por Dios, voy a mostraros las virtudes de la limosna: 1- Cuán poderosa es ante Dios para alcanzar cuanto deseamos; 2- Cómo nos libra del temor del juicio final; 3- Cuán ingratos somos al mostrarnos ásperos con los pobres, ya que, al despreciarlos, es al mismo Jesucristo a quien menospreciamos.

Solamente el día del juicio final llegaremos a conocer plenamente el valor de la limosna. Esta es la razón: la limosna se antepone a todas las demás buenas acciones, porque una persona caritativa ya posee las demás virtudes.

El profeta Daniel nos dice: «Si queremos inducir al Señor a olvidar nuestros pecados, hagamos limosna".

Escuchad lo que el mismo Jesucristo nos dice en el Evangelio: «Si dais limosnas, yo bendeciré vuestros bienes de un modo especial. Dad, nos dice, y se os dará; si dais en abundancia, se os dará también en abundancia». El Espíritu Santo nos dice por boca del Sabio: «¿Queréis haceros ricos? Dad limosna, ya que el sello del indigente es un campo tan fértil que rinde ciento por uno» El Espíritu Santo nos dice que quien desprecie al pobre será desgraciado todos los días de su vida.

Aquellos que hayan practicado la limosna, no temerán el juicio final. Es muy cierto que aquellos momentos serán terribles: el profeta Joel lo llama el día de las venganzas del Señor, día sin misericordia, día de espanto y desesperación para el pecador.

En efecto, Jesucristo, al anunciar el juicio a que nos habrá de someter, habla de la caridad, y de que dirá a los buenos: «Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; estaba desnudo, y me vestisteis; estaba encarcelado, y me visitasteis. Venid a poseer el reino de mi Padre, que os está preparado, desde el principio del mundo». En cambio dirá a los pecadores: «Apartaos de mi, malditos: tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; estaba desnudo, y no me vestisteis; estaba enfermo y encarcelado, y no me visitasteis».

Ya veis pues cómo el juicio versa sobre la caridad y la limosna.

No cabe duda que la muerte causa espanto a los pecadores y hasta a los más justos, debido a la terrible cuenta que habremos de dar a Dios, quien en aquel momento no dará lugar a la misericordia.

Leemos en los Hechos de los Apóstoles que en Joppe había una viuda muy buena que acababa de morir. Los pobres corrieron en busca de San Pedro para rogarle la resucitara; unos le presentaban los vestidos que les había hecho aquella buena mujer, otros le mostraban otra dádiva. A San Pedro se le escaparon las lágrimas: «El Señor es demasiado bueno, les dijo, para dejar de concederos lo que le pedís». Entonces se acercó a la muerta, y le dijo: «Levántate, tus limosnas te alcanzan la vida por segunda vez». Ella se levantó, y San Pedro la devolvió a sus pobres. No hallaremos ningún tipo de acciones en atención a las cuales haga Dios tantos milagros como a favor de las limosnas.

Ya veis cuán poderosa es la limosna para impedir que el Señor nos castigue a pesar de que repetidamente seamos merecedores de ello.

¿Más quieres saber por qué los hombres hallan tantos pretextos para eximirse de la limosna? Escucha lo que voy a decirte, que en ello habrás de reconocer la verdad, sino en estos momentos, al menos a la hora de la muerte: la avaricia ha echado raíces en tu corazón; arranca esa maldita planta, y hallarás gusto en dar limosna; quedarás contento al hacerla, cifrarás en ello tu alegría.

¿Sabéis por qué nunca tenemos algo para dar a los pobres, y por qué nunca estamos satisfechos con lo que poseemos? No tenéis con qué hacer limosna pero bien tenéis con qué comprar tierras; siempre estáis temiendo que la tierra os falte. ¡Ah amigo mío, deja llegar el día en que tengas tres o cuatro pies de tierra sobre tu cabeza, entonces podrás quedar satisfecho!

¿No es verdad, padre de familia, que no tienes con qué dar limosna, pero lo posees abundante para comprar fincas? Di mejor, que poco te importa salvarte o condenarte, con tal de satisfacer tu avaricia. ¿"No es verdad, madre de familia, que no tienes nada para dar a los pobres, pero es porque has de comprar objetos de vanidad para tus hijas? Ah! me dirás, todo esto es necesario y no pido nada a nadie; no puede enojarse por ello -Madre de familia, que en el día del juicio tengas bien presente que te lo advertí: no pides nada a nadie, es verdad, mas no resultas menos culpable, tanto como si hallases a un pobre y le quitases el poco dinero que lleva.

Por otra parte, la caridad no se practica sólo con el dinero. Podéis visitar a un enfermo, hacerle un rato de compañía, prestarle algún servicio, arreglarle la cama, prepararle los remedios, consolarle en sus penas, leerle algún libro piadoso.

Nos complace que se nos agradezcan las limosnas, que se hable de ellas, que se nos devuelvan con algún favor, y hasta nos gusta hablar de nuestras buenas acciones para manifestar que somos caritativos. Tenemos nuestras preferencias; a unos les damos sin medida, mas a otros nos negamos a darles nada, antes bien los despreciamos.

Lo poco que damos, démoslo de corazón, con la mira de agradar a Dios y de expiar por nuestros pecados. El que tiene verdadera caridad no guarda preferencias de ninguna clase, lo mismo favorece a sus amigos que a sus enemigos, con igual diligencia y alegría da a unos que a otros. Si alguna preferencia hubiésemos de tener, sería para con los que nos han dado algún disgusto.

El pobre no es más que un instrumento del cual Dios se sirve para impulsaros a obrar bien.

¿Qué debemos sacar de todo esto? Vedlo que la limosna es de gran mérito a los ojos de Dios, y tan poderosa para atraer sobre nosotros sus misericordias, que parece como si asegurase nuestra salvación. Mientras estamos en este mundo, es preciso hacer cuantas limosnas podamos; siempre seremos bastante ricos, si tenemos la dicha de agradar a Dios y salvar nuestra alma; mas es necesario hacer la limosna con la más pura intención, esto es: todo por Dios, nada por el mundo.

¡Cuán felices seríamos si muchas limosnas hechas durante nuestra vida nos acompañasen delante del tribunal de Dios para ayudarnos a ganar el cielo! Esta es la dicha que os deseo.

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LA INMODESTIA NO SOLO ESTÁ EN LOS ADULTOS SINO TAMBIÉN EN LOS NIÑOS Y ADOLESCENTES.

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PADRES CRISTIANOS:

“El bien de nuestra alma es más importante que el de nuestro cuerpo; y tenemos que preferir el bienestar espiritual de nuestro vecino a nuestra comodidad corporal… Si cierta clase de vestido constituye una ocasión grave y próxima de pecado y pone en peligro la salvación de su alma y de la de los demás, es su deber dejarlo y no usarlo… Oh madres cristianas, si vosotros supierais qué futuro de ansiedades y penas, de vergüenza mal guardada que preparáis para vuestros hijos e hijas, dejando imprudentemente que ellos se acostumbren a vivir ligeramente vestidos y haciendo que pierdan su sentido de modestia, estaríais avergonzadas de vosotros mismas y temeríais el daño que os hacéis y el daño que estáis causando a estos niños, quienes el Cielo os ha confiado para que los crieis como cristianos.”

(Pío XII a los Grupos de Mujeres Católicas Jóvenes de Italia)

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FIDELIDAD

SAN FRANCISCO DIXIT

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"Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible ".

San Francisco de Asís

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NIÑO SOLITARIO SOSTIENE CRUCIFIJO EN ALTO PARA PROTESTAR CONTRA MARCHA LGBT EN POLONIA, LA POLICÍA SE LO LLEVA

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12 de agosto de 2019 ( LifeSiteNews ) - Una foto de un niño de 15 años de pie solo con su crucifijo y su rosario en alto mientras la policía con equipo antidisturbios y los manifestantes LGBT marchan hacia él se ha vuelto viral.

La foto del valiente colegial Jakub Baryła, de pie en medio de una calle mientras la bandera del arcoiris agitada por los manifestantes que marchan hacia él con la policía del gobierno a la cabeza, es una increíble metáfora visual, que representa perfectamente la amenaza real de la ideología LGBT armada y politizada contra Los niños del mundo entero.

Esta imagen vale más que 1,000 palabras.

Jakub Baryła, de 15 años, se opone a la policía y a los activistas LGBT. Es un eco de la icónica foto de 1989 de un hombre solitario parado frente a los tanques que se acercan en la Plaza Tiananmen de Beijing. El gobierno comunista chino había llamado a artillería pesada para suprimir una manifestación dirigida por estudiantes que pedía democracia, libertad de expresión y libertad de prensa en China.

También es un eco de la fotografía de 1957 en la que una valiente joven estudiante afroamericana intentó ingresar a una escuela secundaria de Little Rock, Arkansas, mientras estaba rodeada por una multitud de racistas blancos que le manifestaba odio.

Baryła se mantuvo firme mientras la falange de la policía fuertemente armada se abalanzaba sobre él. Al final, la policía lo retiró físicamente mientras aún sostenía en alto su Crucifijo y Rosario.

El drama ocurrió durante una "Marcha por la igualdad" en Płock, Polonia.

El joven de 15 años explicó después que se inspiró en un gesto similar hecho por el Padre. Ignacy Skorupko durante la batalla de Varsovia de 1920 con los bolcheviques.

El joven Jakub Baryła dijo que quería "darles a las personas algo en qué pensar y hacer que reflexionen".

En nuestra era actual, la amenaza de transgénero respaldada por la mutilación quirúrgica y hormonal de niños sancionada por el gobierno en desafío a los intentos de sus padres de protegerlos es muy real. La “transición” de género infantil forzada por el estado ya está aquí .

El adoctrinamiento forzado por parte del gobierno de los escolares para hacerlos más abiertos a cuestionar su sexualidad y socavar su identidad de género se ha vuelto de naturaleza totalitaria. Las bibliotecas públicas se han convertido en un campo de batalla para preparar a los niños más pequeños para el transgénero gracias a la proliferación de Drag Queen Story Hours en los países occidentales.

Los mundos de los medios de comunicación, las corporaciones globales y nacionales , e incluso los deportes profesionales son parte del gigante que amenaza a los niños y las familias.

El joven Jakub Baryła de Polonia es ahora un símbolo internacional. Su imagen ahora icónica muestra claramente la naturaleza de la importante batalla que enfrentamos ahora: la ideología LGBT busca suprimir y destruir la influencia del cristianismo, y odia especialmente la Cruz de Jesucristo.

Irónicamente, mientras marchan por la "libertad", los activistas LGBT buscan suprimir el mensaje de la Cruz , el único medio a través del cual pueden descubrir la verdadera libertad.


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Día de la Asunción: fiesta mayor en los pueblos hispanos

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Por Javier Navascués

Hoy es un día grande en nuestra patria (y en todas las naciones hispanas como México), pues miles de pueblos de la geografía española celebran su fiesta grande en honor a la Asunción de María Santísima. Pero no nos quedemos en la superficie de las cosas o en el mero sentimiento, meditemos un poco en la definición del dogma y en el resto de dogmas marianos. 
El Dogma de la Asunción de María, cuya solemnidad litúrgica celebramos hoy, fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus. De todo el documento (que luego ofrezco para leer) les ofrecemos el párrafo concreto del mismo en donde queda definido el dogma.
«Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo«. 
A continuación les mostramos un breve resumen del resto de dogmas marianos, que con el de la Asunción suman 4. Se define como dogma a todas las verdades doctrinales que los católicos estamos obligados a creer y mantener. 
MATERNIDAD DIVINA 
Este dogma se refiere a que la Virgen María es verdaderamente la Madre de Dios, este dogma fue definido en el primer día del Concilio de Efeso 22 de junio del 431, dando respuesta a la herejía de Nestorio, quien decía que María es sólo madre de Jesús en cuanto hombre, ya que afirma que en Cristo hay dos personas. Este dogma se declara durante el pontificado de Celestino I.
VIRGINIDAD PERPETUA
Este dogma fue definido en el Concilio de Letrán en el año 649, pero ya Máximo de Turín en el año 398 lo definía de esta forma “La Virgen concibe sin intervención de varón; el vientre se llena sin el contacto de ningún abrazo y el casto seno se acogió al Espíritu Santo, que los miembros puros custodiaron. Contemplad el milagro de la madre del Señor, es virgen cuando concibe, virgen cuando da a luz y virgen después del parto”. Este dogma se da dentro del pontifical del Papa Martín I.
INMACULADA CONCEPCIÓN
Este dogma fue proclamado el 8 de diciembre de 1854 en la plaza de San Pedro por el Papa Pío IX que sostiene que María fue preservada de toda mancha de pecado desde el primer instante de su concepción.
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Por último les invitamos a leer el documento completo, que no es muy largo ni difícil de entender, pero que da mucha luz en torno a este dogma mariano. 
Constitución Apostólica del Papa Pío XII en la que se define como Dogma de Fe la Asunción Corporal de la Virgen María al Cielo (1º de noviembre de 1950) 
  1. El munificentísimo Dios, que todo lo puede y cuyos planes providentes están hechos con sabiduría y amor, compensa en sus inescrutables designios, tanto en la vida de los pueblos como en la de los individuos, los dolores y las alegrías para que, por caminos diversos y de diversas maneras, todo coopere al bien de aquellos que le aman (cfr. Rom 8, 28).
  1. Nuestro Pontificado, del mismo modo que la edad presente, está oprimido por grandes cuidados, preocupaciones y angustias, por las actuales gravísimas calamidades y la aberración de la verdad y de la virtud; pero nos es de gran consuelo ver que, mientras la fe católica se manifiesta en público cada vez más activa, se enciende cada día más la devoción hacia la Virgen Madre de Dios y casi en todas partes es estimulo y auspicio de una vida mejor y más santa, de donde resulta que, mientras la Santísima Virgen cumple amorosísimamente las funciones de madre hacia los redimidos por la sangre de Cristo, la mente y el corazón de los hijos se estimulan a una más amorosa contemplación de sus privilegios.
  1. En efecto, Dios, que desde toda la eternidad mira a la Virgen María con particular y plenísima complacencia, «cuando vino la plenitud de los tiempos» (Gal 4, 4) ejecutó los planes de su providencia de tal modo que resplandecen en perfecta armonía los privilegios y las prerrogativas que con suma liberalidad le había concedido. Y si esta suma liberalidad y plena armonía de gracia fue siempre reconocida, y cada vez mejor penetrada por la Iglesia en el curso de los siglos, en nuestro tiempo ha sido puesta a mayor luz el privilegio de la Asunción corporal al cielo de la Virgen Madre de Dios, María.
  1. Este privilegio resplandeció con nuevo fulgor desde que nuestro predecesor Pío IX, de inmortal memoria, definió solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción de la augusta Madre de Dios. Estos dos privilegios están, en efecto, estrechamente unidos entre sí. Cristo, con su muerte, venció la muerte y el pecado; y sobre el uno y sobre la otra reporta también la victoria en virtud de Cristo todo aquel que ha sido regenerado sobrenaturalmente por el bautismo. Pero por ley general, Dios no quiere conceder a los justos el pleno efecto de esta victoria sobre la muerte, sino cuando haya llegado el fin de los tiempos. Por eso también los cuerpos de los justos se disuelven después de la muerte, y sólo en el último día volverá a unirse cada uno con su propia alma gloriosa.
  1. Pero de esta ley general quiso Dios que fuera exenta la bienaventurada Virgen Maria. Ella, por privilegio del todo singular, venció al pecado con su concepción inmaculada; por eso no estuvo sujeta a la ley de permanecer en la corrupción del sepulcro ni tuvo que esperar la redención de su cuerpo hasta el fin del mundo.
  1. Por eso, cuando fue solemnemente definido que la Virgen Madre de Dios, María, estaba inmune de la mancha hereditaria de su concepción, los fieles se llenaron de una más viva esperanza de que cuanto antes fuera definido por el supremo magisterio de la Iglesia el dogma de la Asunción corporal al cielo de María Virgen.
  1. Efectivamente, se vio que no sólo los fieles particulares, sino los representantes de naciones o de provincias eclesiásticas, y aun no pocos padres del Concilio Vaticano, pidieron con vivas instancias a la Sede Apostólica esta definición.
  1. Después, estas peticiones y votos no sólo no disminuyeron, sino que aumentaron de día en día en número e insistencia. En efecto, a este fin fueron promovidas cruzadas de oraciones; muchos y eximios teólogos intensificaron sus estudios sobre este tema, ya en privado, ya en los públicos ateneos eclesiásticos y en las otras escuelas destinadas a la enseñanza de las sagradas disciplinas; en muchas partes del orbe católico se celebraron congresos marianos, tanto nacionales como internacionales. Todos estos estudios e investigaciones pusieron más de relieve que en el depósito de la fe confiado a la Iglesia estaba contenida también la Asunción de María Virgen al cielo, y generalmente siguieron a ello peticiones en que se pedía instantemente a esta Sede Apostólica que esta verdad fuese solemnemente definida.
  1. En esta piadosa competición, los fieles estuvieron admirablemente unidos con sus pastores, los cuales, en número verdaderamente impresionante, dirigieron peticiones semejantes a esta cátedra de San Pedro. Por eso, cuando fuimos elevados al trono del Sumo Pontificado, habían sido ya presentados a esta Sede Apostólica muchos millares de tales súplicas de todas partes de la tierra y por toda clase de personas: por nuestros amados hijos los cardenales del Sagrado Colegio, por venerables hermanos arzobispos y obispos de las diócesis y de las parroquias.
  1. Por eso, mientras elevábamos a Dios ardientes plegarias para que infundiese en nuestra mente la luz del Espíritu Santo para decidir una causa tan importante, dimos especiales órdenes de que se iniciaran estudios más rigurosos sobre este asunto, y entretanto se recogiesen y ponderasen cuidadosamente todas las peticiones que, desde el tiempo de nuestro predecesor Pío IX, de feliz memoria, hasta nuestros días, habían sido enviadas a esta Sede Apostólica a propósito de la Asunción de la beatísima Virgen María al cielo.
  1. Pío XII
    Pero como se trataba de cosa de tanta importancia y gravedad, creímos oportuno pedir directamente y en forma oficial a todos los venerables hermanos en el Episcopado que nos expusiesen abiertamente su pensamiento. Por eso, el 1 de mayo de 1946 les dirigimos la carta Deiparae Virginis Mariae, en la que preguntábamos: «Si vosotros, venerables hermanos, en vuestra eximia sabiduría y prudencia, creéis que la Asunción corporal de la beatísima Virgen se puede proponer y definir como dogma de fe y si con vuestro clero y vuestro pueblo lo deseáis».
  1. Y aquellos que «el Espíritu Santo ha puesto como obispos para regir la Iglesia de Dios» (Hch 20, 28) han dado a una y otra pregunta una respuesta casi unánimemente afirmativa. Este «singular consentimiento del Episcopado católico y de los fieles»2, al creer definible como dogma de fe la Asunción corporal al cielo de la Madre de Dios, presentándonos la enseñanza concorde del magisterio ordinario de la Iglesia y la fe concorde del pueblo cristiano, por él sostenida y dirigida, manifestó por sí mismo de modo cierto e infalible que tal privilegio es verdad revelada por Dios y contenida en aquel divino depósito que Cristo confió a su Esposa para que lo custodiase fielmente e infaliblemente lo declarase.
El magisterio de la Iglesia, no ciertamente por industria puramente humana, sino por la asistencia del Espíritu de Verdad (cfr. Jn 14, 26), y por eso infaliblemente, cumple su mandato de conservar perennemente puras e íntegras las verdades reveladas y las transmite sin contaminaciones, sin añadiduras, sin disminuciones. «En efecto, como enseña el Concilio Vaticano, a los sucesores de Pedro no fue prometido el Espíritu Santo para que, por su revelación, manifestasen una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, custodiasen inviolablemente y expresasen con fidelidad la revelación transmitida por los Apóstoles, o sea el depósito de la fe»3.
Por eso, del consentimiento universal del magisterio ordinario de la Iglesia se deduce un argumento cierto y seguro para afirmar que la Asunción corporal de la bienaventurada Virgen María al cielo -la cual, en cuanto a la celestial glorificación del cuerpo virgíneo de la augusta Madre de Dios, no podía ser conocida por ninguna facultad humana con sus solas fuerzas naturales- es verdad revelada por Dios, y por eso todos los fieles de la Iglesia deben creerla con firmeza y fidelidad. Porque, como enseña el mismo Concilio Vaticano, «deben ser creídas por fe divina y católica todas. aquellas cosas que están contenidas en la palabra de Dios, escritas o transmitidas oralmente, y que la Iglesia, o con solemne juicio o con su ordinario y universal magisterio, propone a la creencia como reveladas por Dios» (De fide catholica, cap. 3).
  1. De esta fe común de la Iglesia se tuvieron desde la antigüedad, a lo largo del curso de los siglos, varios testimonios, indicios y vestigios; y tal fe se fue manifestando cada vez con más claridad.
  1. Los fieles, guiados e instruidos por sus pastores, aprendieron también de la Sagrada Escritura que la Virgen María, durante su peregrinación terrena, llevó una vida llena de preocupaciones, angustias y dolores; y que se verificó lo que el santo viejo Simeón había predicho: que una agudísima espada le traspasaría el corazón a los pies de la cruz de su divino Hijo, nuestro Redentor. Igualmente no encontraron dificultad en admitir que María haya muerto del mismo modo que su Unigénito. Pero esto no les impidió creer y profesar abiertamente que no estuvo sujeta a la corrupción del sepulcro su sagrado cuerpo y que no fue reducida a putrefacción y cenizas el augusto tabernáculo del Verbo Divino. Así, iluminados por la divina gracia e impulsados por el amor hacia aquella que es Madre de Dios y Madre nuestra dulcísima, han contemplado con luz cada vez más clara la armonía maravillosa de los privilegios que el providentísimo Dios concedió al alma Socia de nuestro Redentor y que llegaron a una tal altísima cúspide a la que jamás ningún ser creado, exceptuada la naturaleza humana de Jesucristo, había llegado.
  1. Esta misma fe la atestiguan claramente aquellos innumerables templos dedicados a Dios en honor de María Virgen asunta al cielo y las sagradas imágenes en ellos expuestas a la veneración de los fieles, las cuales ponen ante los ojos de todos este singular triunfo de la bienaventurada Virgen. Además, ciudades, diócesis y regiones fueron puestas bajo el especial patrocinio de la Virgen asunta al cielo; del mismo modo, con la aprobación de la Iglesia, surgieron institutos religiosos, que toman nombre de tal privilegio. No debe olvidarse que en el rosario mariano, cuya recitación tan recomendada es por esta Sede Apostólica, se propone a la meditación piadosa un misterio que, como todos saben, trata de la Asunción de la beatísima Virgen.
  1. Pero de modo más espléndido y universal esta fe de los sagrados pastores y de los fieles cristianos se manifiesta por el hecho de que desde la antigüedad se celebra en Oriente y en Occidente una solemne fiesta litúrgica, de la cual los Padres Santos y doctores no dejaron nunca de sacar luz porque, como es bien sabido, la sagrada liturgia «siendo también una profesión de las celestiales verdades, sometida al supremo magisterio de la Iglesia, puede oír argumentos y testimonios de no pequeño valor para determinar algún punto particular de la doctrina cristiana»5.
  1. En los libros litúrgicos que contienen la fiesta, bien sea de la Dormición, bien de la Asunción de la Virgen María, se tienen expresiones en cierto modo concordantes al decir que cuando la Virgen Madre de Dios pasó de este destierro, a su sagrado cuerpo, por disposición de la divina Providencia, le ocurrieron cosas correspondientes a su dignidad de Madre del Verbo encarnado y a los otros privilegios que se le habían concedido.
Esto se afirma, por poner un ejemplo, en aquel «Sacramentario» que nuestro predecesor Adriano I, de inmortal memoria, mandó al emperador Carlomagno. En éste se lee, en efecto: «Digna de veneración es para Nos, ¡oh Señor!, la festividad de este día en que la santa Madre de Dios sufrió la muerte temporal, pero no pudo ser humillada por los vínculos de la muerte Aquella que engendró a tu Hijo, Nuestro Señor, encarnado en ella»6.
  1. Lo que aquí está indicado con la sobriedad acostumbrada en la liturgia romana, en los libros de las otras antiguas liturgias, tanto orientales como occidentales, se expresa más difusamente y con mayor claridad. El «Sacramentario Galicano», por ejemplo, define este privilegio de María, «inexplicable misterio, tanto más admirable cuanto más singular es entre los hombres». Y en la liturgia bizantina se asocia repetidamente la Asunción corporal de María no sólo con su dignidad de Madre de Dios, sino también con sus otros privilegios, especialmente con su maternidad virginal, preestablecida por un designio singular de la Providencia divina: «A Ti, Dios, Rey del universo, te concedió cosas que son sobre la naturaleza; porque así como en el parto te conservó virgen, así en el sepulcro conservó incorrupto tu cuerpo, y con la divina traslación lo glorificó»7.
  1. El hecho de que la Sede Apostólica, heredera del oficio confiado al Príncipe de los Apóstoles de confirmar en la fe a los hermanos (cfr. Lc 22, 32), y con su autoridad hiciese cada vez más solemne esta fiesta, estimula eficazmente a los fieles a apreciar cada vez más la grandeza de este misterio. Así la fiesta de la Asunsión, del puesto honroso que tuvo desde el comienzo entre las otras celebraciones marianas, llegó en seguida a los más solemnes de todo el ciclo litúrgico. Nuestro predecesor San Sergio I, prescribiendo la letanía o procesión estacional para las cuatro fiestas marianas, enumera junto a la Natividad, la Anunciación, la Purificación y la Dormición de María (Liber Pontificalis). Después San León IV quiso añadir a la fiesta, que ya se celebraba bajo el título de la Asunción de la bienaventurada Madre de Dios, una mayor solemnidad prescribiendo su vigilia y su octava; y en tal circunstancia quiso participar personalmente en la celebración en medio de una gran multitud de fieles (Liber Pontificalis). Además de que ya antiguamente esta fiesta estaba precedida por la obligación del ayuno, aparece claro de lo que atestigua nuestro predecesor San Nicolás I, donde habla de los principales ayunos «que la santa Iglesia romana recibió de la antigüedad y observa todavía»8.
  1. Pero como la liturgia no crea la fe, sino que la supone, y de ésta derivan como frutos del árbol las prácticas del culto, los Santos Padres y los grandes doctores, en las homilías y en los discursos dirigidos al pueblo con ocasión de esta fiesta, no recibieron de ella como de primera fuente la doctrina, sino que hablaron de ésta como de cosa conocida y admitida por los fieles; la aclararon mejor; precisaron y profundizaron su sentido y objeto, declarando especialmente lo que con frecuencia los libros litúrgicos habían sólo fugazmente indicado; es decir, que el objeto de la fiesta no era solamente la incorrupción del cuerpo muerto de la bienaventurada Virgen María, sino también su triunfo sobre la muerte y su celestial glorificación a semejanza de su Unigénito.
  2. Así San Juan Damasceno, que se distingue entre todos como testigo eximio de esta tradición, considerando la Asunción corporal de la Madre de Dios a la luz de los otros privilegios suyos, exclama con vigorosa elocuencia: «Era necesario que Aquella que en el parto había conservado ilesa su virginidad conservase también sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte. Era necesario que Aquella que había llevado en su seno al Creador hecho niño, habitase en los tabernáculos divinos. Era necesario que la Esposa del Padre habitase en los tálamos celestes. Era necesario que Aquella que había visto a su Hijo en la cruz, recibiendo en el corazón aquella espada de dolor de la que había sido inmune al darlo a luz, lo contemplase sentado a la diestra del Padre. Era necesario que la Madre de Dios poseyese lo que corresponde al Hijo y que por todas las criaturas fuese honrada como Madre y sierva de Dios»9.
  1. Estas expresiones de San Juan Damasceno corresponden fielmente a aquellas de otros que afirman la misma doctrina. Efectivamente, palabras no menos claras y precisas se encuentran en los discursos que, con ocasión de la fiesta, tuvieron otros Padres anteriores o contemporáneos. Así, por citar otros ejemplos, San Germán de Constantinopla encontraba que correspondía la incorrupción y Asunción al cielo del cuerpo de la Virgen Madre de Dios no sólo a su divina maternidad, sino también a la especial santidad de su mismo cuerpo virginal: «Tú, como fue escrito, apareces «en belleza» y tu cuerpo virginal es todo santo, todo casto, todo domicilio de Dios; así también por esto es preciso que sea inmune de resolverse en polvo; sino que debe ser transformado, en cuanto humano, hasta convertirse en incorruptible; y debe ser vivo, gloriosísimo, incólume y dotado de la plenitud de la vida»10. Y otro antiguo escritor dice: «Como gloriosísima Madre de Cristo, nuestro Salvador y Dios, donador de la vida y de la inmortalidad, y vivificada por Él, revestida de cuerpo en una eterna incorruptibilidad con Él, que la resucitó del sepulcro y la llevó consigo de modo que sólo Él conoce»11.
  1. Al extenderse y afirmarse la fiesta litúrgica, los pastores de la Iglesia y los sagrados oradores, en número cada vez mayor, creyeron un deber precisar abiertamente y con claridad el objeto de la fiesta y su estrecha conexión con las otras verdades reveladas.
  1. Entre los teólogos escolásticos no faltaron quienes, queriendo penetrar más adentro en las verdades reveladas y mostrar el acuerdo entre la razón teológica y la fe, pusieron de relieve que este privilegio de la Asunción de María Virgen concuerda admirablemente con las verdades que nos son enseñadas por la Sagrada Escritura.
  1. Partiendo de este presupuesto, presentaron, para ilustrar este privilegio mariano, diversas razones contenidas casi en germen en esto: que Jesús ha querido la Asunción de María al cielo por su piedad filial hacia ella. Opinaban que la fuerza de tales argumentos reposa sobre la dignidad incomparable de la maternidad divina y sobre todas aquellas otras dotes que de ella se siguen: su insigne santidad, superior a la de todos los hombres y todos los ángeles; la íntima unión de María con su Hijo, y aquel amor sumo que el Hijo tenía hacia su dignísima Madre.
  1. Frecuentemente se encuentran después teólogos y sagrados oradores que, sobre las huellas de los Santos Padres12 para ilustrar su fe en la Asunción, se sirven con una cierta libertad de hechos y dichos de la Sagrada Escritura. Así, para citar sólo algunos testimonios entre los más usados, los hay que recuerdan las palabras del salmista: «Ven, ¡oh Señor!, a tu descanso, tú y el arca de tu santificación» (Sal 131, 8), y ven en el «arca de la alianza», hecha de madera incorruptible y puesta en el templo del Señor, como una imagen del cuerpo purísimo de María Virgen, preservado de toda corrupción del sepulcro y elevado a tanta gloria en el cielo. A este mismo fin describen a la Reina que entra triunfalmente en el palacio celeste y se sienta a la diestra del divino Redentor (Sal 44, 10, 14-16), lo mismo que la Esposa de los Cantares, «que sube por el desierto como una columna de humo de los aromas de mirra y de incienso» para ser coronada (Cant 3, 6; cfr. 4, 8; 6, 9). La una y la otra son propuestas como figuras de aquella Reina y Esposa celeste, que, junto a su divino Esposo, fue elevada al reino de los cielos.
  1. Además, los doctores escolásticos vieron indicada la Asunción de la Virgen Madre de Dios no sólo en varias figuras del Antiguo Testamento, sino también en aquella Señora vestida de sol, que el apóstol Juan contempló en la isla de Patmos (Ap 12, 1s.). Del mismo modo, entre los dichos del Nuevo Testamento consideraron con particular interés las palabras «Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres» (Lc 1, 28), porque veían en el misterio de la Asunción un complemento de la plenitud de gracia concedida a la bienaventurada Virgen y una bendición singular, en oposición a la maldición de Eva.
  1. Por eso, al comienzo de la teología escolástica, el piadoso Amadeo, obispo de Lausana, afirma que la carne de María Virgen permaneció incorrupta («no se puede creer, en efecto, que su cuerpo viese la corrupción»), porque realmente se reunió a su alma, y junto con ella fue envuelta en altísima gloria en la corte celeste. «Era llena de gracia y bendita entre las mujeres» (Lc 1, 28). «Ella sola mereció concebir al Dios verdadero del Dios verdadero, y le parió virgen, le amamantó virgen, estrechándole contra su seno, y le prestó en todo sus santos servicios y homenajes»13.
  1. Entre los sagrados escritores que en este tiempo, sirviéndose de textos escriturísticos o de semejanza y analogía, ilustraron y confirmaron la piadosa creencia de la Asunción, ocupa un puesto especial el doctor evangélico San Antonio de Padua. En la fiesta de la Asunción, comentando las palabras de Isaías «Glorificaré el lugar de mis pies» (Is 60, 13), afirmó con seguridad que el divino Redentor ha glorificado de modo excelso a su Madre amadísima, de la cual había tomado carne humana. «De aquí se deduce claramente, dice, que la bienaventurada Virgen María fue asunta con el cuerpo que había sido el sitio de los pies del Señor». Por eso escribe el salmista: «Ven, ¡oh Señor!, a tu reposo, tú y el Arca de tu santificación». Como Jesucristo, dice el santo, resurgió de la muerte vencida y subió a la diestra de su Padre, así «resurgió también el Arca de su santificación, porque en este día la Virgen Madre fue asunta al tálamo celeste»14.
  1. Cuando en la Edad Media la teología escolástica alcanzó su máximo esplendor, San Alberto Magno, después de haber recogido, para probar esta verdad, varios argumentos fundados en la Sagrada Escritura, la tradición, la liturgia y la razón teológica, concluye: «De estas razones y autoridades y de muchas otras es claro que la beatísima Madre de Dios fue asunta en cuerpo y alma por encima de los coros de los ángeles. Y esto lo creemos como absolutamente verdadero»15. Y en un discurso tenido el día de la Anunciación de María, explicando estas palabras del saludo del ángel «Dios te salve, llena eres de gracia…», el Doctor Universal compara a la Santísima Virgen con Eva y dice expresamente que fue inmune de la cuádruple maldición a la que Eva estuvo sujeta 16.
  1. El Doctor Angélico, siguiendo los vestigios de su insigne maestro, aunque no trató nunca expresamente la cuestión, sin embargo, siempre que ocasionalmente habla de ella, sostiene constantemente con la Iglesia que junto al alma fue asunto al cielo también el cuerpo de María17.
  1. Del mismo parecer es, entre otros muchos, el Doctor Seráfico, el cual sostiene como absolutamente cierto que del mismo modo que Dios preservó a María Santísima de la violación del pudor y de la integridad virginal en la concepción y en el parto, así no permitió que su cuerpo se deshiciese en podredumbre y ceniza18. Interpretando y aplicando a la bienaventurada Virgen estas palabras de la Sagrada Escritura «¿Quién es esa que sube del desierto, llena de delicias, apoyada en su amado?» (Cant 8, 5), razona así: «Y de aquí puede constar que está allí (en la ciudad celeste) corporalmente… Porque, en efecto…, la felicidad no sería plena si no estuviese en ella personalmente, porque la persona no es el alma, sino el compuesto, y es claro que está allí según el compuesto, es decir, con cuerpo y alma, o de otro modo no tendría un pleno gozo»19.
  1. En la escolástica posterior, o sea en el siglo XV, San Bernardino de Siena, resumiendo todo lo que los teólogos de la Edad Media habían dicho y discutido a este propósito, no se limitó a recordar las principales consideraciones ya propuestas por los doctores precedentes, sino que añadió otras. Es decir, la semejanza de la divina Madre con el Hijo divino, en cuanto a la nobleza y dignidad del alma y del cuerpo -porque no se puede pensar que la celeste Reina esté separada del Rey de los cielos-, exige abiertamente que «María no debe estar sino donde está Cristo»20; además es razonable y conveniente que se encuentren ya glorificados en el cielo el alma y el cuerpo, lo mismo que del hombre, de la mujer; en fin, el hecho de que la Iglesia no haya nunca buscado y propuesto a la veneración de los fieles las reliquias corporales de la bienaventurada Virgen suministra un argumento que puede decirse «como una prueba sensible»21.
  1. En tiempos más recientes, las opiniones mencionadas de los Santos Padres y de los doctores fueron de uso común. Adhiriéndose al pensamiento cristiano transmitido de los siglos pasados. San Roberto Belarmino exclama: «¿Y quién, pregunto, podría creer que el arca de la santidad, el domicilio del Verbo, el templo del Espíritu Santo, haya caído? Mi alma aborrece el solo pensamiento de que aquella carne virginal que engendró a Dios, le dio a luz, le alimentó, le llevó, haya sido reducida a cenizas o haya sido dada por pasto a los gusanos »22.
  1. De igual manera, San Francisco de Sales, después de haber afirmado no ser lícito dudar que Jesucristo haya ejecutado del modo más perfecto el mandato divino por el que se impone a los hijos el deber de honrar a los propios padres, se propone esta pregunta: «¿Quién es el hijo que, si pudiese, no volvería a llamar a la vida a su propia madre y no la llevaría consigo después de la muerte al paraíso?»23. Y San Alfonso escribe: «Jesús preservó el cuerpo de María de la corrupción, porque redundaba en deshonor suyo que fuese comida de la podredumbre aquella carne virginal de la que Él se había vestido» 24.
  1. Aclarado el objeto de esta fiesta, no faltaron doctores que más bien que ocuparse de las razones teológicas, en las que se demuestra la suma conveniencia de la Asunción corporal de la bienaventurada Virgen María al cielo, dirigieron su atención a la fe de la Iglesia, mística Esposa de Cristo, que no tiene mancha ni arruga (cfr. Ef 5, 27), la cual es llamada por el Apóstol «columna y sostén de la verdad» (1 T»im 3, 15), y, apoyados en esta fe común, sostuvieron que era temeraria, por no decir herética, la sentencia contraria. En efecto, San Pedro Canisio, entre muchos otros, después de haber declarado que el término Asunción significa glorificación no sólo del alma, sino también del cuerpo, y después de haber puesto de relieve que la Iglesia ya desde hace muchos siglos, venera y celebra solemnemente este misterio mariano, dice: «Esta sentencia está admitida ya desde hace algunos siglos y de tal manera fija en el alma de los piadosos fieles y tan aceptada en toda la Iglesia, que aquellos que niegan que el cuerpo de María haya sido asunto al cielo, ni siquiera pueden ser escuchados con paciencia, sino abochornados por demasiado tercos o del todo temerarios y animados de espíritu herético más bien que católico»25.
  1. Por el mismo tiempo, el Doctor Eximio, puesta como norma de la mariología que «los misterios de la gracia que Dios ha obrado en la Virgen no son medidos por las leyes ordinarias, sino por la omnipotencia de Dios, supuesta la conveniencia de la cosa en sí mismo y excluida toda contradicción o repugnancia por parte de la Sagrada Escritura»26, fundándose en la fe de la Iglesia en el tema de la Asunción, podía concluir que este misterio debía creerse con la misma firmeza de alma con que debía creerse la Inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen, y ya entonces sostenía que estas dos verdades podían ser definidas.
  1. Todas estas razones y consideraciones de los Santos Padres y de los teólogos tienen como último fundamento la Sagrada Escritura, la cual nos presenta al alma de la Madre de Dios unida estrechamente a su Hijo y siempre partícipe de su suerte. De donde parece casi imposible imaginarse separada de Cristo, si no con el alma, al menos con el cuerpo, después de esta vida, a Aquella que lo concibió, le dio a luz, le nutrió con su leche, lo llevó en sus brazos y lo apretó a su pecho. Desde el momento en que nuestro Redentor es hijo de Maria, no podía, ciertamente, como observador perfectísimo de la divina ley, menos de honrar, además de al Eterno Padre, también a su amadísima Madre. Pudiendo, pues, dar a su Madre tanto honor al preservarla inmune de la corrupción del sepulcro, debe creerse que lo hizo realmente.
  1. Pero ya se ha recordado especialmente que desde el siglo II María Virgen es presentada por los Santos Padres como nueva Eva estrechamente unida al nuevo Adán, si bien sujeta a él, en aquella lucha contra el enemigo infernal que, como fue preanunciado en el protoevangelio (Gn 3, 15), habría terminado con la plenísima victoria sobre el pecado y sobre la muerte, siempre unidos en los escritos del Apóstol de las Gentes (cfr. Rom cap. 5 et 6; 1 Cor 15, 21-26; 54-57). Por lo cual, como la gloriosa resurrección de Cristo fue parte esencial y signo final de esta victoria, así también para María la común lucha debía concluir con la glorificación de su cuerpo virginal; porque, como dice el mismo Apóstol, «cuando… este cuerpo mortal sea revestido de inmortalidad, entonces sucederá lo que fue escrito: la muerte fue absorbida en la victoria» (1 Cor 15, 54).
  2. De tal modo, la augusta Madre de Dios, arcanamente unida a Jesucristo desde toda la eternidad «con un mismo decreto»27 de predestinación, inmaculada en su concepción, Virgen sin mancha en su divina maternidad, generosa Socia del divino Redentor, que obtuvo un pleno triunfo sobre el pecado y sobre sus consecuencias, al fin, como supremo coronamiento de sus privilegios, fue preservada de la corrupción del sepulcro y vencida la muerte, como antes por su Hijo, fue elevada en alma y cuerpo a la gloria del cielo, donde resplandece como Reina a la diestra de su Hijo, Rey inmortal de los siglos (cfr. 1 T»im 1, 17).
  1. Y como la Iglesia universal, en la que vive el Espíritu de Verdad, que la conduce infaliblemente al conocimiento de las verdades reveladas, en el curso de los siglos ha manifestado de muchos modos su fe, y como los obispos del orbe católico, con casi unánime consentimiento, piden que sea definido como dogma de fe divina y católica la verdad de la Asunción corporal de la bienaventurada Virgen María al cielo -verdad fundada en la Sagrada Escritura, profundamente arraigada en el alma de los fieles, confirmada por el culto eclesiástico desde tiempos remotísimos, sumamente en consonancia con otras verdades reveladas, espléndidamente ilustrada y explicada por el estudio de la ciencia y sabiduría de los teólogos-, creemos llegado el momento preestablecido por la providencia de Dios para proclamar solemnemente este privilegio de María Virgen.
  1. Nos, que hemos puesto nuestro pontificado bajo el especial patrocinio de la Santísima Virgen, a la que nos hemos dirigido en tantas tristísimas contingencias; Nos, que con rito público hemos consagrado a todo el género humano a su Inmaculado Corazón y hemos experimentado repetidamente su validísima protección, tenemos firme confianza de que esta proclamación y definición solemne de la Asunción será de gran provecho para la Humanidad entera, porque dará gloria a la Santísima Trinidad, a la que la Virgen Madre de Dios está ligada por vínculos singulares. Es de esperar, en efecto, que todos los cristianos sean estimulados a una mayor devoción hacia la Madre celestial y que el corazón de todos aquellos que se glorían del nombre cristiano se mueva a desear la unión con el Cuerpo Místico de Jesucristo y el aumento del propio amor hacia Aquella que tiene entrañas maternales para todos los miembros de aquel Cuerpo augusto. Es de esperar, además, que todos aquellos que mediten los gloriosos ejemplos de María se persuadan cada vez más del valor de la vida humana, si está entregada totalmente a la ejecución de la voluntad del Padre Celeste y al bien de los prójimos; que, mientras el materialismo y la corrupción de las costumbres derivadas de él amenazan sumergir toda virtud y hacer estragos de vidas humanas, suscitando guerras, se ponga ante los ojos de todos de modo luminosísimo a qué excelso fin están destinados los cuerpos y las almas; que, en fin, la fe en la Asunción corporal de María al cielo haga más firme y más activa la fe en nuestra resurrección.
  1. La coincidencia providencial de este acontecimiento solemne con el Año Santo que se está desarrollando nos es particularmente grata; porque esto nos permite adornar la frente de la Virgen Madre de Dios con esta fúlgida perla, a la vez que se celebra el máximo jubileo, y dejar un monumento perenne de nuestra ardiente piedad hacia la Madre de Dios.
  1. Por tanto, después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para acrecentar la gloria de esta misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y por la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste.
  1. Por eso, si alguno, lo que Dios no quiera, osase negar o poner en duda voluntariamente lo que por Nos ha sido definido, sepa que ha caído de la fe divina y católica.
  1. Para que nuestra definición de la Asunción corporal de María Virgen al cielo sea llevada a conocimiento de la Iglesia universal, hemos querido que conste para perpetua memoria esta nuestra carta apostólica; mandando que a sus copias y ejemplares, aun impresos, firmados por la mano de cualquier notario público y adornados del sello de cualquier persona constituida en dignidad eclesiástica, se preste absolutamente por todos la misma fe que se prestaría a la presente si fuese exhibida o mostrada.
  1. A ninguno, pues, sea lícito infringir esta nuestra declaración, proclamación y definición u oponerse o contravenir a ella. Si alguno se atreviere a intentarlo, sepa que incurrirá en la indignación de Dios omnipotente y de sus santos apóstoles Pedro y Pablo.
Nos, PÍO, Obispo de la Iglesia católica, definiéndolo así, lo hemos suscrito.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el año del máximo Jubileo de mil novecientos cincuenta, el día primero del mes de noviembre, fiesta de Todos los Santos, el año duodécimo de nuestro pontificado.
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1 Petitiones de Asumptione corporea B. Virginis Mariae in coelum definienda ad S. Sedem delatae; 2 vol., Typis Polyglottis Vaticanis, 1942.
2 Bula Ineffabilis Deus, Acta P¡¡ IX, p. 1, vol. 1, p. 615.
3 Cfr. Conc. Vat. De fide catholica, cap. 4.
4 Conc. Vat. Const. De ecclesia Christi, cap. 4.
5 Carta encíclica Mediator Dei, A. A. S., vol. 39, p. 541.
6 Sacramentarium Gregorianum.
7 Menaei totius anni.
8 «Responsa Nicolai Papae I ad consulta Bulgarorum».
9 S. loan Damasc., Encomium in Dormitionem Dei Genitricis semperque Virginis Mariae, hom. II, 14; cfr. etiam ibíd., n. 3.
10 San Germ. Const., In Sanctae Dei Genitricis Dormitionem, sermón I.
11 Encomium in Dormitionem Sanctissimae Dominae nostrae Deiparae semperque Virginis Mariae. S. Modesto Hierosol, attributum I, núm. 14.
12 Cfr. Ioan Damasc., Encomium in Dormitionem Dei Genitricis semperque Virginis Mariae, hom. II, 2, 11; Encomium in Dormitionem, S. Modesto Hierosol, attributum.
13 Amadeus Lausannensis, De Beatae Virginis obitu, Assumptione in caelum, exaltatione ad Filii dexteram.
14 San Antonius Patav., Sermones dominicales et in solemnitatibus. In Assumptione S. Mariae Virginit sermo.
15 S. Albertus Magnus, Mariale sive quaestionet super Evang. Missut est, q. 132.
16 S. Albertus Magnus, Sermones de sanctis, sermón 15: In Anuntiatione B. Mariae, cfr. Etiam Mariale, q. 132.
17 Cfr. Summa Theol., 3, q. 27, a. 1 c.; ibíd., q. 83, a. 5 ad 8, Expositio salutationis angelicae, In symb., Apostolorum expositio, art. 5; In IV Sent., d. 12, q. 1, art. 3, sol. 3; d: 43, q. 1, art. 3, sol. 1 et 2.
18 Cfr. S. Bonaventura, De Nativitate B. Mariae Virginis, sermón 5.
19 S. Bonaventura, De Assumptione B. Mariae Virginis, sermón 1.
20 S. Bernardinus Senens., In Assumptione B. M. Virginis, sermón 2.
21 S. Bernardinus Senens., In Assumptione B. M. Virginis, sermón 2.
22 S. Robertus Bellarminus, Canciones habitae Lovanii, canción 40: De Assumptionae B. Mariae Virginis.
23 Oeuvres de St. François de Sales, sermon autographe pour la fete de l»Assumption.
24 S. Alfonso M. de Ligouri, Le glorie di Maria, parte II, disc. 1.
25 S. Petrus Canisius, De Maria Virgine.
26 Suárez, F, In tertiam partem D. Thomae, quaest. 27, art. 2, disp. 3, sec. 5, n. 31.
27 Bula Ineffabilis Deus, 1 c, p. 599. 

Tomado del Español Digital
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SOBRE LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS por Monseñor Luis María Martínez +

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"Ordinariamente se cree que los que hacen el bien a las almas son los predicadores, los confesores, los misioneros, porque son los que hacen ruido y uno no ve sino las apariencias.

Pero no es así. ¡Cuántas veces un sacerdote predica, un alma se convierte; pero se convirtió, no tanto por la predicación del sacerdote, sino por el sacrificio oculto de una pobre alma desconocida que está en un rinconcito del mundo!

Y ni ella sabe lo que hizo, y el que recibió el beneficio tampoco sabe a quién se lo debe. Sólo Dios; y allá en el cielo, el último día de los tiempos, es cuando vamos a descubrir la verdadera historia de las almas.

Vamos a ir de sorpresa en sorpresa. ¡Ah! si esta gracia que yo recibí fue por aquella alma desconocida que está allá, y está otra aquella... ¡y ni siquiera lo sospechaba! Yo creía que había recibido esas gracias por el ministerio de tal sacerdote. No, fue por los sacrificios de almas desconocidas.

De manera que con nuestras oraciones, con nuestros sacrificios, con nuestra vida de Cruz podemos salvar almas y comprar gracias para ellas, más mucho más quizá que los mismos misioneros y que los mismos apóstoles."

Monseñor Luis María Martínez +, Arzobispo Primado de México, Espiritualidad de la Cruz, página 97.

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MODESTIA INFANTIL

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La ropa atrevida y reveladora ha estado en la cima de la moda mundial durante muchas décadas. Hoy, lamentablemente, se anima a jóvenes y mayores a exponer sus cuerpos y dejar que la sensualidad emerja.  El cambio en la vestimenta vino con un cambio en el comportamiento.  La inocencia y el romanticismo dieron paso al ataque agresivo, insinuante y provocador.

 El comportamiento moderno que afecta a adultos y adolescentes amenaza la inocencia infantil. Necesitamos proteger a nuestros hijos de esta abominación que puede causarles mucho daño ahora y en el futuro. 

 Ante Dios, los padres somos responsables de la forma en que se visten nuestros hijos (niños y niñas).  Necesitamos mantener su integridad y pureza vistiéndolos con ropa apropiada para su edad que cubra adecuadamente sus pequeños cuerpos frágiles e inmaculados, y los proteja de las miradas codiciosas de los abusadores.

 Preservemos la cosa más bella: la pureza de nuestros hijos.

Acostúmbralos a vestirse modestamente desde pequeños y enséñalos a amar mucho la virtud de la pureza, teniendo siempre como modelo a la Sagrada Familia. Para ello debes iniciar poniendo el propio ejemplo.

Recen diariamente, en familia, esta oración para pedir esa virtud por la interseción de la criatura más pura y santa, la Madre de Dios:

 "Por tu limpia concepción, oh Soberana Princesa, una muy grande pureza te pido de corazón".

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HEREJÍA MODERNISTA

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¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! (Is 5, 20).

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ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

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Señor, danos sacerdotes.
Señor, danos sacerdotes santos.
Señor, danos muchos sacerdotes santos.
Señor, danos muchas y santas vocaciones religiosas.
Amén.

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POR SI NOS QUEDA EL SACO...

22 DE AGOSTO: FESTIVIDAD DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

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"¡Oh Madre admirable, qué cosas tan grandes y gloriosas tenemos que pensar y decir de ti y de tu bondadoso corazón! Si los oráculos del Espíritu Santo dicen tan alto que eres un abismo de milagros, de seguro que no se equivoca el que diga que tu Corazón es un mundo de maravillas. Porque ¿no ha sido la humildad de tu Corazón la que te ha levantado al trono más alto de gloria y de grandeza a que una pura criatura puede llegar? ¿No es la humildad, la pureza y el amor de tu Corazón la que te ha hecho digna de ser Madre de Dios y la que te ha enriquecido con todas las perfecciones, prerrogativas y grandezas propias de tan sublime dignidad? Por todo ello, miro, saludo y venero a tu Corazón virginal como a un mar de gracia, como a un miiagro de amor, como a un espejo de caridad, como a un abismo de humildad, como al trono de la misericordia, como al imperio de la divina voluntad, como al santuario del amor divino, como al objeto primero del amor de la Santísima Trinidad".

San Juan Eudes

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BURBUJA NO, INVERNADERO SÍ

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La gente a menudo me dice: "no puedes mantener a tus hijos en una burbuja". Y respondo: "no es una burbuja, es un invernadero". Una burbuja sofoca el crecimiento y bloquea los nutrientes. Un invernadero proporciona un ambiente para el cultivo. Los corazones de los niños deben ser "climatizados" antes de estar listos para ser trasplantados al mundo. Liberamos cuando sus raíces son profundas y son lo suficientemente maduras como para soportar las tormentas, no antes. Si bien todavía están bajo nuestra protección, asumimos la responsabilidad de involucrarlos en el aprendizaje sobre diferentes culturas, ideologías y valores. Solo deben conocer las enseñanzas mundanas lo suficiente como para ser inoculados contra ellos. No es ser padres por miedo o legalismo, ni ir al extremo opuesto de ser demasiado permisivo. No, nuestros hijos no deberían crecer en una burbuja. Pero tampoco deberían dejarse expuestos a los elementos externos hostiles. El “invernadero” de nuestra casa tiene todas las condiciones adecuadas para que esas semillas jóvenes crezcan y prosperen.

Anónimo

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