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NEZAHUALCÓYOTL VISLUMBRÓ AL DIOS VERDADERO

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El rey poeta señaló que los "ídolos de piedra que no hablan ni sienten, no pudieron hacer ni formar la hermosura del cielo, el sol, luna y estrellas que lo hermosean y dar luz a la tierra; (ni los) ríos, aguas, fuentes, árboles y plantas que la hermosean; las gentes que la poseen y todo lo creado. Algún Dios muy poderoso, oculto y no conocido es el creador de todo el universo, Él sólo es el que puede consolarme en mi aflicción y socorrerme en tan grande angustia como mi corazón siente; a Él quiero por mi ayudador y amparo”.

Nezahualcoyotl, Rey de Texcoco, escrito alrededor de 60 años antes de la Conquista de la Nueva España.

Fuente: Nezahualcóyotl, vida y obra (J.L. Martínez, Fondo de Cultura Económica).

CRIATURA QUE NO VENDRÁS A NUESTRO SUELO ARGENTINO (Poesía y además un importante mensaje en video)

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CRIATURA QUE NO VENDRÁS

*Por Juan Luís Gallardo*

Criatura que no vendrás a nuestro suelo argentino
si el Parlamento aprobara cierto proyecto asesino.

Criatura que no entrarás a la fiesta de la vida
si dieran fuerza de ley a una reforma homicida,
por la cual te negarán la deslumbrante experiencia
de correr esa aventura que supone la existencia.

Aventura extraordinaria prolongada de tal suerte
que se extiende para siempre hasta después de la muerte.

Aventura que involucra la gran posibilidad
de alcanzar poniendo esfuerzo la eterna felicidad.

Como trágica expresión de un mundo que se derrumba
el vientre de una mujer se transformaría en tu tumba.

Criatura, ¿será posible que te nieguen disfrutar
de la cálida alegría que florece en un hogar?

Que no puedas admirar la figura de tu padre
ni contar con el amparo que siempre brindó una madre.

Que no te dejen jugar, ni concurrir a la escuela,
ni empezar a conocer tu nutrida parentela.

Que te priven de ir al templo y de amar a tu bandera,
de tu manera de ser y de tu cita primera.

De formar una familia, de seguir tu vocación,
de recibir a los hijos que sean fruto de tu unión.

De sentir el apretón de la mano de un amigo
que ya sepa que en las malas se puede contar contigo.

De recorrer el camino con el ritmo de tu paso
desde el principio hasta el fin, desde el alba hasta el ocaso.

De agradecer el comienzo y el fin de cada jornada.
De valorar el ejemplo de cada persona honrada.

De asombrarte contemplando el discurrir de los astros
y la armonía de paisajes donde Dios dejó su rastro.

Te quieren arrebatar la esperanza de vivir.
Roguemos que no consigan su propósito cumplir.

Criatura que no vendrás a nuestro suelo argentino
si el Parlamento aprobara cierto proyecto asesino.

CONSEJO DEL PADRE PÍO

CARTA DEL CARDENAL SARTO SOBRE LA CUARESMA

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Teniendo como deber, por exigencias de mi ministerio apostólico, exhortar a todos a observar puntualmente el cumplimiento de la Santa Cuaresma, y de esta forma estar en actitud digna de recibir a Jesucristo en la solemnidad pascual, se abren mis labios espontáneamente con esas palabras con las que la Santa Liturgia inicia este tiempo de retiro, de ayuno y de oración.

“Transcurrido el pasado tiempo en medio de la somnolencia y de una detestable indiferencia y ociosidad, levantémonos con presteza de nuestro sueño y cubrámonos de ceniza, puesto el cilicio y con ayunos y llantos invoquemos al Señor; haciendo penitencia para enmendarnos del mal que por ignorancia o malicia hayamos cometido”.

Mas si esta exhortación al ayuno, al cilicio y a la penitencia supusiese demasiado para el espíritu mundano, entremos, no obstante, en el espíritu de la Iglesia que como Madre benigna, y con el deseo de adaptarse a la fragilidad de sus hijos, ha mitigado todas estas prácticas santas, por lo cual no puedo dejar de traer aquí las palabras de San Pedro dirigidas a los cristianos de su tiempo: “Sed sobrios y vigilad, porque vuestro adversario, el diablo, da vueltas a vuestro alrededor, como león rugiente, buscando a quién devorar: resistidle fuertes en la Fe” (IP 5, 8-9); y sin ninguna duda, si practican estos santos consejos, la Santa Cuaresma será un tiempo aceptable, será el tiempo de la salvación.

Necesidad de la Penitencia

La recta razón y la Fe nos manifiestan conjuntamente esta verdad: fue precisamente en el momento en que se rompió la amistad con Dios en el Paraíso terrenal, cuando se suscitó dentro de nosotros la concupiscencia, incentivo y alimento de las más escondidas pasiones, germen de los vicios y causa fatal de la guerra entablada entre la carne y el espíritu, la cual con magistrales trazos y elocuentes palabras, fue descrita por San Pablo de la forma siguiente: “Me complazco en la Ley de Dios según el hombre interior: mas llevo otra ley en mis miembros opuesta a la ley del espíritu, que me hace esclavo de la ley del pecado, y esta ley está impresa en mis miembros. ¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”

El único remedio para obtener esta liberación es combatir en nosotros esa raíz que es la causa principal de nuestros vicios y de nuestras pasiones, y como nuestro gran enemigo es el cuerpo, habrá que esforzarse en humillarlo para reconducirlo a su verdadero fin, dada la carga de pereza que lleva consigo, y mediante esta humillación se adquirirá una vida más vigorosa en perfecta armonía con el espíritu.

Templanza corporal.

¿Cómo podrá llevarse a cabo este prodigio? Por el amor cristiano y la virtud de la penitencia, la abnegación del propio yo, el abandono del mundo, las mortificaciones y la cruz. Para todos aquellos cristianos que no tienen el valor de imponerse otros sacrificios, se tornan necesarias aquellas virtudes prácticas ya en los círculos paganos, pero conocidas solamente desde un punto de vista natural, tales como la templanza que regula el uso de las cosas puestas a nuestro servicio y que afectan nuestros sentidos, sin quedar prohibido el placer, pero limitándolo a ponerlo en conformidad con la razón y la santa ley de Dios. Virtudes que en la Sagrada Escritura vienen plasmadas en la abstinencia que modera el uso de los alimentos; la sobriedad que nos aleja del exceso en el consumo de bebidas alcohólicas; la castidad que lleva a sus justos términos, dentro del deber, la inclinación carnal; el pudor que nos defiende contra todo aquello capaz de dañar la pureza; la humildad que nos hace que otorguemos a Dios todo el bien que podamos hacer; y la dulzura, que mantiene el alma serena en la tranquilidad. Todas estas virtudes, elevadas así al rango de su verdadera dignidad, deben ser practicadas.

Entiéndase bien que cuando recomendamos la templanza no exhortamos a que se deje el mundo alejándose del propio hogar, solamente queremos decir que, permaneciendo en el mundo, no sigan, sin embargo, sus preceptos, opuestos a una vida santa, ni practiquen sus obras, sino que dentro del mundo vivan con un cristiano distanciamiento.

Tampoco quiero decir que maceren con austeridad sus cuerpos, sino que procediendo en toda obra con la necesaria virtud, mortifiquen las pasiones de tal manera que rindan un buen servicio al espíritu en lugar de oprimirlo y acallarlo. Tampoco deseo exhortar a que ayunen durante un número de días superior a lo ya establecido, sino que observen un ayuno discreto, el prescrito por la Santa Iglesia, que conoce bien la fragilidad de sus hijos: ayuno que desde la época antigua no nos recuerda sino que debemos sentirnos confundidos y humillados.

Templanza espiritual.

Dado que el hombre está compuesto de cuerpo y de espíritu, conviene añadir a la templanza de tipo corporal la templanza espiritual, la cual es más y más larga y penosa en la medida que resulta indispensable para resistir a ciertos impulsos, cortar ciertos afectos o poner orden en determinadas inclinaciones.

La templanza mesura el uso de las cosas de la tierra, nos pone en guardia en cuanto a la vestimenta, amor de los placeres, el deseo de conocer y saberlo todo, en guardia respecto a espectáculos, amistades, modas y demás aspectos de la vida. No concuerda bien con la templanza el espíritu de impaciencia que trae consigo la discordia, e igualmente si existe rechazo hacia una determinada persona, con la templanza este espíritu se cambia en una actitud de dulzura, de amor, de buena voluntad, decidiéndose a actuar con corazón sincero y generoso. Con la templanza se llega a desarraigar también cualquier afecto desordenado, como el que a veces ciertos padres sienten por sus hijos, queriendo poseerlos exclusivamente; desarraigar también los conatos de envidia por los que no llegamos a tolerar a los demás, situando nuestro bien en el mal ajeno: desarraigar nuestro orgullo que domina tal vez nuestros pensamientos, haciendo inflexibles nuestras decisiones, no pudiendo tolerar cualquier consejo o aviso por parte de los otros. La templanza siempre está vigilante para hacer valer la ley, las formas y las buenas maneras en todos los arranques de nuestro corazón, no permitiendo ir más allá de los límites de la razón y de la Fe.

El camino y el medio más seguro para que no nos dominen las pasiones es el de conservar la templanza y no dejarnos sorprender; y así nos lo recomienda el Apóstol cuando nos dice que vigilemos frente al enemigo: “vigilad porque el diablo, vuestro adversario, da vueltas en torno vuestro buscando a quién devorar”. Y démonos cuenta que, cuanto abarca nuestra mirada, todo puede ser nuestro enemigo: nuestra propia casa y nuestra propia persona, lo más cercano a nosotros puede ser nuestro adversario más encarnizado, alimentando nuestras pasiones y deseos, y por eso nuestra propia carne es la que con más furor nos asalta, sin tregua, existiendo hasta la muerte esa enemistad entre ella y el espíritu.

Amadísimos hijos, estad vigilantes para que no seáis presa de las sugestiones de la carne que se lamenta de su propia impotencia para guardar la práctica del ayuno y de la abstinencia, y por lo tanto no olvidéis que un cuerpo demasiado bien alimentado es enemigo de lo espiritual.

Cuidad vuestra mirada ya que por lo ojos entran las funestas imaginaciones en la mente y los afectos perversos invaden el corazón. Preservad los oídos ya que a través de ellos el espíritu puede verse atrapado en sugestiones maliciosas. Igualmente mucha atención con la lengua, porque aquel que habla mucho no estará exento de culpa; y de forma especial tengamos sumo cuidado con nuestro enemigo más recalcitrante, el amor propio, que finge, seduce y engaña, valiéndose de mil maneras para no ser reconocido.

No olvidemos que una simple antipatía –así nos parece– que sentimos por algunos de nuestros hermanos, puede convertirse sin pasar mucho tiempo en una abierta enemistad. Si se siente una inclinación especial hacia una determinada persona, afecto inocente por otra parte, no bajemos la guardia, pues en caso contrario se verá afectada la castidad, y tanto en el trato como en las expresiones seamos puros y moderados. En cuanto a los bienes materiales guardémoslos como conviene pero estando muy atentos a que este cuidado no acabe en una dañina avaricia. Aunque se afirme que ciertos espectáculos y lecturas no son peligrosos, conviene recordar que la serpiente maligna permanece oculta, e incluso en las flores y en el aire que se respira puede haber un veneno mortal.

No olvidemos nunca que nuestro adversario, que se esconde para atacarnos, no nos presenta, desde el primer momento, el mal, sino que después de mostrarnos algún bien, nos lleva poco a poco a un espíritu de tibieza en el servicio divino y tras esto nos hunde en la disipación y la ruina o apatía.

Firmeza en la verdad.

Si existe un tiempo en el cual debemos estar vigilantes de una forma especial es el de nuestros días, pues el mundo, con espíritu diabólico, favorece y ayuda a los perversos planes, sobre todo dirigidos contra la Iglesia, con el fin de provocar sentimientos antirreligiosos, y así disminuir el prestigio y la reputación respecto a los hombres que la gobiernan, haciendo resaltar todos los defectos, en todos los grados de la jerarquía, por lo cual concluimos con el Apóstol: resistid fuertes en la fe. Permaneced firmes en la verdad que se encuentra substancialmente en Jesucristo, a quien Dios Padre ha constituido piedra angular en la edificación de la nueva Jerusalén, la Iglesia Católica, y todo aquel que tenga en Él cimentada su Fe no será confundido. Fuente de gracia para los que son fieles, esta piedra misteriosa se convierte sin embargo en piedra de escándalo y de ruina para todos los que pretenden edificar sin ponerla como base en sus sistemas.

Estad alertas, queridísimos hijos, y mantened viva la Fe; guardaos de sus enemigos declarados, que han dejado arrinconado en el pasado el carácter secreto de sus conciliábulos, y ahora, con banderas desplegadas, se esfuerzan por arrebatar al pueblo su joya más valiosa: La Fe; y esto, con sutiles artimañas intentan socavar la autoridad de la Iglesia y de sus ministros, denunciándolos como perturbadores, blanco de todas las sospechas y extremistas, hasta tal punto que no pocos católicos, ingenuos o hipócritas, acaban por admitir todas estas cosas, y creen eso cuando les dicen que no se combate a la religión, sino que únicamente se quiere liberarla de los abusos que se han introducido, separar la Religión y la política; no se quiere perseguir a la Iglesia, pero hay que saber –dicen ellos- que no se puede actuar rectamente si se desconoce el espíritu de los tiempos. Deseamos el bien de los pueblos, afirman, para lo cual nos empeñamos en la paz de todas las naciones.

Resistid fuertes en la fe, decimos de aquellos cristianos que conociendo sólo superficialmente la ciencia de la Religión, y practicándola menos, pretenden erigirse en maestros de la Iglesia afirmando que deben adaptarse a las exigencias de los tiempos, sacrificando para ellos algún punto de la integridad de sus santas leyes; que (erróneamente afirman que) el derecho público de la cristiandad debe mostrarse sumiso frente a los grandes Principios de la era moderna, y manifestar esta sumisión ante el nuevo vencedor; incluso la moral evangélica, demasiado severa, debe adaptarse a estas nuevas normas más complacientes y acomodaticias. Finalmente, (también sostienen falsamente que) la disciplina eclesiástica debe prescindir de sus prescripciones, que resultan molestas a la naturaleza humana, para abrir paso al progreso de la ley en la libertad y amor.

Resistid fuertes en la fe, contra todos aquellos que pretenden dirigir y guiar a la Iglesia en provecho de sus propios intereses y decisiones, juzgando sus enseñanzas e impidiendo sus censuras y condenas; todo esto constituye un pecado enorme de soberbia, y para no ser víctimas de su gran castigo, tengamos el valor de luchar en nuestra sociedad contra todos estos enemigos, descubriendo la malicia de sus ideas perniciosas y haciendo frente al terror de sus maquinaciones o desafiando sus ironías o insultos.

Resistid fuertes en la fe, especialmente los que se glorían en verdad del nombre de católicos, sobre todo para no dejarse seducir por los falsos apóstoles que, como Satanás, se disfrazan de ángeles de luz, y fingen lamentos, temores e inquietudes por los males de la Iglesia y por los peligros por los que atraviesa, y en virtud de una caridad fingida y con un corazón hipócrita, aceptan las máximas que poco a poco llevan a la Iglesia a una situación de enfermedad y de males mortales. Aunque es cierto que ciertos triunfos de la moderna iniquidad pueden escandalizarnos y poner a prueba nuestra fe en la Providencia, sin embargo, la fuerza misma de los acontecimientos va serenando la inquietud de la Fe. Las Sagradas Escrituras nos advierten así: “¡Ay de los que al mal llaman bien, que de la luz hacen tinieblas y de las tinieblas luz, y dan lo amargo por lo dulce y lo dulce por lo amargo!¡Ay de los que son sabios a sus ojos, y son prudentes delante de sí mismos! ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y fuertes para mezclar licores; de los que por cohecho dan justo al impío y quitan al justo su justicia!” Y en otro pasaje dice: “¡Ay de ti, Asur, vara de mi cólera, bastón de mi furor! Yo le mandé con una gente impía, le envié contra el pueblo objeto de mi furor, para que saquease e hiciera de él su botín, y le pisase como se pisa el polvo de las calles, pero él no tuvo los mismos designios, no eran éstos los pensamientos de su corazón, su deseo era desarraigar, exterminar pueblos en gran número”.

¡Cómo los acontecimientos que contemplamos en la Iglesia se ven iluminados con estos pasajes! Meditémoslos, queridísimos hijos, y aceptemos todo lo que sucede como una prueba y una expiación; convirtámonos al Señor y respondamos con prontitud a la paternal llamada de su misericordia. Que estos días de la Santa Cuaresma sean para nosotros días de propiciación y así nos encontremos algo más dignos para celebrar con Nuestro Señor Jesucristo la gloriosa Pascua de Resurrección.

Cardenal Giuseppe Sarto,
Carta fechada el 17 de febrero de 1895, siendo entonces Patriarca de Venecia y venerado hoy en todo el orbe católico como San Pío X, Papa.



"¿POR QUÉ NOS OBSTINAMOS EN COMULGAR DE PIE Y EN LA MANO?": CARDENAL SARAH

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  • "Son ultrajes también las Comuniones sacrílegas, recibidas no estando en gracia de Dios o no profesando la fe católica (me refiero a ciertas formas de la llamada ‘intercomunión’)", señaló el purpurado.


La Nuova Bussola Quotidiana ha publicado algunos pasajes del prólogo al libro de don Federico Bortoli, ‘La distribución de la comunión en la mano. Perfiles históricos, jurídicos y pastorales’, escrito por el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el cardenal Robert Sarah:

La Providencia, que dispone con sabiduría y suavidad todas las cosas, nos ofrece la lectura del libro La distribuzione della Comunione sulla mano (La distribución de la Comunión en la mano) de don Federico Bortoli, precisamente después de haber celebrado el centenario de las apariciones de Fátima. Antes de la aparición de la Virgen María, en la primavera de 1916, el Ángel de la Paz apareció a Lucía, Jacinta y Francisco, y les dijo: «No tengáis miedo, soy el Ángel de la Paz. Rezad conmigo». […] En la primavera de 1916, en la tercera aparición del Ángel, los niños se dieron cuenta que el Ángel, siempre el mismo, tenía en su mano izquierda el cáliz, en el que estaba suspendida una hostia. […] Dio la Santa Hostia a Lucía y la Sangre del cáliz a Jacinta y Francisco, que permanecieron de rodillas, mientras decía: «Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios». El Ángel se postró nuevamente en tierra repitiendo con Lucía, Jacinta y Francisco de nuevo, tres veces, la misma oración.

El Ángel de la Paz, por lo tanto, nos indica cómo debemos comulgar el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. La oración de reparación dictada por el Ángel, sin embargo, no es para nada obsoleta. Pero, ¿cuáles son los ultrajes que Jesús recibe en la Hostia Santa, que es necesario reparar? En primer lugar, son los ultrajes contra el propio Sacramento: las horribles profanaciones de las que han dado noticia algunos exsatanistas conversos, cuya descripción es espeluznante; ultrajes son también las Comuniones sacrílegas, recibidas no estando en gracia de Dios o no profesando la fe católica (me refiero a ciertas formas de la llamada ‘intercomunión’). En segundo lugar, constituye un ultraje a Nuestro Señor todo lo que podría impedir lo provechoso del Sacramento, sobre todo los errores sembrados en las mentes de los fieles para que ya no crean en la Eucaristía. Las terribles profanaciones que se desarrollan en las llamadas «misas negras» no hieren directamente a Aquél que es ultrajado en la Hostia, terminando sólo sobre los accidentes del pan y del vino.

Ciertamente, Jesús sufre por las almas de los profanadores, por los cuales ha derramado esa Sangre que ellos, de forma tan miserable y cruel, desprecian. Pero Jesús sufre más cuando el extraordinario don de su Presencia eucarística divino-humana no puede conseguir los efectos potenciales en las almas de los creyentes. Entonces se comprende cómo el ataque diabólico más insidioso consiste en intentar apagar la fe en la Eucaristía, sembrando errores y favoreciendo un modo no conveniente de recibirla; verdaderamente, la guerra entre Miguel y sus Ángeles por una parte, y Lucifer por la otra, sigue en el corazón de los fieles: el objetivo de Satanás es el Sacrificio de la Misa y la Presencia de Jesús en la Hostia consagrada. Este intento de robo sigue a su vez dos vías: la primera es la reducción del concepto de «presencia real». Muchos teólogos no cesan de escarnecer o desdeñar –a pesar de los continuos llamamientos del Magisterio– el término «transubstanciación». […]

Veamos ahora cómo la fe en la presencia real puede influir sobre el modo de recibir la Comunión, y viceversa. Recibir la Comunión en la mano implica, sin duda alguna, una gran dispersión de fragmentos; al contrario, la atención a las más pequeñas migas, el cuidado en purificar los vasos sagrados, no tocar la Hostia con las manos sudadas, se convierten en profesiones de fe en la presencia real de Jesús, también en las partes más pequeñas de las especies consagradas: si Jesús es la sustancia del Pan Eucarístico y si las dimensiones de los fragmentos son accidentes sólo del pan, ¡poco importa cuán grande o pequeño sea un trozo de Hostia! ¡La sustancia es la misma! ¡Es Él! Al contrario, la desatención a los fragmentos hace perder de vista el dogma: lentamente podría prevalecer el pensamiento: «Si tampoco el párroco presta atención a los fragmentos, si administra la Comunión de modo que los fragmentos puedan dispersarse, entonces quiere decir que en ellos no está Jesús, o bien está hasta un cierto punto».



El segundo punto sobre el que se desarrolla el ataque contra la Eucaristía es el intento de eliminar el sentido de lo sagrado del corazón de los fieles. […] Mientras el término «transubstanciación» nos indica la realidad de la presencia, el sentido de lo sagrado nos hace entrever su absoluta peculiaridad y santidad. ¡Qué desgracia sería perder el sentido de lo sagrado precisamente en lo que es más sagrado! ¿Cómo es posible? Recibiendo el alimento especial del mismo modo que recibimos el alimento ordinario. […]

La liturgia está hecha de muchos pequeños ritos y gestos, cada uno de los cuales es capaz de expresar estas actitudes cargadas de amor, de respeto filial y de adoración hacia Dios. Precisamente por esto es oportuno promover la belleza, la propiedad y el valor pastoral de una práctica desarrollada durante la larga vida y tradición de la Iglesia, es decir, el acto de recibir la Santa Comunión en la lengua y de rodillas. La grandeza y la nobleza del hombre, como también la más alta expresión de su amor hacia su Creador, consisten en ponerse de rodillas ante Dios. El propio Jesús rezó de rodillas en presencia del Padre. […]

¿Por qué somos tan orgullosos e insensibles a los signos que Dios nos ofrece para nuestro crecimiento espiritual y nuestra íntima relación con Él? ¿Por qué no nos arrodillamos para recibir la Santa Comunión siguiendo el ejemplo de los santos? ¿Es verdaderamente tan humillante postrarse y estar de rodillas ante el Señor Jesucristo? Y, sin embargo, Él «siendo de condición divina, […] se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Fil 2, 6-8). […]

¿Por qué nos obstinamos en comulgar de pie y en la mano?¿Por qué esta actitud de falta de sumisión a los signos de Dios? Que ningún sacerdote pretenda imponer la propia voluntad sobre esta cuestión, rechazando o maltratando a quienes desean recibir la Comunión de rodillas y en la lengua: vayamos como niños y recibamos humildemente de rodillas y sobre la lengua el Cuerpo de Cristo. Los santos nos dan su ejemplo. ¡Son los modelos que Dios nos ofrece para que los imitemos!

Pero, ¿cómo se ha convertido en algo tan común la praxis de recibir la Eucaristía en la mano? La respuesta nos la da, apoyada por una documentación hasta ahora inédita, extraordinaria por calidad y cantidad, don Bortoli. Se ha tratado de un proceso para nada claro, una transición de lo que concedía la instrucción Memoriale Domini al modo ahora tan difundido. […] Por desgracia, como en lo que atañe a la lengua latina o a una reforma litúrgica que debería haber sido homogénea con los ritos precedentes, una concesión particular se ha convertido en la ganzúa para forzar y vaciar la caja fuerte de los tesoros litúrgicos de la Iglesia. El Señor conduce al justo por «vías rectas» (cfr. Sab 10, 10), no por subterfugios; por lo tanto, además de las motivaciones ideológicas indicadas más arriba, también el modo con el que se difundió la praxis de la Comunión en la mano parece haberse impuesto no según los caminos de Dios. […]

En mi opinión y según mi juicio, ésta es una cuestión importante sobre la que la Iglesia de hoy debe reflexionar. Es un ulterior acto de adoración y de amor que cada uno de nosotros puede ofrecer a Jesucristo. Me causa verdadero placer ver a tantos jóvenes que eligen recibir a Nuestro Señor de manera tan reverente de rodillas y en la lengua. Que el trabajo de don Bortoli pueda favorecer un replanteamiento general sobre el modo de distribuir la Santa Comunión; como decía al inicio de este prólogo, acabamos de celebrar el centenario de Fátima y estamos animados por el triunfo seguro del Corazón Inmaculado de María: entonces triunfará también la verdad sobre la liturgia.




(Artículo publicado originalmente por La Nuova Bussola Quotidiana. Traducción de Helena Faccia Serrano para InfoVaticana)

VER TAMBIÉN (MUY RECOMENDABLE): VIDEO ACERCA DE LA COMUNIÓN EN LA MANO: "JESÚS ESTÁ EN EL SUELO" Y ARGUMENTOS PARA RECHAZAR DEFINITIVAMENTE ESTA PRÁCTICA

PECADOR CONTEMPLA (video sobre una antigua canción castellana del siglo XVII)

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Hace siete años publicamos esteposty creemos conveniente volverlo a poner en nuestro blog en esta época de Cuaresma. Será de gran provecho meditar en él.

¿Qué nos espera al final? En el siglo XVII lo tenían bastante claro, pero hoy muchos necios no meditan en esto ya. Escucha con atención la letra y reflexiona en ella: ante la Justicia perfecta de Dios no valdrán falsos pretextos.
Excelente interpretación de Joaquín Díaz.



PECADOR CONTEMPLA

Pecador contempla / el día final
en que han de dar cuenta / los
hijos de Adán.
En un verde valle
que es de Josefat
envuelto en pavesas
el mundo verás.

Acabado el mundo
debes contemplar
que el cuerpo y el alma
su unión buscarán.

Llamará Dios a Juicio
a todo racional
para que den cuenta
del modo de obrar.

Dime, pecador
si en gracia no estás
cuando Dios te llame
a su tribunal.

Tu seno de culpas
allí se verá
y aun las más ocultas patentes
serán.

Tu ángel de la guarda
allí te acusará
y María Santísima
no te amparará*.

Allí el Juez severo
gran cargo te hará
de tu mala vida
tú responderás.

No habrá allí disculpas
ni se admitirán
descargos a nadie
de su mal obrar.

Dime, miserable,
¿de quién te valdrás
si allí al más justo
temblar le verás?

Llorad vuestras faltas
gemid y clamad
que si grave es la culpa
el infierno es más.

Es píldora amarga
dorado disfraz
que se vende azúcar
siendo rejalgar**.

Es serpiente astuta
dragón infernal
basilisco que mata
con solo mirar.


*Pues ya ha pasado el tiempo del perdón y el arrepentimiento y procede sólo el de la justicia.
** Rejalgar = Combinación muy venenosa de arsénico y azufre (mineral).

SENTIDO COMÚN Y CIENCIA

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Un manifestante a favor de la vida con mucho sentido común.

"A quienes desean abortar les digo: digan que ese niño les molesta y que prefieren matarlo, pero digan la verdad (es decir, reconozcan que son asesinos de un ser humano inocente). Ese niño no es una amalgama de células... Nuestra sociedad esquizofrénica utiliza el aborto como falso remedio para los fracasos de la anticoncepción, pero aún sigue vigente la verdad elemental de la genética moderna: en el principio hay un mensaje y este mensaje es la vida, verdad a la que adhiere el médico genetista más materialista que pueda existir, porque sabemos con certeza absoluta que toda la información que definirá a un individuo, y dictará su completo desarrollo y conducta ulterior, ya está escrita en la primera de las células. Y lo sabemos con certeza indubitable... Y si alguien dijera que dos o tres días después de la fecundación sólo hay un pequeño amasijo de células, le responderé: al principio es una sola célula, pero esa sola célula por increíble que parezca, da órdenes al organismo de su madre. Y ese minúsculo embrión, que crece con autonomía e independencia de su madre, al séptimo día, con tan sólo un milímetro y medio, toma el mando de las operaciones". 


Cita de Jérôme Lejeune (1926-1994. Genetista francés. Padre de la genética moderna y descubridor del síndrome de Down).

EL ERROR NO TIENE DERECHOS


ARGUMENTACIÓN INCUESTIONABLE DEL CARDENAL FRANCIS ARINZE

JUAN MANUEL DE PRADA DIXIT

¿TE QUEDA CLARO O TE LO EXPLICO CON MANZANITAS?

RECORDATORIO DE ORACIÓN DE LOS DÍA TRECE DE CADA MES

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Cada día trece de mes, fecha de las apariciones de la Virgen en Fátima, los lectores y editores de este sitio rezaremos cinco minutos y pediremos por estas intenciones:

1) Por las peticiones particulares así como por las necesidades espirituales y materiales de todos y cada uno de los lectores de CATOLICIDAD.

2) Por el fin del proceso de "autodemolición" en la Iglesia Católica.

3) Por la intención de que, tal como lo pidió la Virgen en Fátima, el Papa finalmente consagre Rusia al Inmaculado Corazón de María y pida la conversión de ese país al catolicismo, nombrando -para ello- a esta nación de manera explícita, en unión con todo el episcopado mundial.

4) Por la reparación a Dios de nuestros pecados y por la de todas las ofensas que recibe, particularmente por las blasfemias que se profieren o los sacrilegios que se realizan.

5) Por la conversión de los pecadores, especialmente los más necesitados de la misericordia divina.

6) Por que se multipliquen las vocaciones sacerdotales y los sacerdotes vivan una vida de santidad conforme al Corazón de Cristo.

7) Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María y la implantación del Reinado Social de Cristo en nuestras naciones.

8) Por la paz mundial, no como la da el mundo sino como la da N.S. Jesucristo y por el triunfo de la vida en las legislaciones.

9) Por la salvación propia y la de nuestros familiares, amigos y conocidos.

10) Por todas las necesidades de la Iglesia.

Bastará rezar:

-Un Señor mío Jesucristo: 
  • "Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa de todo corazón haber pecado, porque he merecido el infierno y perdido el cielo, y sobre todo, porque te ofendí a ti, que eres bondad infinita, a quien amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con tu gracia, enmendarme y alejarme de las ocasiones de pecar, confesarme y cumplir la penitencia. Confío me perdonarás por tu infinita misericordia. Amén."
-Un Padre Nuestro
-Tres Aves Marías pidiendo que la Virgen nos preserve del pecado mortal durante las tentaciones (ver AQUÍ).
 -Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.
(Nota:  Todo católico debe saber de memoria las oraciones anteriores, al igual que el Credo. Si alguien no las sabe, puede aprenderlas haciendo click AQUÍ)
-La oración de la Virgen de Fátima: 
  •  "Oh Jesús mío, perdónanos y líbranos del fuego de infierno, lleva al Cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu misericordia".
-Finalizando así: 
  • "Señor: te pedimos por todas las necesidades de la Iglesia, por la Consagración de Rusia tal como se pidió en Fátima, por el triunfo del Inmaculado Corazón de tu dulcísima Madre, por la implantación de tu Reinado Social y de tu Paz en nuestras naciones, por la santidad de los sacerdotes y por el aumento de las vocaciones sacerdotales, así como por el triunfo de la vida y la familia en nuestras legislaciones. Te ofrecemos nuestra vida entera en reparación de los pecados propios y de las ofensas que se hacen a tu sacratísimo nombre, así como por los graves sacrilegios que se realizan en todo el mundo. Finalmente ponemos en tus manos, por intercesión de la Santísima Virgen María, todas las necesidades espirituales y materiales, tanto propias como las de nuestros familiares, amigos y conocidos, y las de nuestros hermanos lectores y editores del blog CATOLICIDAD.
  • -Santísima Virgen María, encomiendo a tu Inmaculado Corazón a toda la familia mía.
  • -Inmaculado Corazón de María, sed la salvación del alma mía.
  • -Santísima Virgen de Guadalupe, salva nuestra Patria, conserva nuestra fe y defiéndenos de los falsos pastores.
  • -San Miguel Arcángel, ampáranos de las asechanzas del demonio.
  • -San Pío V, ruega por nosotros. Amén".

SEAMOS FIELES AL LEGADO RECIBIDO

UNA ORACIÓN POR HAWKING Y UNA VISIÓN CRÍTICA SOBRE SU TEORÍA SOBRE EL ORIGEN DEL UNIVERSO

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Por cierto, no fue él quien primero postuló la teoría del Big Bang, como han dicho algunos medios, sino el SACERDOTE CATÓLICO belga Georges Lemaître (1894 - 1966), que además también era astrofísico y cosmólogo. El P. Lemaître elaboró la hipótesis de que toda la materia del universo en el momento del origen estaba concentrada en un átomo primordial, un punto de elevadísima densidad cuya explosión habría determinado el comienzo de la expansión y la creación de la materia.


Lemaître y Einstein

A continuación un interesantísimo análisis crítico sobre la teoría del universo de Hawking, realizada por el reconocido sacerdote-astrofísico Manuel María Carreira Vérez, S.J. (Valdoviño, España; 1931), quien además es teólogo y filósofo. Es​ miembro del Observatorio Vaticano, a cuya junta directiva perteneció durante quince años.​ Ha sido asesor y colaborador en varios proyectos de la NASA y durante más de treinta años ha impartido clases de Astronomía en distintas universidades como la John Carroll University o la de Washington o  la de Cleveland y de Filosofía de la Naturaleza en la Universidad de Comillas. Ha escrito obras como Metafísica de la Materia.



¿JIRÁFOBOS?


MADRE DE LOS PECADORES

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"La misma piadosísima Virgen aseguró a Santa Brígida [Lib. 4, c. 138] que no sólo es Madre de los inocentes y justos, sino también de los pecadores, con tal de que propongan enmendarse."

San Alfonso María de Ligorio, 'Las Glorias de María', capítulo 1.

EN ARGENTINA SE REALIZARÁ LA 2a. GRAN MARCHA POR LA VIDA EL 25 DE MARZO

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Nuestros hermanos argentinos nos solicitan promocionar estas marchas en defensa de la vida:




ARGENTINA DEFIENDE LA VIDA
2da. MARCHA POR LA VIDA

25 DE MARZO 2018
Las Marchas se realizarán en:

1) BUENOS AIRES Capital (CABA)
- Desde Plaza Italia.
- 15 hs.

2) CHACO: RESISTENCIA
- Desde: El mástil Mayor
- 17 hs.

3) CÓRDOBA
- Desde Colon y Gral paz hasta plaza Vélez Sarsfield
-17 hs.

4) CHUBUT: PUERTO MADRYN
- Desde Plaza San Martín
-17 hs

5) CHUBUT: ESQUEL
- Plaza San Martín
- 17 hs.

6) ENTRE RIOS: PARANA
- 18 HS
- Lugar: Plaza de las Colectividades (Costanera)

7) FORMOSA (CAPITAL)
- Desde Plaza San Martín
- 18 hs.

8) FORMOSA (CLORINDA)
- Desde Plaza de Madres
- 18 hs.

9) LA PAMPA
- Desde Plaza San Martìn
- 17 hs.

10) MAR DEL PLATA
- Desde San Martín e Hipólito Irigoyen
- 17 hs.

11) MENDOZA Ciudad
- Marcha y caravana concentración San Martín y peatonal
Sarmiento
- 18 hs

12) MALARGUE (MENDOZA)
- Desde El Reloj hasta plaza san Martin
- 18 hs

13) GRAL. ALVEAR (MENDOZA)
- Desde Granaderos y Av. Libertador Sur
- 17.30 hs.

14) SAN RAFAEL (MENDOZA)
- Desde Plaza Francia
- 19.30 hs.

15) TUPUNGATO (MENDOZA)
-Desde Plazoleta Departamental
-17 HS

16) SAN MARTIN (MENDOZA)
- Desde La Municipalidad
- 16 hs.

17) RIO NEGRO: BARILOCHE
- Lugar: Centro Cívico
- 17 hs

18) ROSARIO
- Concentración: Plaza 25 de Mayo
- 17 hs

19) SANTIAGO DEL ESTERO
- Desde: Plaza Libertad
- 18 hs

20) SUNCHO CORRAL (STGO. DEL ESTERO)
- Desde: Gruta Ntra. Sra. de la Dulce Espera
- 18,30 hs.

21) SAN LUIS
- A designar

22) TUCUMAN
- Lugar: Rotonda del Corte (Yerba Buena)
- 15 hs.

23) CATAMARCA
- Desde Santamarina y y Maipú
- 17,30 hs.

24) RÍO CUARTO
- Desde Plaza Roca
- 12,30 hs.

25) TANDIL
- Desde Santamarina y Maipú
- 17 hs

26) NEUQUÉN
- Desde El Monumento
- 16 hs

Faltan algunas ciudades que están terminando de ultimar detalles.
¡JUGATE POR LA VIDA!


QUAMQUAM PLURIES DE S.S. LEÓN XIII, SOBRE LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ

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A nuestros Venerables Hermanos los Patriarcas, Primados, Arzobispos
y otros Ordinarios, en paz y unión con la Sede Apostólica.

1. Aunque muchas veces antes Nos hemos dispuesto que se ofrezcan oraciones especiales en el mundo entero, para que las intenciones del Catolicismo puedan ser insistentemente encomendadas a Dios, nadie considerará como motivo de sorpresa que Nos consideremos el momento presente como oportuno para inculcar nuevamente el mismo deber. Durante periodos de tensión y de prueba —sobre todo cuando parece en los hechos que toda ausencia de ley es permitida a los poderes de la oscuridad— ha sido costumbre en la Iglesia suplicar con especial fervor y perseverancia a Dios, su autor y protector, recurriendo a la intercesión de los santos —y sobre todo de la Santísima Virgen María, Madre de Dios— cuya tutela ha sido siempre muy eficaz. El fruto de esas piadosas oraciones y de la confianza puesta en la bondad divina, ha sido siempre, tarde o temprano, hecha patente. Ahora, Venerables Hermanos, ustedes conocen los tiempos en los que vivimos; son poco menos deplorables para la religión cristiana que los peores días, que en el pasado estuvieron llenos de miseria para la Iglesia. Vemos la fe, raíz de todas las virtudes cristianas, disminuir en muchas almas; vemos la caridad enfriarse; la joven generación diariamente con costumbres y puntos de vista más depravados; la Iglesia de Jesucristo atacada por todo flanco abiertamente o con astucia; una implacable guerra contra el Soberano Pontífice; y los fundamentos mismos de la religión socavados con una osadía que crece diariamente en intensidad. Estas cosas son, en efecto, tan notorias que no hace falta que nos extendamos acerca de las profundidades en las que se ha hundido la sociedad contemporánea, o acerca de los proyectos que hoy agitan las mentes de los hombres. Ante circunstancias tan infaustas y problemáticas, los remedios humanos son insuficientes, y se hace necesario, como único recurso, suplicar la asistencia del poder divino.

2. Este es el motivo por el que Nos hemos considerado necesario dirigirnos al pueblo cristiano y exhortarlo a implorar, con mayor celo y constancia, el auxilio de Dios Todopoderoso. Estando próximos al mes de octubre, que hemos consagrado a la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, Nos exhortamos encarecidamente a los fieles a que participen de las actividades de este mes, si es posible, con aún mayor piedad y constancia que hasta ahora. Sabemos que tenemos una ayuda segura en la maternal bondad de la Virgen, y estamos seguros de que jamás pondremos en vano nuestra confianza en ella. Si, en innumerables ocasiones, ella ha mostrado su poder en auxilio del mundo cristiano, ¿por qué habríamos de dudar de que ahora renueve la asistencia de su poder y favor, si en todas partes se le ofrecen humildes y constantes plegarias? No, por el contrario creemos en que su intervención será de lo más extraordinaria, al habernos permitido elevarle nuestras plegarias, por tan largo tiempo, con súplicas tan especiales. Pero Nos tenemos en mente otro objeto, en el cual, de acuerdo con lo acostumbrado en ustedes, Venerables Hermanos, avanzarán con fervor. Para que Dios sea más favorable a nuestras oraciones, y para que Él venga con misericordia y prontitud en auxilio de Su Iglesia, Nos juzgamos de profunda utilidad para el pueblo cristiano, invocar continuamente con gran piedad y confianza, junto con la Virgen-Madre de Dios, su casta Esposa, a San José; y tenemos plena seguridad de que esto será del mayor agrado de la Virgen misma. Con respecto a esta devoción, de la cual Nos hablamos públicamente por primera vez el día de hoy, sabemos sin duda que no sólo el pueblo se inclina a ella, sino que de hecho ya se encuentra establecida, y que avanza hacia su pleno desarrollo. Hemos visto la devoción a San José, que en el pasado han desarrollado y gradualmente incrementado los Romanos Pontífices, crecer a mayores proporciones en nuestro tiempo, particularmente después que Pío IX, de feliz memoria, nuestro predecesor, proclamase, dando su consentimiento a la solicitud de un gran número de obispos, a este santo patriarca como el Patrono de la Iglesia Católica. Y puesto que, más aún, es de gran importancia que la devoción a San José se introduzca en las prácticas diarias de piedad de los católicos, Nos deseamos exhortar a ello al pueblo cristiano por medio de nuestras palabras y nuestra autoridad.

3. Las razones por las que el bienaventurado José debe ser considerado especial patrono de la Iglesia, y por las que a su vez, la Iglesia espera muchísimo de su tutela y patrocinio, nacen principalmente del hecho de que él es el esposo de María y padre putativo de Jesús. De estas fuentes ha manado su dignidad, su santidad, su gloria. Es cierto que la dignidad de Madre de Dios llega tan alto que nada puede existir más sublime; mas, porque entre la santísima Virgen y José se estrechó un lazo conyugal, no hay duda de que a aquella altísima dignidad, por la que la Madre de Dios supera con mucho a todas las criaturas, él se acercó más que ningún otro. Ya que el matrimonio es el máximo consorcio y amistad —al que de por sí va unida la comunión de bienes— se sigue que, si Dios ha dado a José como esposo a la Virgen, se lo ha dado no sólo como compañero de vida, testigo de la virginidad y tutor de la honestidad, sino también para que participase, por medio del pacto conyugal, en la excelsa grandeza de ella. El se impone entre todos por su augusta dignidad, dado que por disposición divina fue custodio y, en la creencia de los hombres, padre del Hijo de Dios. De donde se seguía que el Verbo de Dios se sometiera a José, le obedeciera y le diera aquel honor y aquella reverencia que los hijos deben a sus propio padres. De esta doble dignidad se siguió la obligación que la naturaleza pone en la cabeza de las familias, de modo que José, en su momento, fue el custodio legítimo y natural, cabeza y defensor de la Sagrada Familia. Y durante el curso entero de su vida él cumplió plenamente con esos cargos y esas responsabilidades. El se dedicó con gran amor y diaria solicitud a proteger a su esposa y al Divino Niño; regularmente por medio de su trabajo consiguió lo que era necesario para la alimentación y el vestido de ambos; cuidó al Niño de la muerte cuando era amenazado por los celos de un monarca, y le encontró un refugio; en las miserias del viaje y en la amargura del exilio fue siempre la compañía, la ayuda y el apoyo de la Virgen y de Jesús. Ahora bien, el divino hogar que José dirigía con la autoridad de un padre, contenía dentro de sí a la apenas naciente Iglesia. Por el mismo hecho de que la Santísima Virgen es la Madre de Jesucristo, ella es la Madre de todos los cristianos a quienes dio a luz en el Monte Calvario en medio de los supremos dolores de la Redención; Jesucristo es, de alguna manera, el primogénito de los cristianos, quienes por la adopción y la Redención son sus hermanos. Y por estas razones el Santo Patriarca contempla a la multitud de cristianos que conformamos la Iglesia como confiados especialmente a su cuidado, a esta ilimitada familia, extendida por toda la tierra, sobre la cual, puesto que es el esposo de María y el padre de Jesucristo, conserva cierta paternal autoridad. Es, por tanto, conveniente y sumamente digno del bienaventurado José que, lo mismo que entonces solía tutelar santamente en todo momento a la familia de Nazaret, así proteja ahora y defienda con su celeste patrocinio a la Iglesia de Cristo.

4. Ustedes comprenden bien, Venerables Hermanos, que estas consideraciones se encuentran confirmadas por la opinión sostenida por un gran número de los Padres, y que la sagrada liturgia reafirma, que el José de los tiempos antiguos, hijo del patriarca Jacob, era tipo de San José, y el primero por su gloria prefiguró la grandeza del futuro custodio de la Sagrada Familia. Y ciertamente, más allá del hecho de haber recibido el mismo nombre —un punto cuya relevancia no ha sido jamás negada— , ustedes conocen bien las semejanzas que existen entre ellos; principalmente, que el primer José se ganó el favor y la especial benevolencia de su maestro, y que gracias a la administración de José su familia alcanzó la prosperidad y la riqueza; que —todavía más importante— presidió sobre el reino con gran poder, y, en un momento en que las cosechas fracasaron, proveyó por todas las necesidades de los egipcios con tanta sabiduría que el Rey decretó para él el título de "Salvador del mundo". Por esto es que Nos podemos prefigurar al nuevo en el antiguo patriarca. Y así como el primero fue causa de la prosperidad de los intereses domésticos de su amo y a la vez brindó grandes servicios al reino entero, así también el segundo, destinado a ser el custodio de la religión cristiana, debe ser tenido como el protector y el defensor de la Iglesia, que es verdaderamente la casa del Señor y el reino de Dios en la tierra. Estas son las razones por las que hombres de todo tipo y nación han de acercarse a la confianza y tutela del bienaventurado José. Los padres de familia encuentran en José la mejor personificación de la paternal solicitud y vigilancia; los esposos, un perfecto de amor, de paz, de fidelidad conyugal; las vírgenes a la vez encuentran en él el modelo y protector de la integridad virginal. Los nobles de nacimiento aprenderán de José como custodiar su dignidad incluso en las desgracias; los ricos entenderán, por sus lecciones, cuáles son los bienes que han de ser deseados y obtenidos con el precio de su trabajo. En cuanto a los trabajadores, artesanos y personas de menor grado, su recurso a San José es un derecho especial, y su ejemplo está para su particular imitación. Pues José, de sangre real, unido en matrimonio a la más grande y santa de las mujeres, considerado el padre del Hijo de Dios, pasó su vida trabajando, y ganó con la fatiga del artesano el necesario sostén para su familia. Es, entonces, cierto que la condición de los más humildes no tiene en sí nada de vergonzoso, y el trabajo del obrero no sólo no es deshonroso, sino que, si lleva unida a sí la virtud, puede ser singularmente ennoblecido. José, contento con sus pocas posesiones, pasó las pruebas que acompañan a una fortuna tan escasa, con magnanimidad, imitando a su Hijo, quien habiendo tomado la forma de siervo, siendo el Señor de la vida, se sometió a sí mismo por su propia libre voluntad al despojo y la pérdida de todo.

5. Por medio de estas consideraciones, los pobres y aquellos que viven con el trabajo de sus manos han de ser de buen corazón y aprender a ser justos. Si ganan el derecho de dejar la pobreza y adquirir un mejor nivel por medios legítimos, que la razón y la justicia los sostengan para cambiar el orden establecido, en primer instancia, para ellos por la Providencia de Dios. Pero el recurso a la fuerza y a las querellas por caminos de sedición para obtener tales fines son locuras que sólo agravan el mal que intentan suprimir. Que los pobres, entonces, si han de ser sabios, no confíen en las promesas de los hombres sediciosos, sino más bien en el ejemplo y patrocinio del bienaventurado José, y en la maternal caridad de la Iglesia, que cada día tiene mayor compasión de ellos.

6. Es por esto que —confiando mucho en su celo y autoridad episcopal, Venerables hermanos, y sin dudar que los fieles buenos y piadosos irán más allá de la mera letra de la ley— disponemos que durante todo el mes de octubre, durante el rezo del Rosario, sobre el cual ya hemos legislado, se añada una oración a San José, cuya fórmula será enviada junto con la presente, y que esta costumbre sea repetida todos los años. A quienes reciten esta oración, les concedemos cada vez una indulgencia de siete años y siete cuaresmas. Es una práctica saludable y verdaderamente laudable, ya establecida en algunos países, consagrar el mes de marzo al honor del santo Patriarca por medio de diarios ejercicios de piedad. Donde esta costumbre no sea fácil de establecer, es al menos deseable, que antes del día de fiesta, en la iglesia principal de cada parroquia, se celebre un triduo de oración. En aquellas tierras donde el 19 de marzo —fiesta de San José— no es una festividad obligatoria, Nos exhortamos a los fieles a santificarla en cuanto sea posible por medio de prácticas privadas de piedad, en honor de su celestial patrono, como si fuera un día de obligación.

7. Como prenda de celestiales favores, y en testimonio de nuestra buena voluntad, impartimos muy afectuosamente en el Señor, a ustedes, Venerables Hermanos, a su clero y a su pueblo, la bendición apostólica.

Dado en el Vaticano, el 15 de agosto de 1889, undécimo año de nuestro pontificado.


Oración a San José

A ti, bienaventurado san José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de tu santísima esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.

Con aquella caridad que te tuvo unido con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades.

Protege, oh providentísimo Custodio de la divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; aleja de nosotros, oh padre amantísimo, este flagelo de errores y vicios. Asístenos propicio desde el cielo, en esta lucha contra el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste de la muerte la vida amenazada del Niño Jesús, así ahora defiende a la santa Iglesia de Dios de las hostiles insidias y de toda adversidad.

Y a cada uno de nosotros protégenos con tu constante patrocinio, para que, a ejemplo tuyo, y sostenidos por tu auxilio, podamos vivir y morir santamente y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza. Amén


INVOCA A MARÍA AUXILIADORA

INYECCIÓN ASESINA AL CORAZÓN DEL BEBÉ EN PROGRAMA DE ABORTO DEL ESTADO DE JALISCO

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