Debemos evitar mensajes que no estén aprobados OFICIALMENTE por la Iglesia. Actualmente hay una fiebre de aparicionismo en muchos lados. Eso es peligroso, muchos creen más lo que se dice en una supuesta o real aparición que lo que enseña el Magisterio de la Iglesia; siendo que la Verdad revelada se cerró con San Juan, las demás son apariciones posteriores y revelaciones privadas que no son parte de la fe y no obligan al creyente. Las verdaderas apariciones no pueden estar en contradicción con la Revelación de Dios, hecha a través de la Biblia o la Tradición (esto es: la enseñanza que nos llega oralmente y no está en la Biblia) y custodiada por el Magisterio infalible de la Iglesia. Cualquier doctrina contra la fe evidencia la falsedad de determinada supuesta "aparición" y si la contradicción no es tan evidente, al menos hace muy dudosa la credibilidad que nos merezca.
En las falsas apariciones puede haber fraude o que el maligno esté metidas en ellas. Las verdaderas siempre estarán en concordancia con la fe. Lo grave es que muchos católicos no conocen bien su fe y por ello no advierten fácilmente cuando se expresa un error contra ella. Pero hasta el hecho de que la doctrina sea correcta no es indicio absoluto de la veracidad de una aparición. Debemos siempre esperar el juicio definitivo y oficial de la Iglesia. Recordemos que Cristo advirtió sobre la venida de falsos profetas. Debemos ser prudentes y no crédulos de todo lo que se nos presenta como sobrenatural. No es prudente hacer propaganda de estos temas mientras no hayan sido aprobados OFICIALMENTE por la Iglesia, no basta la opinión de algún sacerdote.
Es decir que nuestro parámetro debe ser el Magisterio de la Iglesia que custodia la Revelación Divina, y no lo debe ser el aparicionismo. Mientras la Iglesia no se pronuncie en cada caso, debemos ser prudentes y no propagar lo que nos llega. En tanto la Iglesia se pronuncia, debemos discernir que cualquier mensaje contrario al dogma, es señal de la falsedad.
No podemos negar absolutamente la veracidad o sostener la falsedad de determinada aparición mientras no haya un dictamen de la Iglesia a menos que ahí se contradiga el dogma, pero en cualquier caso debemos ser prudentes y cautos. De ahí la conveniencia de no estar ávidos de asuntos sobrenaturales. Al católico le basta la Revelación hecha por Dios para ser salvo.
Que gozo produce saber que la Virgen realmente se ha aparecido en lugares como el Tepeyac en México o en Lourdes o en La Sallete o en Fátima, etc. Sabiendo que la Iglesia ha dicho SÍ a esas apariciones, somos los primeros en alegrarse de ello y en difundirlas y en propagar sus mensajes maternales. De todas las demás, seamos cautos, seamos cuidadosos, seamos muy prudentes.... No difundamos como algo cierto lo que apenas está en juicio.
En efecto, no todo es genuino y auténtico. De ahí la necesidad de la prudencia y el discernimiento partiendo de que toda revelación privada debe estar en concordancia con los dogmas de nuestra fe. La Revelación de Dios por medio de la Tradición y la Biblia, requiere todo nuestro asentimiento. Las revelaciones privadas, no. El problema es que algunos se fanatizan al grado de que cuando hay contradicción, prefieren la supuesta revelación privada por encima de la Biblia y la Tradición. Quienes así obran, invierten completamente los valores y se pierden en el credulismo que puede llevarlos a la herejía, todo esto envuelto en un ambiente de aparente y extrema piedad.
La revelaciones privadas pueden ser:
1) Aprobadas oficialmente por la Iglesia y, por lo tanto, en plena armonía con el dogma (otro asunto es un posible error incidental y propio sólo del vidente, que no contradiga directamente el dogma).
2) Falsas. Por engaño de los videntes, por intervención diabólica, por sostener doctrinas heréticas, por trastornos mentales del supuesto vidente, etc. La Iglesia no las aprueba.
3) Dudosas. La doctrina no contradice el dogma pero existen elementos que permiten dudar de ellas o bien, los errores no llegan a la herejía y pueden ser atribuidos a los mismos videntes y no a los mensajes recibidos por ellos. Están en estudio.
4) Probables. También se hallan en proceso de estudio. La doctrina es excelente y plenamente católica. Hay muchos frutos favorables. En principio, no se observan elementos dudosos. No obstante todo esto, sólo el juicio oficial de la Iglesia puede asegurarnos que están aprobadas y no el de algún criterio particular, por muy prestigioso que sea quien lo emite.
En todo caso, sólo de las primeras podemos estar plenamente seguros.
Recordemos que Cristo nos previno de los falsos profetas, y precisamente en las apariciones falsas hay, también, falsas profecías y doctrinas erróneas y heréticas. El diablo mete la cola y arrastra por estos medios. Se vale de la piedad de las personas para arrastrarlas al error y a falsas devociones. Ha habido hasta cismas y antipapa, producto de esos falsos videntes, a pesar de haber empezado todo en un ambiente de gran piedad, con buenos frutos y conversiones. No olvidemos que el demonio, en ocasiones, se disfraza de ángel de luz, pues es el gran Engañador.
Por ello, seamos cautos, seamos cuidadosos, seamos muy, muy prudentes.... No difundamos como algo cierto, lo que apenas está en juicio. Urge emplear el discernimiento ante el aluvión del peligroso aparicionismo que hoy existe y pulula en todo el orbe.
Ver también: ADVERTENCIA DEL VATICANO SOBRE MEDJUGORJE