"A Santa Catalina de Siena le fue revelada la verdad que vamos aquí probando. Díjole el Señor: Por mi bondad y reverencia al misterio de la Encarnación, he concedido a María, Madre de mi unigénito Hijo, la prerrogativa de que ningún pecador, por grande que sea, que se le encomiende devotamente, llegue a ser presa del fuego del infierno."
San Alfonso María de Ligorio, Las glorias de María, capítulo VIII, 1.
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