La ropa atrevida y reveladora ha estado en la cima de la moda mundial durante muchas décadas. Hoy, lamentablemente, se anima a jóvenes y mayores a exponer sus cuerpos y dejar que la sensualidad emerja. El cambio en la vestimenta vino con un cambio en el comportamiento. La inocencia y el romanticismo dieron paso al ataque agresivo, insinuante y provocador.
El comportamiento moderno que afecta a adultos y adolescentes amenaza la inocencia infantil. Necesitamos proteger a nuestros hijos de esta abominación que puede causarles mucho daño ahora y en el futuro.
Ante Dios, los padres somos responsables de la forma en que se visten nuestros hijos (niños y niñas). Necesitamos mantener su integridad y pureza vistiéndolos con ropa apropiada para su edad que cubra adecuadamente sus pequeños cuerpos frágiles e inmaculados, y los proteja de las miradas codiciosas de los abusadores.
Preservemos la cosa más bella: la pureza de nuestros hijos.
Acostúmbralos a vestirse modestamente desde pequeños y enséñalos a amar mucho la virtud de la pureza, teniendo siempre como modelo a la Sagrada Familia. Para ello debes iniciar poniendo el propio ejemplo.
Recen diariamente, en familia, esta oración para pedir esa virtud por la interseción de la criatura más pura y santa, la Madre de Dios:
"Por tu limpia concepción, oh Soberana Princesa, una muy grande pureza te pido de corazón".
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