¿A quién acudiremos en busca de consuelo, sin patria, sin familia, sin techo y sin hogar; sino a Ti, que dejaste tu trono allá en el cielo por conquistar la patria que quisiste habitar?
¡Errantes y proscritos, nos vedan, Madre mía, volver a nuestra patria, que es patria de tu amor; nos vedan que a tu lado pasemos este día; nos vedan que a tus plantas pongamos una flor!
Qué importa que la muerte nos quite la existencia, sufriendo del destierro la amarga soledad, si en medio de las penas sentimos tu presencia, sentimos que tu manto nos cubre con piedad.
P. Miguel Agustín Pro, S.J. Mártir de Cristo Rey.
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