Un verdadero caballero no es solamente aquél que invita, le abre la puerta para que pase o le acerca el asiento para que se siente a una señorita. Un verdadero caballero, antes que nada, es aquel fiel varón que mira por el bien de su familia, aun no teniéndola; que ama a sus hijos más que a nada y todavía no los tiene, que los educa educándose a sí mismo antes de tenerlos; que practica virtudes de dominio propio, cuando todavía quizás no las necesite. Es aquel que se guarda con fiel amor para la persona que Dios pensó desde toda la eternidad practicando el combate que conlleva ser casto y continente. Esa será la fuente de la fidelidad matrimonial. Algo así me decía mi padre, y lo guardo como una de sus enseñanzas.
Mariano Gabriel Pérez