ADORACIÓN
…En medio del alegre y peregrino
concierto musical de la mañana
un eco grave, dulce y argentino
se dilata en el valle… ¡Es la campana
de la ermita cercana!
Impío, ven conmigo; y tú, cristiano,
ven conmigo también. Dadme la mano,
y entremos juntos en la pobre ermita
solitaria, pacífica, bendita…
Ante el ara inclinado
ved allí al sacerdote… Ya es llegado
el sublime momento…
¡Elevad un instante el pensamiento!
El dueño de esa gran Naturaleza
que admirabais conmigo hace un instante,
el Soberano Dios de la grandeza,
el Dios del infinito poderío
¡es Aquél que levanta el sacerdote
en su trémula mano!
¡De rodillas ante Él! ¡Témelo, impío!
¡De rodillas! ¡Témelo, cristiano!
Yo también me arrodillo reverente,
y hundo en el polvo, ante mi Dios, la frente.